No había duda—era roja.
Stephany Mayor debía ser expulsada y perderse la final de vuelta. La repetición mostraba claramente a la delantera de Tigres golpeando la cara de su rival, Diana García. Tuvieron que entrar las asistencias a tratar de detenerle el sangrado de la nariz, pero ni el árbitro, ni la abanderada, marcaron falta, y no hay VAR en la liga femenil para revisar la jugada. Así, Mayor siguió jugando—y al minuto 71, anotó, empatando el partido.
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En la Liga BBVA MX Femenil no hay enfrentamiento más atractivo que una final entre Tigres y Rayadas. Son una fiesta; una oportunidad para ver el máximo nivel de las jugadoras, como el desborde fantástico que se mandó Aylin Aviléz, la joven joyita de las Rayadas, en la semifinal contra el Atlas, que incluyó un túnel con el talón y una asistencia de gol. Pero en esta ocasión, el partido de ida en el estadio BBVA, las futbolistas—especialmente las de Tigres—le dejaron un trago amargo.
Estuvo marcado por juego desleal y mala actitud. Además de la flagrante agresión de Mayor sobre García, Rebeca Bernal vio la tarjeta amarilla cuando pateó a Lizbeth Ovalle con tal fuerza que le rompió el short, en una jugada que, muchos opinaron, debió ser castigada con tarjeta roja; Belén Cruz levantó tanto la pierna que golpeó a una rival en el pecho, pero el juego ni siquiera se detuvo; y, en un arranque de frustración, María Sánchez empujó a Aylin Aviléz para quitarle el balón, mandándola al suelo. Otra vez, la agresión pasó desapercibida.
Aunque, tras una revisión de los videos, la Comisión de Arbitraje finalmente decidió suspender dos partidos a Stephany Mayor, y la misma delantera se disculpó públicamente con García y con sus propias compañeras. Esto ocurrió solo después de una queja formal de Rayadas y la presión del público y los medios, un día antes del juego de vuelta.
El arbitraje condescendiente en la liga femenil
Desde el comienzo de la Liga BBVA MX Femenil, en 2017, el arbitraje ha sido generalmente malo—a veces, escandaloso. Una de las voces críticas más frecuentes es la de Georgina González, comentarista y analista deportiva de TUDN, que insiste mucho en la condescendencia de los árbitros con las jugadoras.
Se suele pensar que el futbol femenil es más leal que el varonil; que las futbolistas entran con fuerza pero al balón, y no tratan de inventar faltas para sacar ventaja. Tras visitar un entrenamiento de Tigres Femenil en 2018, el Tuca Ferretti reportó que “las señoritas se caen y se paran rápido”, y que, “si una se queda tirada [le dicen]: ‘no seas hombre, párate’”. Aunque tiene algo de cierto –así como el machismo que aún está tan arraigado en el futbol–, esta generalización ha hecho que los árbitros se formen una idea errónea de las jugadoras, a quienes parecen considerar incapaces de jugadas violentas y/o malintencionadas; si una ocurre, seguro fue un accidente.
Es “absolutamente condescendiente”, opina Geo González en entrevista para Apuntes de Rabona. “Se [guardan] las tarjetas amarillas, hay faltas que no marcan y hay tarjetas que no sacan cuando [las futbolistas] se lo merecen”. No hay razón por la que el trato sea distinto al varonil: “si una [jugadora] entró con los tacos por delante y metió un faul ‘marca llorarás’, es amarilla”. Este trato, además, es dañino para la categoría entera: “el futbol femenil no necesita […] que seas condescendiente por quedar bien, porque [son como] el pétalo de una rosa”.
“Siempre he considerado a [Stephany Mayor] la mejor jugadora de la [liga femenil]”, reaccionó Geo a la agresión de Mayor sobre García, vía Twitter, “pero esta acción demerita el Fair Play. ¿Cuál era la necesidad de esto?”.
Checa la entrevista que le hicimos a Geo González hace unos meses para nuestro canal de Youtube.
No solo en México
Esta condescendencia no es un problema exclusivo de esta liga. En 2019, Kieran Theivam publicó un artículo en The Athletic en el que expone inquietudes muy similares.
