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Alemania vs Alemania

“(…) ¡Unidad y justicia y libertad
para la patria alemana!
Todos persigamos esto
¡fraternalmente con pasión y acción!
Unidad y justicia y libertad
son la garantía de la felicidad;
florece esta felicidad con brillo,
florece patria alemana.”
–Fragmento del Himno Nacional Alemán—

El 22 de junio de 1974, se encontraron frente a frente 22 jugadores, separados por líneas de cal, pero al final todos pisando el mismo césped, el mismo país, Alemania. Campo que dividía cual naciones a los equipos, por el occidente se encontraba la República Federal Alemana (RFA), y por el oriente la República Democrática Alemana (RDA). Germanos contra germanos.

La Federación Alemana de Futbol (en alemán Deutscher Fußball-Bund, DFB), fue fundada el 28 de enero de 1900; sin embargo es hasta el año de 1932 cuando se aprobó una resolución para permitir el profesionalismo en el país germánico. Adolf Hitler tuvo mucho que ver en dejar a un lado el futbol amateur, por conveniencia del régimen, pues quería demostrar –en todas las maneras posibles— la superioridad de su nación. Aunque Ulrich Hesse, historiador y estudioso del futbol alemán, afirma que Hitler detestaba el fútbol por ser «muy inglés».

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Hitler, surgió como nuevo líder en una Alemania que padecía los estragos de la derrota sufrida y rencores creados tras la Primer Guerra Mundial (8 de julio de 1914 – 11 de noviembre de 1918). Tras apelar a los sentimientos nacionalistas, el Tercer Reich y el Nationalsozialistische Deutsche Arbeiter Partei (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, abreviado como NSDAP) llegaron al poder en 1932. Este hecho terminó por ser clave para que un país –por no decir el mundo— se dividiera.

A pesar de la situación tensa y evidentes tintes bélicos, el futbol alemán logró mantenerse avante. Es así como la Reichsliga (1903-1933, el término Reich significa Imperio) cambió su nombre por la Gauliga (1933-1944, el término Gau significa división administrativa). Para poder entrar a esta nueva liga, los equipos de las diferentes regiones que conformaban el Estado nazi, disputaban torneos de copa, al final solamente 16 escuadras accederían a la Gauliga.

Después de que Alemania irrumpiera en la soberanía de Austria en la expansión territorial impulsada por el gobierno de Hitler, el 12 de marzo de 1938, e hicieran lo propio con Polonia el 1 de septiembre de 1939, equipos de ambos países participaron en la nueva liga.

El FC Gelsenkirchen-Schalke 04 e.V. fue el club más ganador durante este periodo, pues obtuvo seis campeonatos de liga. (1934, 1935, 1937, 1939, 1940, 1942). De resaltar es que Sportklub Rapid Wien, escuadra que hoy juega en la máxima categoría del futbol austriaco sea el único equipo no alemán que se proclamara campeón de la Gauliga (1941).

“Aniquilación de Polonia en primer término (…) No tengan piedad. Actúen con brutalidad”. Es así como Adolf Hitler se pronunció en un discurso en Baviera a pesar del Pacto de no agresión firmado entre Alemania y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en agosto de 1939.

En una de sus cláusulas, el Pacto establecía que Polonia quedaría como zona de influencia que se repartirían entre ambos Estados mediante un común acuerdo que tuviese en cuenta los intereses mutuos. Tras la invasión del régimen hitleriano a tierras polacas, dos días más tarde, Francia y Gran Bretaña hicieron su declaración de guerra contra Alemania, dando comienzo oficialmente a la Segunda Guerra Mundial.

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Debido al estallido de la contienda bélica, prácticamente todos los equipos que componían la Gauliga se vieron afectados, pues cualquier hombre que pudiese cargar un fusil y ayudar como fuese a la nación, fue llamado por el régimen. Es así que ni siquiera los jugadores de futbol pudieron evitar ser enviados al ataque. Además, muchos de los estadios fueron destruidos tras bombardeos.

En agosto 1944 la Gauliga es suspendida, pues se prohibieron todos los deportes que se realizaran al aire libre. El último partido registrado en el Tercer Reich se realizó el 22 de abril de 1945, en él se enfrentaron el Fußball-Club Bayern München e.V. y el TSV 1860 München, donde el marcador favoreció 3-2 al Bayern.

Repartición del botín

La caída del Tercer Reich se dio de manera oficial a través de actas de capitulación alemanas en mayo de 1945. A partir de ese momento, los “vencedores” –si es que realmente alguien termina por ganar en la guerra–, decidieron dividir el territorio alemán en cuatro zonas de ocupación. La oriental fue controlada por la URSS, mientras que la occidental por Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos. Berlín, capital de Alemania, quedó dividida para ambos bandos también.

Sin duda alguna, el futbol sirvió como pretexto para que a República Democrática Alemana –controlada por la URSS— y la República Federal Alemana –que se encontraba bajo la dirección de Estados Unidos, Gran Bretaña  y Francia— pudieran demostrar entre sí y al mundo, si el comunismo soviético era mejor que el capitalismo de los occidentales y viceversa.

Terminó la Segunda Gran Guerra, pero de inmediato se suscitó otra; una en la que las armas bélicas ya no fungieron como la herramienta principal para la imposición de ideologías. Tensiones y diferencias políticas que coadyuvaron al nacimiento de la Guerra Fría.

Es así que la RFA retomó la Reichsliga (1945-1963), y por su parte, la RDA hizo lo propio con la Oberliga (1945-1963, el término Ober significa superior). Esto detonó también la formación de dos selecciones alemanas que representaron cada República en competencias internacionales. En 1964 y, a pesar de sus diferencias, ambos regímenes fundaron la Fußball-Bundesliga (Liga Federal de Fútbol).

