“Los que creen que el deporte no tiene nada que ver con la política o no saben nada de deporte o no saben de política”
Gerardo Caetano Hargain
Buenos Aires: Tango, asado, choripanes, medialunas, mate, fernet, vino tinto, Borges, Cortázar, Fontanarrosa, Pizarnik, Sacheri, Puerto Madero, Recoleta, San Telmo y por supuesto…. futbol. Imágenes e historias que se evocan de manera inmediata (y quizá un tanto nostálgica) desde los recovecos de la memoria de quienes han estado alguna vez en “la ciudad de la furia”.
Una de las historias más peculiares que guardan sus calles y monumentos, tiene que ver sin duda con el famoso “paseo de la historieta”, ubicado en el barrio de San Telmo, el mismo donde espera una larga fila de turistas para tomarse una fotografía sentados sobre una banca en compañía de Mafalda, Susanita y Manolito.
A unos metros de distancia, mucho menos asediado por la fama y la multitud, aguarda paciente, pero patrióticamente (con la bandera de Argentina amarrada a su espalda), la figura de Clemente, personaje creado en 1973 por Carlos Loiseau, mejor conocido como Caloi. “Clemente” se publicaba diariamente como historieta en la sección de humor del diario Clarín. ¿En qué categoría animal o de especie se puede considerar a este personaje?, pues bueno, su propio autor lo definió como “una cruza de pato y pajarraco”. A Clemente le fascinaban las aceitunas y el mate, pero por sobre todo, era una apasionado por el futbol, tenía un sentido crítico hacia él y la realidad de su país.
La figura de resina de Clemente, en la calle de Balcarce, se observa sin alas, ni brazos, con un cuerpo predominantemente amarillo cubierto de rayas verticales de color negro que lo rodean. Detrás de el personaje, pintado sobre la pared, destaca una frase que despierta la curiosidad hasta del más distraído: ¡¡¡ tiren papelitos muchachos !!!”
Era 1978, mundial de futbol próximo a jugarse y disputarse en Argentina. La mascota del evento estaba seleccionada, se trataba de “gauchito” (nombre con el que lo adoptó la cultura popular, porque su nombre oficial era “mundialito”), un niño que utilizaba pañuelo con nudo al cuello, sombrero de campo con tiras y unos botines con el pie izquierdo apoyado sobre un balón de futbol.
El clima político en esos momentos en Argentina era tenso, porque un par de años antes, en marzo de 1976 ocurría el golpe militar encabezado por el militar Jorge Rafael Videla. El gobierno de facto, vio en la justa mundialista la oportunidad de mostrar al mundo una imagen impoluta, de desarrollo y crecimiento pacífico; para ello inició una propaganda política burda, donde con afán de demostrar organización, orden y rigor, se instó a los aficionados asistentes a los partidos, que no tirasen papeles al campo de juego. Periódicos, radio, televisión, revistas, el mensaje era consistente: demostrar que el país era “civilizado”.
Varios eran los medios de comunicación defensores del gobierno de Videla, sin embargo, uno de los más representativos, fue el famoso locutor José María Muñoz, quien en su papel de portavoz de la dictadura llegó a pedir a los aficionados que no tirasen papelitos porque daban mala impresión del país e incluso podían lesionar a los futbolistas. La imagen de la resistencia ante esta solicitud pueril, la encabezó justamente Clemente, quien en la contratapa del diario reflexionaba…. “¿Qué va a ser de nosotros cuando termine el mundial, se vaya el último turista y nos quedemos solos?”.
Y llegó el partido inaugural, el 1º de junio de 1978 en el estadio monumental de River Plate, donde en su discurso Jorge Videla habló del orgullo nacional y de la paz, irónico y contrastante, porque a unas cuadras del evento se encontraban las madres de la Plaza de Mayo caminando en silencio para reclamar por sus hijas e hijos desaparecidos.
Las imágenes y videos históricos del partido inaugural (y del resto del mundial) hablan por sí mismos, los hinchas disfrutaron, sufrieron, alentaron, se emocionaron y…. tiraron papelitos, muchos más de los que hubieran imaginado los militares al mando. Una pequeña derrota moral que tuvieron que aceptar incluso los máximos dirigentes del futbol: en la final del mundial que disputarían Argentina vs Países Bajos, el presidente de la FIFA, el brasileño Joao Havelange, declaró respecto a la costumbre de tirar papeles al campo “No es que sea lo más higiénico del mundo, pero por lo demás es pintoresco. Por otra parte, no afecta para nada el desarrollo del juego”.
Caloi, el genio detrás de la historieta, quien decía que “había alcanzado la sutileza suficiente para evitar la censura en último momento”, hizo de Clemente una figura muy popular y querida por el pueblo argentino, quienes la prefirieron sobre la mascota oficial “gauchito”.
Clemente triunfó: La guerra por tirar o no papelitos, se convirtió en una defensa simbólica a favor de la libertad y en contra del autoritarismo de Videla.
Por: Fernando García