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Buckingham Palace

Una de las bellezas del futbol es que se puede jugar en cualquier lugar. No se necesita un terreno delimitado, porterías o una pelota. Prácticamente cualquier cosa y cualquier lugar puede convertirse en una cancha de futbol. Pensar que en Inglaterra, tierra madre del balompié, existe algún lugar en el que no se hubieran hecho regates parecía un sinsentido. Pero en los jardines de Buckingham Palace, la residencia oficial de la realeza inglesa desde 1837, nunca había resonado el grito de gol… hasta el 6 de octubre del 2013.

El Príncipe William, Duque de Cambridge y Presidente de la FA -un cargo que han tenido miembros de la Familia Real Británica desde 1939- organizó un partido en el Palacio de Buckingham para celebrar el 150 aniversario de la asociación que él preside, la más antigua del mundo. Luego de obtener el permiso de la Reina para utilizar su jardín, comenzaron los preparativos para el primer partido en la historia de dicho Palacio.

Se convocó a Tony Stones, el encargado del pasto de la catedral del futbol inglesa, Wembley, para que pusiera a Buckingham en las mismas condiciones. Durante un mes trabajó con los propios jardineros del Palacio, cortando el césped tres veces por semana y dándole un diseño especial. Solo faltaban los equipos que iban a disputar el encuentro, y se decidió llamar al Civil Service FC y al Polytechnic FC. El Civil Service es el último sobreviviente de los 11 equipos que fundaron la FA. Ellos recomendaron al Polytechnic -fundado originalmente como Hanover United, el primer equipo en usar el United en su nombre-, uno de los equipos amateurs más viejos y con historial de enfrentamientos entre ellos de 120 años. El resultado final fue la victoria del Polytechnic 2-1.

Además del partido -el cual arbitró Howard Webb, el legendario árbitro inglés que dirigió la final de Sudáfrica 2010, también hubo una ceremonia donde se premió a 150 voluntarios de la FA -desde futbolistas hasta utileros-. Durante la ceremonia, el Príncipe declaró

Durante 150 años, el futbol se ha mantenido como un ejemplo maravilloso del poder de comunidad y nuestra habilidad para organizarnos y disfrutar un pasatiempo.

Solamente unas 200 personas asistieron al evento en el que en el medio tiempo el staff, vestido de saco y corbata, sirvieron naranjas y bebidas en bandejas de plata. A pesar de lo que dijo el Príncipe, disputar un encuentro en el símbolo del poder en la Gran Bretaña no era para todos, sino para un muy selecto grupo. Algo similar con lo que ha ido sucediendo con el futbol en los últimos años.

Aun así, no olvidemos la importancia simbólica: el juego más popular del mundo, el más democrático y el más justo en esencia, por fin llegó a uno de los lugares más exclusivos del planeta, rompiendo con su ahora de solemnidad. Victoria para el futbol.

Por Bernardo OV

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