Existen directores técnicos que son garantía en la lucha por los títulos, personas con las que sabes que, sí o sí, caerá el campeonato para el club. Pero mientras existen equipos que tienen la obligación de ganar, también están los que luchan por no perder de categoría, y para ellos existen los llamados técnicos «bomberos». Quizá, el ‘bombero’ más legendario del futbol mexicano se llamó Árpád Fekete.
¡Trivia para conocedores!
¿Quién es el entrenador y por qué fue muy famoso en México?
Pistas: es húngaro y ganó 3 ligas nacionales, dos con Chivas y uno con el Oro. La foto es de la temporada 78-79. pic.twitter.com/Trd337OC8c
— Apuntes de Rabona (@ApuntesdeRabona) February 20, 2022
En el mundo del balompié, los bomberos son las personas que llegan a dirigir una escuadra como último recurso, como una medida desesperada de salvar al equipo. Estos técnicos son únicos, ya que tienen la capacidad de ver la luz al final del túnel y, sobre todo, poder liderar el camino hacia la misma. Ese es el caso de Árpád Fekete, un húngaro que, con esfuerzo y trabajo, logró sobresalir entre las figuras del banquillo. Pero vayamos por partes.
Árpád Fekete, de Hungría a México
Árpád Fekete nació en Hungría en 1921. Apenas a sus 14 años ya estaba desbordando su amor por el futbol. Se presentó como delantero del Újpest Budapest Football Club y así se mantuvo por siete años, cuando tuvo que interrumpir su camino en su patria. Para 1942, la Segunda Guerra Mundial llevaba tres años de haber comenzado y faltaban tres años más para que terminara el conflicto bélico más sangriento en la historia de la humanidad. Un evento así obviamente golpeó al mundo del deporte, y entonces en Hungría el practicar futbol era casi imposible.
Fue por ello que Fekete tuvo que partir de su hogar. Se mantuvo viajando por Rumania, Italia y Francia, siendo este último país donde decidió darle fin a su camino dentro de las canchas. Apenas pudo conseguir un campeonato, pero el amor por el arte con el balón le pidió más, le exigió seguir con su romance, pero ahora desde el banquillo.
Fue así que comenzó su viaje a América. El nuevo continente representó una nueva oportunidad. Desgraciadamente para él, su aventura por los Estados Unidos no terminó bien, de hecho, gracias a su fracaso, volteó hacia el sur, y fue así como llegó a tierras mexicanas. No tuvo que esperar mucho tiempo para recibir su primera gran oportunidad. El conjunto del Guadalajara le abrió las puertas y, aunque el título no estaba asegurado, sirvió como puente hacia el campeonato.
El trabajo que realizó en el futbol mexicano
El trabajo de Árpád Fekete fue vital en la transición del Rebaño Sagrado, de apenas superar el casi mérito a ser el ‘Campeonísimo’. Él, junto con jugadores como el ‘tubo’ Gómez, Chololo Díaz, el Jamaicón Villegas y Sebas Ponce, se convirtieron en piezas vitales en la historia del club.
Su manera de dejar huella y de formar equipos competitivos lo llevó al Club Deportivo Oro, donde logró repetir campeonatos, pero el momento por el que pasaría a la historia llegaría un poco después.
Toluca, Pumas, Laguna, Atlante, Tigres, León, Morelia y todos los equipos que existían en ese momento en Jalisco (Guadalajara, Oro, Atlas, Jalisco, Nacional y Leones Negros) fueron testigos de la técnica cuidadosa de Fekete. No había detalles que no pensara o situación que no tuviera prevista, simplemente cada minuto del partido ya estaba visualizado desde antes de que rodara el balón.
Gracias a ello, equipos que estuvieron en la terrible situación de perder la categoría recurrieron a Fekete, y él, como buen técnico, logró sacarlos del infierno. Gracias a ello se ganó el título de “bombero”. Solo un equipo no pudo gozar con la suerte de Árpád, y fue el Atlas en la temporada 1970-1971. Una lástima, el conjunto rojinegro hiló 17 partidos sin conocer la victoria, por lo que quedó en el último lugar de la tabla general, disputando así el partido por el no descenso ante los Tuzos del Pachuca, equipo al que no pudieron doblegar.
Pero desde entonces, Árpád Fekete se dedicó a trabajar con los equipos con peor suerte, a los que aún tenían historias que contar, los que luchaban por permanecer. Su estilo funcionó: no lograba hacer la gran hazaña de darles el título, pero sí los dejaba en una posición en la que no debían de preocuparse por un tiempo.
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Fue por ello que regresó a Guadalajara en 1989. En aquellos años el Rebaño Sagrado no presentaba su mejor racha y recurrieron al siempre confiable Fekete para salir de esa situación. El ambiente era esperanzador, Árpád mantuvo su corazón en Jalisco; ahí pasó buena parte de su vida. Conocía la ciudad, a los aficionados, el ADN que rige la vida de los equipos. Por ello era su oportunidad de regresar con la puerta grande, terminar su carrera como uno de los técnicos más importantes.
Pero la vida tenía planeada otra cosa. Solo consiguió una victoria, una derrota y cinco empates, por lo que sustituido después de siete partidos como cabeza de las Chivas. Con este fracaso, su carrera finalizó.
Pero mientras él salía de Guadalajara, Guadalajara nunca salió de él. El resto de su vida lo vivió ahí, desde su partida del futbol –el deporte que tanto le dio–, hasta el final de sus días.
El 26 de febrero del 2012, a pocos días de llegar a los 91 años, el alma de Árpád Fekete abandonó el mundo. Su historia, amor y compromiso siempre serán recordados en el corazón de aquellos equipos a los que salvó, a los que les dió una segunda oportunidad, una que, como él cuando terminó la guerra, pudiera guiarlos hasta el cielo.
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Por: Miguel Bustamante