Scroll Top
Hristo Stoitchkov

Se juegan los octavos de final del Mundial de Estados Unidos 1994. México enfrenta a Bulgaria en el Giants Stadium de Nueva York. Al minuto 7, Alberto García Aspe pierde la pelota en el primer cuarto de la cancha búlgara. El recuperador avanza unos metros en conducción y manda un pase largo a la banda izquierda en donde recibe la pelota Hristo Stoichkov, quien tiene una pradera para avanzar. El ídolo de Bulgaria lo hace.

Stoichkov nació el 8 de febrero de 1966 en Plovdiv, Bulgaria y comenzó su vida deportiva haciendo atletismo, lo que le daría el vigor suficiente para fortalecer el cuerpo y la mente. Empezó su carrera periodística después de no tener tanto éxito como entrenador, donde trató de igualar sus logros con la Selección de Bulgaria, donde es considerado el futbolista número uno en la historia del país. A golpe de habilidad y de carácter, lideró al combinado nacional en el mejor mundial que han tenido hasta la fecha en Estados Unidos 1994.

Te puede interesar: Bob Marley y el futbol: el amor por la pelota

La velocidad de Stoichkov es demasiada para la defensa mexicana. Antes de que nadie pueda hacer nada, un balazo pasa por encima de Jorge Campos y se incrusta en el ángulo. Hristo corre al tiro de esquina, celebrando. No hay vergüenza: había anotado el mejor jugador del partido. Ninguna sorpresa.

El ganador del Balón de Oro 94 y referente del F.C. Barcelona tenía una zurda endemoniadamente potente y con un carácter furibundo. Se había ganado a la afición catalana a base de sudar la camiseta y dejar la piel en el campo. Parte del Dream Team de Johan Cruyff, Hristo Stoichkov ganó cinco Ligas, dos Copas del Rey, cuatro Supercopas de España, una Recopa de Europa, dos Supercopas de Europa y, sobre todo, la primera Champions del Barcelona.

El liderazgo y la intensidad que lo caracterizaban le ganó varios problemas, aunque era esa la misma razón por la que Cruyff había solicitado sus servicios. En una ocasión, en la Supercopa 1990 contra el Real Madrid, le dio un pisotón a un árbitro -en «buen» gesto, tiempo después le regaló esos zapatos-. Sus primeros años por poco se convierten en los últimos al pelearse en la final de la Copa de Bulgaria, lo que casi le acarrea una sanción de por vida. Había llegado a España proveniente del mejor equipo de su país, el CSKA Sofía, con el que debutó a los 18 años y donde también cosechó triunfos.

Ningún búlgaro llegará tan lejos como yo he llegado

Su selección no ha vuelto a destacar desde que el astro se retiró, pero la posibilidad de que algún otro niño búlgaro recoja el manto de responsabilidad crece conforme pasa el tiempo: los dioses de la pelota casi siempre saben distribuirla.

Por: Bernardo OV / @bernaov

Entradas relacionadas