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Gareth Southgate

Las diferencias que existen entre el futbol europeo y el sudamericano, y más ahora que se llevaron a cabo los dos torneos más importantes del continente de forma paralela, resulta abismal, y comparar cualquiera de los dos con la Copa de Oro es obsceno.

Podríamos hablar del existencialismo danés de Kjaer disfrazado de Søren Kierkegaard tras el desplome de Eriksen; de las pretensiones belgas para emular a Maurice Maeterlinck y quedarse a la mitad. De Países Bajos y sus fantasmas; de Luis Enrique confundiendo al Quijote de Saavedra con el Ignatius de Toole; de la alegría desplegada por los austriacos a ritmo de Haydn; del idilio francés que pretendía ser el culmen de la Dama de las Camelias y terminó en los Miserables; “la muerte de Dios” con los alemanes y el desasosiego de Portugal. Pero prefiero comentar un tema en específico, la Selección Inglesa.

Últimamente nos hemos vuelto expertos en volver famosos a los idiotas y más si tienen un poco de carisma y redes sociales.

Wembley, 26 de junio de 1996, Gareth Southgate falla el penal decisivo contra Alemania. Ese mismo personaje que ahora, a sabiendas de vaya usted a saber qué méritos o recursos, dirige a la selección de su país, vuelve a dejar claro su medianía y que, de futbol, sabe poco y nada.

Es la segunda ocasión que en un torneo internacional y de eliminación directa, Inglaterra, de la mano de Southgate, se pone arriba en el marcador, pero termina perdiendo el partido; contra Croacia en tiempos extra y contra Italia en penales. En este último juego, tomó ventaja al minuto 2 y decidió especular y apostar a la suerte para conseguir el resultado y salir campeón. Afortunadamente, el futbol fue generoso y le impidió a Inglaterra coronarse; Posiblemente, el equipo de la rosa sea mejor que Italia, pero en cuanto a espíritu competitivo y deseo de gloria está años luz de los azules (“La gloria no tiene precio” dijo Bilardo a los suyos en el ´86).

 “Embestir de frente a la vida de manera irreflexiva es -fuera de toda cuestión- actitud de temerarios; recular por temor al porvenir es -fundamentalmente- actitud de reculeros”.

Nunca mejor dicho este aforismo de J. G. Llama en su libro “El calendario del arrabal y las hojas del basurero”, de poder traducirlo de forma literal veríamos la forma de hacérselo llegar al Sr. Gareth Southgate.

El primer problema no es el resultado sino las formas; “forma es fondo” dijo Reyes Heroles; y el segundo problema y, aún más trascendente, es que la mayoría de la afición y los directivos se “revuelcan” de la felicidad con el técnico inglés, ya que ha sido el único capaz de llevar a la selección de los tres leones a una final de Eurocopa.

¿Qué sigue? Nada, más de lo mismo, partidos llenos de temor y especulación de resultados. Southgate y los ingleses apostarán a que el azar se alinee y logren algo, sin embargo, los hechos deben evaluarse por las decisiones y no por los resultados.

 

Leer más: Sócrates: pensar con el balón

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Por: Alonso Gutiérrez R. / @AlonsoNeuroEnd

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