Actualmente existen miles de formas para jugar al futbol. Puedes hacerlo desde tu consola de videojuegos favorita, en tu celular, asistiendo los fines de semana al campo, o bien salir a echar la cascarita. Pero estoy completamente seguro de que el futbolito ocupa un lugar protagónico en la memoria de muchos aficionados.
De hecho, el futbolito es lo más cercano a un sentimiento revolucionario en la mente del espectador, pues se niega a desaparecer. Esto se lo debemos en gran medida a Alejandro Finisterre, su creador.
Alejandro Finisterre: futbol para mantener viva la alegría
Alejandro Campos Ramírez adoptó el Finisterre en honor al pueblo donde nació, mismo que se ubica en Galicia. Curiosamente, Finisterre en gallego significa «el fin de la tierra», pues antes de que los europeos arribaran a América, se creía que ese era el último resquicio antes de sucumbir ante los terribles e infinitos mares.
Alejandro nació en una familia humilde que difícilmente tenía recursos para mandarlo a la escuela. Tal vez por ello, una de sus aspiraciones era ser arquitecto, por lo que durante su juventud se convirtió en ayudante de un albañil.
Sin embargo, la actividad que atrapó por completo a Alejandro Finisterre fueron las letras y la lucha social. Se enroló como aprendiz en una imprenta, actividad que lo acercó a artistas e intelectuales españoles, la mayoría de ellos con ideales anarquistas que se planteaban el ascenso de la clase obrera.
Gracias a esta etapa, Alejandro construyó su ideología anarquista, que dentro de las variantes y ramificaciones de esta corriente ideológica, lo podemos ubicar como un anarquista pacifista, o bien, un ideólogo pragmático. A la par de su formación intelectual, Alejandro fue testigo y una de las víctimas de la Guerra Civil Española, pues a los 17 años, el edificio donde vivía fue bombardeado, dejándolo bajo los escombros.
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Fue justo en este momento cuando el futbol cobro relevancia dentro de la vida de Alejandro Finisterre. Las lesiones que sufrió durante el bombardeo lo llevaron a pasar un largo tiempo en el hospital, mismo que lo inspiró a crear el futbolito. Cabe aclarar que antes de la creación de Finisterre ya existía un juego de mesa similar inventado por Harold Thorton, sin embargo, guarda diferencias con la creación del gallego.
Por otro lado, en palabra del mismo Alejandro, lo que lo orilló fue ver a aquellos niños cojitos, tan tristes porque no podían jugar al balón con los otros niños… Y pensé: si existe el tenis de mesa, ¡también puede existir el fútbol de mesa!
La construcción del histórico invento
De esta forma, Alejandro Finisterre reunió a Javier Altuna, carpintero vasco que se encontraba refugiado en el hospital, quien le ayudó a moldear a los jugadores y a materializar el terreno de juego que había ideado el gallego. Una vez que tenían el campo y a los jugadores, faltaba lo más importante, la redonda. Esta fue hecha de corcho, material que en opinión del creador servía para otorgarle buen control de la bola, detenerla, imprimir efectos.
En pocas palabras, Alejandro Finisterre creó lo que en apariencia parecía una caja de madera, pero que en realidad se convertiría en un escaparate para que los niños y él pudieran recordar lo que era jugar futbol.
En cuanto el gallego salió del hospital se reintegró a sus actividades político-sociales, aunque no logró patentar el invento en 1937, debido al triunfo del franquismo que lo obligo a huir a Francia. Se cuenta que en el trayecto a tierras galas perdió el documento de la patente, algo que en realidad no le importó, pues consideraba que si no lo inventaba él, alguien más lo haría.
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Una personalidad única
Otra arista dentro de la historia del futbolito nos lleva a 1952, cuando el mismo Alejandro Finisterre se trasladó a Guatemala. Ahí fue donde el poeta, anarquista, inventor y editor gallego comenzó a construir futbolitos, mismos que contaban ya con algunas modificaciones. Les incorporamos barras periscópicas, que en pocas palabras, se refiera a las barras de metal que sujetan a los jugadores.
El ibérico impulsó el futbolito en diversos puntos de América, y vaya que lo hizo. Por otro lado, su viaje marcó varios hitos que si bien no están relacionados con el futbol vale la pena acotar. El primero de ellos fue en Guatemala, cuando lo obligaron a subir a un avión los agentes franquistas. Ante la incertidumbre de no saber lo que le sucedería, decidió secuestrar el avión, ¿cómo lo hizo?
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Finisterre se metió al baño y puso un jabón envuelto en papel de color plata, en cuanto salió, gritó lo siguiente: «¡Soy un refugiado español al que han secuestrado, y si es necesario, sé cómo evitar que este avión llegue a su destino!» Este suceso será recordado como uno de los primeros secuestros aéreos.
Después tuvo un paso por México donde formó parte de un círculo intelectual que promovió el arte. Fundó la Editorial Finisterre Impresora en la que se editó la revista del centro gallego y libros de poesía. Regresó a su país y vivió la transición del gobierno español, formó parte de la Real Academia Gallega. De hecho, recibió el homenaje del grupo Os Diplomáticos de Monte en el que mencionan el aporte de Alejandro Finisterre.
En suma, el gallego fue un hombre idealista. Finisterre encontró en el futbol uno de los motores para mantener la memoria y la felicidad. Implícitamente, la creación del futbolito abrió la puerta a una forma de entretenimiento que perdura. A título personal, quiero agradecerle por lo momentos de alegría que nos regaló con su creación.
Por: José Macuil García / @J_Macuil