Ariel Holan se dedicó desde pequeño al hockey sobre césped, disciplina deportiva en la que aprendió algo que marcó su vida: la perfección.
Metodista
Al inicio el hockey fue el deporte que le movía el corazón, pero desde el fallecimiento de su padre, cuando Ariel tenía 19 años de edad, dejó de practicarlo. Ahí pudo terminar la historia de Holan en el deporte, pero sin la llegada de Luis Ciancia hoy no podríamos ver sus métodos innovadores y su éxito como director técnico.
Pero tenemos que aclarar todo. Luis Ciancia, entrenador de hockey de césped, se acercó a Holan para tratar de animarlo a seguir con el deporte, pero esta vez desde el banquillo. Para ese momento Ciancia era uno de los entrenadores fundamentales en el desarrollo del hockey sobre césped en Argentina, por lo que no le tomó mucho esfuerzo inspirar a Ariel.
Fue así como comenzó su camino como entrenador, uno que no abandonó hasta después de 20 años. Durante ese tiempo desarrolló un estilo de juego claro, sus dirigidos tenían que ser dinámicos en todo sentido, en la defensiva ser un solo ente que no permitiera daño, y en la ofensiva ser lo letales.
De un césped a otro
Su mayor logro en el hockey sobre césped fue la medalla de bronce que consiguió en la XIV edición de los Juegos Panamericanos, celebrados en Santo Domingo en el año 2003. En el partido por el tercer puesto empató con dos tantos con su similar de Chile, por lo que los tiros decisivos fueron necesarios para definir al tercero del podio. Su equipo se alzó con la victoria con un 4-5.
Pero la vida da vueltas, y así fue para Holan. La llegada del 2004 no fue solo un cambio de año más, sino que fue la transición al futbol. En este año se integró al cuerpo técnico de Jorge Burruchaga, mejor recordado por su gol ante Alemania en la Copa del Mundo de México 1986. Su cambio fue bien visto por él, nunca le quitó el ojo al balompié, se mantuvo al tanto del Independiente de Argentina, equipo de sus amores y que, sin saberlo, tendría la oportunidad de dirigir en el futuro.
Adentrarse en un nuevo terreno
Pero nos estamos adelantando. Las ideas de Holan eran buenas, venía con el dinamismo y juego compacto que lo caracterizó en el hockey, pero ahora tenía que adaptarse al futbol. Su etapa como asistente le permitió afinar los detalles que necesitaba, y siguió así por un tiempo largo.
Se mantuvo cerca de Burruchaga hasta el 2011, a excepción de un breve periodo en el que formó parte de la escuela de futbol de Independiente. Del 2006 al 2008 se dedicó a formar un plan para la detección de talentos. Para el 2011 siguió como ayudante, pero esta vez de un hombre que posteriormente haría historia en México: Matías Almeyda.
Se unió al “Flaco” durante su etapa con el River que, para ese momento, estaba en la segunda división de la liga Argentina. Holan, después de 11 años de espera tuvo su oportunidad. Para junio del 2015 se hizo oficial su llegada de al Defensa y Justicia de su natal argentina, esta vez como cabeza principal.
Tecnología y futbol
La idea de Ariel Holan era de llevar un estilo de juego que hiciera que el equipo resaltara, a pesar de la humilde plantilla del equipo. Básicamente quería hacer un equipo competitivo y ganador.
El equipo entendió su idea y se vio reflejado en los resultados, pero su buen avance también estuvo influenciado por otros detalles. Con el tiempo comenzaron a llamarle “Steve Jobs”, debido a su manera tan peculiar de llevar los entrenamientos. Desde el 2008 comenzó a introducir la tecnología en su trabajo.
Con el tiempo los drones, las grabaciones y los gps integrados en las camisetas de los jugadores se hicieron cada vez más comunes, todo con tal de perfeccionar cada vez el rendimiento de su equipo.
Su trabajo se vio representado en los resultados. En 47 partidos con el Defensa y Justicia disputó 47 partidos, de los cuales obtuvo 17 victorias, las mismas derrotas y 13 empates.
Amor y pasión como estandartes
Para 2016 se le dio la oportunidad de dirigir al Independiente, ocasión que no dejó ir. Ya con un estilo definido, el objetivo de Holan fue claro: regresar a su equipo a los mejores años. Logró su objetivo. Con el equipo de sus amores disputó 104 partidos, de los cuales ganó 48, empató 33 y perdió 23, dejando su efectividad en el 57%.
Durante este tiempo logró posicionar su idea de juego, y comprobó que la introducción de la tecnología a los entrenamientos podía lograr que el rendimiento de los equipos mejorara considerablemente. Su mejor momento en el equipo fue la Copa Sudamericana del 2017, cuando, después de siete años de sequía, por fin el Independiente logró conquistar un título internacional.
La final la disputaron el Independiente y el Flamengo. El primer partido se jugó en Argentina, donde los locales se impusieron 2-1, mientras que el segundo fue en Maracaná. En un partido complejo y lleno nerviosismo, el silbante pitó el final del encuentro con un 1-1 en el marcador parcial. 3-2 fue el resultado, y por fin el Independiente era grande de nuevo.
La alegría lo inundó. No podía creer lo que acaba de lograr, era la culminación de años de trabajo y esfuerzo. Tanto tiempo perfeccionando sus ideas, su estilo de juego, tantas dudas que cayeron sobre él por no haber jugado profesionalmente, por ser de un deporte ajeno al futbol. Tanto sobre él por ser un extranjero en el país del balompié.
“Es muy fuerte, es un sueño. No me quiero despertar”. Ariel Holan después de ganar la final.
Pero a tan solo unos días de su éxito se vio obligado a abandonar a su equipo. La relación de Holan con Pablo Álvarez, la principal cabeza de la barra brava, no fue la mejor. Desde un inicio se habló de que el técnico fue visitado por Álvarez para “financiar a la barra”, en un negocio en el que ganarían todos. Holan se negó hasta en dos ocasiones, la primera solo con él, y la segunda ante más miembros de la barra. La tercera fue mientras conducía, y a pesar de levantar una demanda, decidió irse de la institución.
Una nueva aventura
Pero mientras una puerta se cierra otra se abre. Holan aprovechó su tiempo para aprender aún más del futbol, tenía que ser el mejor, y si su manera de dirigir era relativamente nueva, podía encontrar nuevas formas de liderar mientras aprendía de las ideas de los grandes entrenadores.
Y así se mantuvo hasta que llegó a la Universidad Católica de Chile, para posteriormente continuar en Santos de Brasil y, finalmente, en León.
Con todos sus equipos impone su idea ofensiva y dinámica que los llevan a ser equipos peligrosos, prueba de ello es que, en su primer temporada en el futbol mexicano, ya se encuentra instalado en la final.
Si en su destino está ganar la final será una cosa que se tendrá que averiguar en el futuro cercano, pero lo que es indudable es que sus ideas y convicción lo han llevado a revolucionar los equipos a los que ha llegado, siempre dejando huella y, si su trabajo e ideas son las mejores, podrá rugir una vez más.
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Por: Miguel Ángel Bustamante Rosas / @MiguelB07