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Heysel

En la década de los 80, el futbol pasaba por una crisis ocasionada por la violencia de sus aficionados, principalmente los hooligans ingleses. En 1985, el futbol y la visión que se tenía de él cambió en la final de la Copa de Europa entre la Juventus y el Liverpool. El lugar: Heysel, Bélgica.

El partido generaba gran expectación luego de que la Juventus venciera al Liverpool en la final de la Supercopa algunos meses antes. Ambos equipos llegaron a Bruselas con los ánimos caldeados, sobre todo del lado inglés. Las crónicas de ese día relatan como los hooligans causaban destrozos por toda la ciudad, previo al partido. Las autoridades belgas no tenían experiencia en este tipo de situaciones y no supieron manejar ni controlar a los aficionados.

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Dentro del estadio de Heysel, un estadio construido en 1930, poco adecuado para albergar una final, los aficionados de la Juve y el Liverpool no se encontraban lo suficientemente separados, y los policías dentro del estadio no estaban listos para enfrentarse a la furia de los hooligans. Cuarenta y cinco minutos antes de que empezara el encuentro, unos 200 ingleses rompieron la valla de seguridad y atacaron a los italianos que se encontraban en el otro lado. El caos se apoderó de Heysel y 39 personas fallecieron aplastadas por la multitud.

El estadio parecía hospital de campaña, y en esas condiciones las autoridades decidieron proseguir con el partido que terminó ganando la Juve otra vez. Pero eso ya no importaba. El futbol ha muerto, dijo un periodista de la BBC. Heysel le demostró al mundo que la violencia en el futbol había superado los límites. Los equipos ingleses fueron suspendidos cinco años de toda competición europea, y el Liverpool seis -aunque originalmente habían sido diez años-. Se empezaron a reformar estadios para evitar zonas sin asiento, prohibir la venta de alcohol y el ingreso con objetos que pudieran ser armas potenciales.

Sin embargo, la gente ya no confiaba en el futbol. La liga inglesa tuvo que trabajar muy duro para recuperarse de los problemas económicos que traía el veto de las competiciones europeas por conceptos de patrocinios, derechos televisivos y que varios jugadores de renombre abandonaran la isla. De igual forma, la FIFA tuvo que trabajar en la relaciones públicas para convencer a las audiencias de que el futbol seguía siendo un espectaculo.

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Sin embargo, todavía tendría que venir Hillsborough, cuatro años después, para que las autoridades hicieran lo que tenían que haber hecho mucho tiempo atrás y erradicaran definitivamente el cáncer del hooliganismo. Sin embargo, en este afán de regresarle al público la seguridad, también se arrasaron con aquellas cosas que le daba al futbol una esencia distinta. Sí, Heysel significó el inicio del fin de los hooligans y la violencia en el futbol, pero también significó el inicio del futbol moderno, del futbol como negocio. Con la tragedia de Heysel, definitivamente murió el futbol.

Por: Bernardo OV

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