Para escribir sobre Ataulfo, portero legendario del Club América y campeón con los azulcremas en 1965, habría que remontarnos a la vieja discusión sobre la verdadera y única esencia del balompié. Efectivamente nos podría parecer hoy en día un tanto trivial esta lucha de conceptos entre los científicos y los metafísicos, en la que ocasionalmente intervienen los patafísicos, sin embargo, es evidente que las cualidades temáticas de Ataulfo Sánchez y su crítica feroz al sistema capitalista son ya un completo desenvolvimiento que nos inunda de formas e ideas, despertando en nosotros más dudas que certezas sobre la veracidad de nuestro actual sistema social y sus alcances trascendentales.
No por nada Ataulfo Sánchez era un amo de la portería, un portento de los tres palos. Desvanecía el mármol para convertirlo en trabajo vivo. Bañando en un fulgor más pleno que el de Joaquín Murrieta, cada visión de la historia del futbol.
Y es que el límite crítico del pensamiento de Don Ataulfo ha parido como dicen algunos de los estudiosos, a toda una serie de pensadores de la talla de Jorge Ugalde Conti, con la eterna e infinita trenza de dos lados. Sin olvidar claro a Manfredini, con su juicio sobre los sistemas pedagógicos y su repercusión en la falta de identidad. Un ejemplo recurrido en el pensamiento de los hinchas es la escasa identidad hoy en día, de una cosa tan bondadosa como lo es un arquero legendario.
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En fin, podemos encontrar numerosos jugadores que han abierto caminos espinosos en tiempos de la posmodernidad, pero nadie como Ataulfo Sánchez, arquero del proverbial Racing de Avellaneda. Quizá esa sea la razón por la cual estoy dándole un espacio al maestro, pues su idea de la imperdonable química del triunfo embargó al Necaxa y a Defensores Unidos, convirtiéndolo en el ídolo de la épica universal, en el caballero trágico de los guantes de oro.
Uno de los imprescindibles diría Bertolt Brecht, jugador que se fuga de un grimorio y puebla el centenario del América, su vida, una leyenda. Sus escritos, jugadas de una historia fantástica que se cuentan en esta ficción.
Por: Andrés Piña/@AndresLP2
