Scroll Top

El partido se jugaría el 13 de mayo de 1990. La tensión política y social nos afectaba a todos, pero teníamos que enfocarnos en el partido. Los juegos entre el Estrella Roja de Belgrado y el Dinamo Zagreb siempre eran partidos tensos, pero este enfrentamiento tenía un aura de la que no podíamos escapar, misma que nos oprimía. Tanta era la expectación que hasta un periodista británico vino a hacer un reportaje sobre la previa del partido, dado el contexto que había detrás.

-Boban, ¿cuál es tu opinión sobre la situación que se está viviendo?
-El futuro del fútbol parece muy crudo aquí, si las cosas van a peor, habrá una separación, una fractura- le respondí.

Lee más: Yugoslavia, la potencia futbolística separada

Tal vez pude haber dicho algo más. Como capitán del Dinamo, mi voz era escuchada, pero ahora que lo pienso, no había manera de detener lo que venía. Días antes se celebraron elecciones regionales por primera vez desde que Yugoslavia se formó. El país no llevaba de la mejor forma la caída del comunismo, y muchos en Croacia abogaban por la independencia. Durante 45 años, Yugoslavia había logrado la convivencia entre los distintos grupos étnicos de los países que la conformaban, o al menos eso es lo que creíamos. Pero los viejos odios afloraban nuevamente y con más fuerza. En las elecciones había ganado Franjo Tudjman, un ultranacionalista que definitivamente llevaría al país a la independencia.

Días antes del partido, trataba de no prestar atención a las noticias, que eran bastante preocupantes. Se decía que tres mil aficionados del Estrella Roja iban a llegar a Zagreb para el partido. Los Delije era dignos hijos del origen militar del equipo: nacionalistas, violentos, dispuestos a todo por ideales que no precisamente rayaban en lo sano. No es que los nuestros, los Bad Blue Boys, fueran distintos.

Estrella Roja vs Dinamo Zagreb

El Estadio Maksimir temblaba bajo las botas de los tres mil ultras prometidos. Mientras calentábamos, los serbios entraron con bengalas, vociferando y quemando un cartel que decía ‘Croacia’. Nos metimos a los vestidores, tratando de dejar de lado el ambiente de la tribuna. Nuestros muchachos cantaban el himno nacional croata. Los serbios respondían con Od topole, do topole, una canción de guerrilleros serbios, altamente anticroata.

Cuando salimos al campo, la grada sur del estadio era ya una batalla campal. Cientos de los serbios se subieron al segundo piso de la grada y golpeaban salvajemente a los croatas que trataban de huir mientras arrancaban las bancas del estadio y las aventaban como proyectiles. Pero ningún policía hacía nada. Sentía cómo, al norte, los Bad Blue Boys se alteraban más y más ante la pasividad de la policía. Yo mismo me acerqué a increparles, pero estaban mudos, viendo al frente como si no pasara nada. Al fin y al cabo, ellos todavía representaban a Yugoslavia, igual que los aficionados del Belgrado.

Te puede interesar: Edin Džeko, el amor por Bosnia y Herzegovina

Entonces nuestros aficionados rompieron la reja de contención y empezaron a invadir el campo. Increíble… ahora sí la policía actuó, enzarzándose en combate contra los croatas que intentaban auxiliar a sus compañeros del otro lado del campo. No se veía por ningún lado a los jugadores del Estrella Roja, pero los de Dinamo seguíamos ahí sin saber muy bien qué hacer. En eso vi cómo un policía golpeaba a un aficionado en el suelo. Corrí para detenerlo. El policía se volteó y blandió su porra contra mí. El aire estaba enrarecido por los gases lacrimógenos mientras los combates seguían por todos lados.

Dentro de mí sentía la energía de lo que pasaba, e iba a explotar si no lo sacaba. Retrocedí, tomé carrera y me volví a lanzar… le di una patada al policía que cayó de espaldas, sorprendido por mi ataque.

Lo sucedido aquel día solo fue un augurio de lo que iba a pasar. Cuando la guerra estalló, tanto Delije serbios como Bad Blue Boys croatas tomarían los rifles y partirían al frente para nunca regresar. Algunos de los que estuvieron ese día en el estadio incluso fueron juzgados por crímenes de guerra. Zeljko Raznatovic Arkan y sus grupos paramilitares provenientes de los ultras serbios fueron los que iniciaron la batalla ese día.

Lee más: Contradicciones de la UEFA y la FIFA

Una placa en el Estadio Maksimir dice «Para los seguidores del equipo, que comenzaron la guerra con Serbia en este estadio el 13 de mayo de 1990.» Pero la guerra había comenzado desde mucho antes. El partido y todo lo que sucedió fue solamente una gota más en un vaso a rebosar. Nadie quiere tener el honor de decir que por su culpa una nación se despedazó a sí misma. Yo solamente quería defender a un hincha.

 

Por: Bernardo OV

Entradas relacionadas