Desde hace 60 años el pequeño pueblo de Chichihualco en la sierra de Guerrero fabrica balones de futbol de manera artesanal. Sin embargo, esta tradición está en riesgo debido a la entrada del mercado asiático. Alberto Morales Adame, mejor conocido como Don Beto, fue el primer dueño de un taller de balones en Chichihualco.
Este proceso se realiza en una hora y por cada balón la mano de obra se paga en 10 pesos.
Al entrar a su local, uno de sus empleados nos recibe con un tatuaje del América en el brazo que reza 100% Chingón, tras darnos una cálida bienvenida nos invita a pasar. La pared principal está adornada con fotos de gran tamaño de Don Beto con Jorge Campos, y en el centro una gama de balones multicolores adornan el espacio de altos techos. Don Beto se sienta con lentitud en una silla de paja vieja y lamenta la entrada del mercado asiático a la fabricación de balones, lo que ha impactado fuertemente en la industria local. Garcís y Estrella eran sus principales clientes, sin embargo desde hace años estas empresas optaron por comprar balones a China.
Ha llegado mucho balón del extranjero y no ha habido forma de detenerlos, y no tenemos apoyo del Gobierno mexicano. Nos quedamos a veces sin vender nuestro producto
Lamenta Don Beto, un señor amable, de pelo cano y bigote tupido. Nosotros no tenemos ninguna publicidad, hasta ahora que nos están entrevistando, y por ejemplo Voit y Estrella son marcas que tienen mucha publicidad y el niño y el joven los ve en la televisión y los quieren aunque no sirvan ellos quieren algo que salió en la publicidad.
De los 70 talleres que había en los setenta cuando inició la industria de fabricación de balones en Chichihualco, ahora únicamente subsisten 15 talleres los cuales han tenido que bajar sus precios de compra para poder ser competitivos.
Actualmente en cada taller se producen entre mil y 2 mil balones al mes. La mayoría de los balones se venden en otros estados de la República, principalmente en Morelos y el Estado de México. Para fabricar un balón hay que tener práctica. Con precisión unen el vinil con la lona para posteriormente cortarlo y sellarlo, y por último coserlo. Este proceso se realiza en una hora y por cada balón la mano de obra se paga en 10 pesos. La gente que tiene más experiencia puede llegar a fabricar hasta siete balones diarios, por lo que la ganancia máxima es de 70 pesos al día.
Lo que recibe el dueño del taller también es poco, pues cada balón se vende a 44 pesos para convertirlo en un producto competitivo en el mercado. Mientras los fabricantes de Chichihualco luchan por subsistir de la tradición de hacer balones, la intempestiva competencia acapara el mercado bajo los spotlights internacionales.
Por: Valeria León (@Val_Leon)