Construyendo la división

El 11 de agosto de 1961, el gobierno soviético que se estableció en la Alemania oriental decidió colocar un alambrado provisional de 155 kilómetros que le separara de su contraparte occidental. Esto no solo motivado por las evidentes diferencias que mantenían entre sí, sino también por la  migración de sus habitantes al occidente de Germania por graves problemas económicos. Tan solo desde 1945 hasta 1961, tres millones de habitantes dejaron atrás al régimen capitalista para encontrarse en el capitalista.

El muro de Berlín se materializó entre el 12 y 13 de agosto de 1961. Contó una longitud de 120 kilómetros y una altura de 3.5 metros; el país ya no solo estaba dividido por ideologías. Inicialmente fue construido con ladrillos, acabó por convertirse en una pared de hormigón de entre 3,5 y 4 metros de altura, con un interior formado por cables de acero para aumentar su resistencia. Resulta irónico que la construcción de algo termine también por destruir.

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Tan extraña es la vida, que las dos selecciones se encontraron por primera y única vez en la fase de grupos del Mundial de 1974, que por si fuese poco, se realizó en la República Federal de Alemania.

El 22 de junio de 1974, 22 alemanes se encontraron frente a frente. En práctica y teoría ambos locales, pero las ideologías no permitían que se viesen uno al otro como hermanos de la misma nación, es como si uno hubiese traspasado franjas enemigas. El Volksparkstadion de Hamburgo fue el escenario que presenció un partido de futbol en el que ambos representativos parecía que jugarían por algo más que tres puntos.

La RFA llegó al partido con la clasificación a la siguiente instancia confirmada al haber superado a Australia (3-0) y a Chile (1-0). En cambio, la RDA se jugaba su continuidad luego de empatar 1-1 con los chilenos y de una victoria por 2-0 a los australianos.

Encuentro en el que los jugadores fungían como soldados que marchaban a galope al frente, en donde chocarían con sus similares en una afrenta por ver quién quedaba en pie al término de los 90 minutos. Los directores técnicos como generales que minuciosamente establecían la mejor estrategia para derrocar al oponente. Y los 60 mil espectadores que acudieron a la puesta en escena estuvieron pendientes de cada movimiento que se diese en esa cancha de futbol, que podía haber pasado por campo de batalla.

«Uno a cero a favor de Alemania. ¿De qué Alemania?
¿De la mía o de la mía»
(Günter Grass)

“Si en mi lápida pusieran ‘Hamburgo, 1974’, todos sabrían quién yace debajo”, expresó en alguna oportunidad Jürgen Sparwasser, quien con un gol de pierna derecha fue artífice de una victoria no pronosticada, los comunistas vencieron a los capitalistas 0-1. Sin embargo, este resultado no se repitió conforme avanzó la competencia para la Alemania Oriental, pues en la siguiente ronda no lograron ganar. Caso contrario al de su contraparte occidental, que terminó por consagrase campeona del mundo por segunda ocasión al derrotar 2-1 a Holanda.

El muro que cayó

Debido a la presión social, la República Democrática Alemana rindió una conferencia de prensa el 9 de noviembre de 1989 en la que se anunció que mediante visado permitirían a sus ciudadanos regular y facilitar el poder a la Alemania occidental o a cualquier parte del mundo. De inmediato se aglomeraron en ambas partes del muro todos aquéllos que durante 28 años habían permanecido divididos por algo más que concreto, y ahora, unidos, derribaban lo que los había marginado.

Meses después, la aún llamada República Federal Alemana disputó el 8 de julio de 1990 una nueva final de la Copa del Mundo, en esa ocasión se midieron ante su similar de Argentina, el Estadio Olímpico de Roma presenció la victoria del conjunto europeo 1-0 por un dudoso penal a favor.  De tal manera que conquistó su tercer título.

Alemania, una sola

El 3 de octubre de 1990, Alemania emergió nuevamente como una sola nación. Cargando sobre sí un pasado tormentoso, el cual le perseguirá como una sombra, pero al que también se ha enfrentado. Pues al final deben reconocerse en los hechos ya sucedidos para saber quiénes son y a dónde irán en el futuro.

Hoy día, Alemania cuenta ya con cuatro Copas del Mundo en sus vitrinas (1954, 1974, 1990 y 2014 (siendo la del Mundial de Brasil la primera que conquistan como una sola Alemania); y tres Eurocopas (1972, 1980 y 1996), posicionándose como una de las potencias futbolísticas. Además, la Bundesliga es una de las ligas de clubes más prestigiosas.

La imagen de aquel pueblo guiado y trastornado por las oratorias de un líder que pugnaba e incitaba al odio han ido quedando poco a poco atrás. Quién diría que en la selección absoluta alemana algún día se encontraría entre sus filas un jugador de raza negra como lo hizo Gerald Asamoah, quien nació en Ghana y se nacionalizó alemán, o que uno de sus máximo artillero en Copas del Mundo, Miroslav Klose (16 goles), sería de procedencia polaca.

La intolerancia e ignorancia pueden llevar a actos llenos de salvajismo, que terminan por hacernos pensar que el ser humano no tiene límites para lastimar. Sin embargo, también está esa otra cara, en la que la pasión y el amor nos brindan el arrojo que necesitamos para conseguir lo inimaginable. Al final, no importa ni el color, ni la creencia religiosa, o la ideología política, tampoco la preferencia sexual; quien así lo quiera puede patear un balón y permitirse hacer lo imposible.

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Por: Ricardo Olín / @ricardo_olin

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