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cristiano lucarelli

La idiosincrasia es un fenómeno extraño. En principio, esta palabra se refiere a aquello que caracteriza a un individuo y/o grupo de personas de otras. Suele, además, ser un término de uso común y cotidiano. Esto quiere decir, necesariamente, que somos capaces de diferenciar las características de unos y otros. Existen casos, los más extraños, en los que la idiosincrasia pasa más por la voluntad que por el destino. Es decir, algunos deciden pronunciarse por tales o cuales características. Hablamos de una decisión consciente por compartir un modo de ser.

Esta práctica es común en el futbol y lo fortalece. En mi opinión, existen múltiples modos de ser en el futbol. Cada club presume una identidad distinta. Los equipos – en teoría – representan formas de pensar, actuar y jugar. Todo esto lleva al aficionado a crear un vínculo especial con su club, del cual él forma parte y de ahí la palabra “club”.

El aficionado es partícipe de su equipo en un plano intelectual. Sin embargo, no obtiene regalías por venta de camisetas o jugadores. Pero todo esto pasa a segundo plano
porque coincide con la visión de su club. Aficionados y equipos participan de la misma idea.

¿Cuál es la idea?

Cada equipo pretende ser diferente a los demás. Muchas veces aquello que hace diferente a un equipo y define su idiosincrasia son sus historias. Los clubes construyen narraciones enfocadas a destacar su idea. También existen algunos que no sólo observan la historia de su club, sino que participan de ella. Tal fue el caso de un niño en Livorno.

Enric González, corresponsal del diario El País en Italia durante la primera década del 2000, escribió un libro extraordinario: Historias del Calcio. Esta publicación tiene un orden cronológico de sucesos en el futbol italiano. Cada historia deja entrever qué es el futbol para los italianos, y también, cuál es la idiosincrasia del aficionado, futbolista y directivo italiano.

Todas estas crónicas –muy bien escritas y enfocadas–, construyen un panorama de Italia. Existe una anécdota especial: la historia de Cristiano Lucarelli (El sueño de un niño de Livorno).

Livorno es una ciudad de 159 mil habitantes, y es también es donde se fundó el Partido
Comunista Italiano de la mano de Antonio Gramsci. En esta ciudad nació, soñó y jugó Cristiano Lucarelli. Debutó con la Atalanta en la Serie A. El delantero comunista -factor importante en su idiosincrasia–, recorrió distintos equipos incluidos el Valencia, Lecce y Torino.

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Sin embargo, el equipo de su ciudad natal logró ascender a segunda división. En ese
momento Lucarelli decidió ir a jugar con el Livorno y rechazó ofertas millonarias, tal y como lo menciona Enric González.

El entonces delantero del Livorno dejó la primera división italiana con el fin de alcanzarse
con su pasado. De niño había soñado que haría el gol para que el Livorno ascendiera.
Lucarelli cumplió su sueño y más. Llegó a ser el capocannoniere de la Serie A en la temporada 2004 – 2005. El niño de Livorno, Cristiano Lucarelli, logró formar parte del mito de su club y ciudad.

Checa documental para saber más del tema: 

Las historias como la de Lucarelli son aquellas que sostienen la idiosincrasia de un club y sus aficionados. El relato es absolutamente heroico. Los futbolistas con este arrebato por sus modos de ser, fortalecen el futbol. Nos permiten participar de la idea. Lo de Lucarelli es un caso ejemplar para volver a observar a aquellos jugadores que resguardan sus ilusiones.

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Ellos son la oportunidad para ideas, historias y voluntades nuevas. Cristiano Lucarelli cumplió su sueño y nos regalo uno.

Por: Emilio Posadas Certucha

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