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Pele-Nigeria

Seguir los rastros de una leyenda como Pelé es un poco como caminar entre sueños almidonados. El mundo suele dividirse en dos, aquellos que lo consideran como el mejor jugador de todos los tiempos y aquellos que se oponen a dicha sentencia. Lo cierto es que la figura de Edson Arantes do Nascimento es fundamental para comprender la historia del balón, no solamente en Brasil sino alrededor del mundo. Y es que su figura conjuga de una manera casi elemental, al jugador carismático y al ídolo del esférico. Dicha precisión no excede juicios, pues todos los pronunciamientos caben en la historia del astro brasileño.

Nunca fue polémico, no necesita demostrar que prácticamente ganó todo con la Canarinha y el Santos F.C.

La belleza de un toque a tiempo no precisa de fronteras ni mucho menos respeta cánones. Pelé no solamente debutó con los albinegros, también se llevó la impresionante cantidad de once Campeonatos Paulistas – aunque las cifras oficiales difieren entre nueve y once-, comenzando en 1956 y terminando en 1973. Tres años después de su primer campeonato se llevaría el Torneo Río-São Paulo (1959). Con todo y sus sucesivos triunfos, éstos no le arrebataron el carisma que poseía.

Es curioso por otra parte como se cumplen ciertos conceptos, la etimología de carisma proviene del griego: χάρισμα y fue utilizada en los albores de la comunidad cristiana para significar la importancia de un don. Con Pelé el adjetivo queda a la perfección, pues no hay mayor virtud que comprender las figuras empíricas del balón, en donde un muchacho anota en el Estadio Ullevi, en pleno Gotemburgo. Los suecos no lo podían creer, la primavera había llegado. El Mundial de 1958 vería coronarse al Rey (con mayúscula), pero no era cualquier mandatario, era un muchacho que solo amaba jugar a la pelota. Un amor que aún hoy sigue impactando en todas las esferas.

Por último, una de las muchas anécdotas que circulan sobre Pelé es la de su viaje a África en los sesenta. En una gira que contemplaba pasar por Brazzaville y por el Congo, país donde solo unos años antes había andado el Che Guevara cazando elefantes y combatiendo, terminó en Nigeria. Lamentablemente alrededor de 1969 dicho país se encontraba inmerso en una guerra civil con Biafra, región al sur del país que al poseer la mayor parte de la economía, había decidido separarse de su contraparte nigeriana.

Fue así que Pelé se aventuró a esos terrenos a jugar un partido, y se rumora que la guerra se detuvo por 48 horas para ver al astro patear un balón. Pelé en su biografía afirma que hasta la fecha no sabe si fue cierta esta anécdota, pero podemos imaginar al Rey un año antes del Mundial del 70 en África, sembrando la paz con una pelota de futbol. Finalmente el partido podrá ser un mito, pero sin duda Pelé con sus tres Copas del Mundo fue único y también legendario.

Por: Andrés Piña/@AndresLP2

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