El siglo XX estuvo lleno de cambios a nivel mundial y América Latina no fue la excepción. Los territorios todavía no conseguían mantener el orden social, un factor que algunos políticos aprovecharon para hacerse del poder con base en la fuerza, lo que desató las dictaduras militares. El primer episodio reconocido es el de Leónidas Trujillo en República Dominicana. Sin embargo, a principios de la segunda mitad del siglo casi todos los países latinoamericanos vivieron bajo el yugo de un hombre y sus allegados. Chile tuvo a Pinochet, Argentina a Videla y Paraguay a Alfredo Stroessner.
Después de casi cincuenta años en los que Paraguay vivió una época de aparente anarquía, el 11 de julio de 1954 Stroessner fue elegido como presidente y el 15 de agosto subió al poder, lugar donde permaneció por más de tres décadas.
Stroessner era aficionado del Club Libertad, una paradoja tomando en cuenta su tipo de gobierno.
Pertenecía al Partido Colorado y desde los primeros años, la corrupción se hizo presente en su mandato al establecer su régimen bajo la triada: gobierno-partido-fuerzas armadas. Su periodo al frente del país sudamericano se considera como uno de los más sangrientos y opresores debido a que desde su ascenso suprimió los derechos constitucionales y se valió de la fuerza bruta para mantener a raya las ideas de subversión. Fue conocido por la fuerte opresión ejercida a quienes comulgaban con las ideas comunistas e incluso se le reconoce por favorecer los intereses estadounidenses.
Pero así como tenía intereses políticos y económicos, el dictador paraguayo también era conocido por sus pasiones, entre las que destacaban su afición a la pesca, los naipes y, por supuesto, al futbol. Debido al creciente interés que generó el balompié en los distintos estratos sociales y el nivel de convocatoria que tuvo, se utilizó con un arma por parte de las cúpulas de poder ya que era una forma eficiente de ganar la simpatía de los pueblos, es decir, una adaptación del panem et circenses latino.
La pasión de Stroessner por el deporte de las patadas no era algo desconocido, tanto así que su afición por el Club Libertad era conocida en cada rincón guaraní a pesar de la paradoja por el nombre del equipo. Durante su mandato el equipo fue campeón un par de ocasiones, en 1955 y 1976.
A pesar de que no existen rastros que corroboren influencia por parte del gobierno de Stroessner en el Club Libertad, su legado se hizo presente décadas después. El último presidente de Paraguay, Horacio Cartes, quien perteneció al mismo partido político, estuvo al frente del cuadro albinegro en el que invirtió dinero y ganó títulos nacionales así como reputación en la Copa Libertadores.
Más allá de las desapariciones y los homicidios cometidos por el dictador, el estadio del Club Deportivo Pinozá, que milita en la Cuarta División paraguaya, lleva el nombre de Stroessner, quien durante su presidencia otorgó el título de la propiedad gracias a la intercesión de Hilario Aguilera, peluquero del barrio y del hombre que cambió la vida en Paraguay.
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Por: Obed Ruiz / @ObedRuizGuerra