En 2018, una fuerte falta sobre la escocesa Kim Little, del Arsenal, fue sancionada con una tarjeta amarilla a pesar de dejarla con una pierna rota. En 2019, Abbey-Leigh Stringer, del Everton, por poco le rompe el tobillo a la delantera Beth Mead, también de Arsenal, con una barrida violenta, con los tacos por delante. Exigiendo que fuera expulsada, la compañera de Mead, Danielle Van de Donk empujó a la árbitra, un acto severamente penado. Al final, Stringer y Van de Donk solo fueron amonestadas. “Aparentemente las tarjetas rojas aparecen con mayor frecuencia por reclamos que por barridas peligrosas”, dice Theivam.
A lo largo de todo el torneo femenil ‘Grita México A21’, las y los silbantes mostraron un total de 27 tarjetas, de las cuales 18 fueron directas y 9 por doble amonestación. Es un contraste escandaloso con la rama varonil, donde fueron 63 tarjetas rojas, 47 de manera directa, aunque ambas ramas juegan el mismo número de partidos.
Otro factor importante que da lugar a tal diferencia de juicio en ambas ramas del futbol profesional, según el artículo de The Athletic, es la escasa experiencia de los árbitros. En Inglaterra y en México, así como en muchos otros lados, las ligas femeniles se usan como entrenamiento o escuela donde los silbantes se preparan para el máximo circuito de la liga varonil (los hombres, por lo menos, ya que las árbitras centrales no tienen cabida en ella). Ella Chandler, una árbitra convertida en jugadora, reporta en The Athletic que a los silbantes “puede llevarles diez años alcanzar la máxima categoría del futbol varonil”, mientras que solo “tres o cuatro años” para la femenil.
Más experiencia, las futbolistas que los árbitros
“[…] Mandaron a uno que ha pitado solo 12 partidos femeniles en 4 años!”, exclamó Geo González, vía Twitter, sobre Aldo Ballesteros Barba, el árbitro de la final de ida entre Tigres y Rayadas.
Aunque Ballesteros Barba fue uno de los primeros árbitros en dirigir en la liga femenil (debutó el 15 de septiembre de 2017), solo lo ha hecho en un puñado de partidos; de 11 entre el Apertura 2018 y el Clausura 2020, solo en 3 ha fungido como árbitro central; en los otros 8 lo hizo como cuarto árbitro. No fue sino hasta el Apertura 2021 que arbitró los 12 partidos que menciona Geo González, aunque en solo 7 lo hizo como central, que, aparentemente, fueron suficientes para llevarlo a la final. El resto del desempeño del joven árbitro de 28 años, durante 2020 y 2021, fue en partidos de fuerzas básicas, Sub 18 y Sub 20, y Liga Premier.
Como resultado de usar una liga de futbolistas profesionales, la Liga BBVA MX Femenil, como campo de entrenamiento, los árbitros y árbitras deben intentar establecer su autoridad y control ante jugadoras que por mucho sobrepasan su experiencia. De 2016 a 2019, Stephany Mayor jugó en el Thór/KA Akureyri de Islandia, y fue nombrada como la mejor jugadora de esa liga en 2017; además de jugar en Canadá, la delantera de Rayadas, Desireé Monsiváis jugó con el Biik Kazygurt FC de Kazajistán, con el que disputó partidos de Champions; en Chicago, María Sánchez compartió vestidor con Sam Kerr, una de las mejores delanteras del mundo, que ahora juega en el Chelsea inglés; y antes de llegar a Tigres, la defensa Cristina Ferral formó parte del mismo Olympique de Marsella de donde proviene otro notable jugador del club, André-Pierre Gignac.
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Además de un posible resultado injusto, la limitada experiencia de las y los silbantes también puede poner en peligro la salud de las futbolistas. Este año se estableció el protocolo de conmoción cerebral en las ligas profesionales. En la rama femenil destacan dos incidentes que pudieron terminar en tragedia: el de Nayeli Rangel y el de Daniela Delgado, de Tigres y Santos, respectivamente.
Si te interesa, ve este video especial donde analizamos las consecuencias del protocolo de conmoción establecido este año para el futbol mexicano profesional
Se decidió que las futbolistas podían seguir jugando después de golpearse la cabeza. Solo minutos después, en ambas ocasiones, fueron reemplazadas y llevadas al hospital donde se determinó que habían sufrido de conmoción cerebral. Específicamente en el caso de Delgado, se reportó que había perdido momentáneamente la memoria. Aunque la futbolista no fue específica, en sus redes sociales describió las consecuencias del choque como “algo que no le deseo a nadie”.
Por: Patricio Bidault / @pbidault