El 2 de octubre de 1968 no se olvida. La matanza que ocurrió en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco es considerado hasta la fecha como un crimen de estado, una aberración que debe estar presente en la conciencia colectiva. El deporte, al ser un fenómeno social, se vio inmiscuido tanto en el origen del movimiento como en el desenlace del mismo.
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La relación entre el deporte y el movimiento estudiantil
El movimiento estudiantil de 1968, entre todo el entramado que significó, tuvo en el deporte algunas de sus aristas. Es preciso mencionar que futbol no fue el tema central, pues debemos recordar que el balompié profesional se detuvo, no por motivo del movimiento estudiantil, sino por los Juegos Olímpicos que estaban por llevarse a cabo en México.
La temporada 1968-1969 se dividió en dos, pues arrancó en marzo del 68 y terminó en marzo de 69, y se interrumpieron los partidos a partir de septiembre de 1968. Como dato anecdótico, Cruz Azul se proclamó campeón por primera vez en dicho torneo.
Un partido de futbol americano: el inicio de las convulsiones
Sin embargo, otra disciplina deportiva sí tuvo que ver directamente con el origen del movimiento estudiantil de 1968: el futbol americano. El 22 de julio de 1968 se llevó a acabo un partido en la Ciudadela, el cual enfrentó a estudiantes de las vocacionales 2 y 5 contra alumnos de la escuela Isaac Ochoterena, escuela incorporada a la UNAM. Durante el encuentro se suscitó una pelea entre los integrantes de las vocacionales y los alumnos de la Ochoterena.
El conflicto quedó simplemente en un altercado, aunque el 23 de julio los incidentes siguieron. Los miembros de la Vocacional apedrearon a la escuela Isaac Ochotearana y los estudiantes de ésta respondieron a la agresión.
Pero fueron las autoridades las que llevaron a un nivel superior el hecho, pues reprimieron a los estudiantes de forma violenta. Estudiantes golpeados y policías ingresando a la Vocacional 5, fueron las escenas que presenciaron los testigos. Algunos señalan que se le prometieron a los policías diez pesos por cada detenido, y que esto provocó la violencia desbordada.
En adelante, el movimiento tomó forma. UNAM, Politécnico, Chapingo y escuelas de otros estados formaron un frente estudiantil que repudiaba la violencia que habían sufrido a lo largo de sus manifestaciones. En líneas generales, el movimiento se volvió nacional, y el deporte no se desmarcó de él. Así como la represión posterior a un partido de futbol americano fue el chispazo de la violencia, los Juegos Olímpicos se volverían una cortina de humo oficialista para diluir las revueltas, pues tan solo pasaron diez días después de la matanza para que el evento diera inicio.
México se llevó nueve preseas, una de ellas la conquistó Felipe “El Tibio” Muñoz, estudiante de la escuela preparatoria Isaac Ochoterana. La selección mexicana de futbol integrada por Javier “Gato” Vargas, Héctor Sanabria y Vicente Pereda quedó en semifinales, sin embargo todos debemos tener en cuenta el absurdo precio que se pagó para llevar a cabo la celebración internacional.
El presidente Gustavo Díaz Ordaz, a quien se le imputa la responsabilidad de lo que aconteció en Tlatelolco, abanderó a la delegación mexicana al día siguiente de la matanza. Al finalizar su mandato presidencial declaró “Estoy orgulloso de haber podido ser presidente de la República”. El 2 de octubre no se olvida.
Por: José Macuil García