“No hay nada más bello que lo que nunca he tenido
Ni nada más amado que lo que perdí”.(Joan Manuel Serrat)
El mesías preso
El 25 de agosto del 2020 a las 19:00 horas de España, el FC Barcelona recibió un burofax por parte de Lionel Messi afirmando que deseaba dejar el club. La noticia estalló en todos los medios y de ahí en adelante múltiples filtraciones y rumores se convirtieron en el pan de cada día. Durante dos semanas la afición culé contuvo la respiración a la espera de que su capitán saliera a aclarar la situación. Finalmente una entrevista a Goal sirvió como posicionamiento oficial del argentino.
En sandalias, playera de manga corta y shorts, la Pulga apareció con un aire de resignación que al mismo tiempo tenía aroma a guerrilla. A las preguntas lanzadas por Rubén Uría, el argentino respondía con la mirada perdida, aire de melancolía y dejando en claro que era un animal herido y acorralado. Lanzó varios dardos contra la directiva que lo encerraba en una jaula de oro. «Hace tiempo que no hay proyecto ni nada, se van haciendo malabares y tapando agujeros a medida que pasan las cosas», apuntó en una de las líneas que más titulares ocupó. Además de esto dejaba en claro su posición: continuamente reafirmaba su amor por el club, mientras disparaba certeramente a Batormeou y los suyos. El balón entró en el ángulo.
A la raquítica temporada que el Barcelona dejaba atrás y al lamentable desempeño en Champions (Roma, Anfield, Lisboa) se sumaba al anuncio de que el mejor futbolista en la historia del club quería marcharse. Esto terminó por engrasar la maquinaria para que la moción de censura caminara. La afición no quería perder al último de sus ídolos. El sitio de internet “Més que una Moció” tuvo un papel fundamental en la articulación de la afición y en la recolección de firmas que se hacía infinitamente más difícil con toda la situación derivada del Covid 19.
Sanear las arcas
Fue precisamente el parón obligado por la pandemia otro de los factores que terminó por ser determinante en el arranque de la temporada 2020-2021. El golpe que recibió el club en sus bolsillos fue importante y terminó por evidenciar la fragilidad económica del Barcelona: para ser sostenible necesitaba aligerar una masa salarial densa. Y es que además de llevar tres meses sin poder meter gente al Camp Nou o llevar al equipo de gira por el extranjero, el Museo apenas registraba visitas y la entrada de ingresos por conceptos como venta en tiendas oficiales descendió de manera dramática. En un inicio los blaugranas contemplaban un ingreso de 1,120 millones de euros para la temporada 2020-2021. Sin embargo, para septiembre ese monto se había reducido por lo menos 320 millones.
Con el objetivo de sanear los bolsillos del club se comenzó a dar salida a distintos jugadores. Arturo Vidal (que llegó por 20 millones de euros) se iba al Inter de Milán por un millón, Ivan Rakitic (que arribó por 18 millones de euros al conjunto culé en 2014) partió a Sevilla por 1,5 millones y Luis Suárez (comprado por 82 millones en 2014) salió a coste cero con rumbo al Atlético de Madrid. Aún así los problemas económicos del club no cesaron a lo largo del 2020-2021. Fueron necesarias varias reuniones y fue apenas a mediados de diciembre que se consiguió una reducción de la masa salarial de 122 millones de euros en retribuciones fijas y 50 en variables. Este dinero no fue condonado, sino que se pagará de forma diferida, es decir, una deuda para las siguientes administraciones.
Los que jamás llegaron
Mientras las tensiones entre la junta directiva y el equipo aumentaban por las negociaciones económicas, la falta de recursos tocaba otra parte medular del proyecto deportivo: los fichajes. Desde distintos medios se decía que Koeman pedía a Eric García, Memphis Depay o Georginio Wijnaldum, pero ninguno terminó por hacer maletas rumbo a Can Barça. El entrenador declaró abiertamente que necesitaba un nueve y es que de cara al arco la partida de Suárez suponía una fisura por lo menos notable.
El Pistolero debutó como culé el 25 de octubre de 2014 y desde entonces se convirtió en el compinche de Lionel Messi. Su capacidad goleadora lo llevó a marcharse como el tercer máximo anotador en la historia del club en seis temporadas, solo por detrás de la Pulga y César Rodríguez (quienes pasaron mucho más tiempo en el club). Para ponerlo en contexto: el Barcelona, durante la última temporada del charrúa, hizo 86 goles en La Liga, de los cuales 16 fueron de Súarez, a los que se deben sumar 8 asistencias. Casi el treinta por ciento de las anotaciones totales del Barcelona en La Liga pasaron por los pies del uruguayo (y fue su temporada más pobre).
Los fichajes pedidos por el holandés no llegaron (aunque sí arribaron Dest, Pjanić y otros más). Lo que sí llegó fue el momento de comenzar La Liga. Las primeras impresiones que dejó el club catalán fueron positivas debutando con una goleada 4-0 frente al Villarreal y un encuentro contra el Celta en el que con un hombre menos (expulsión de Lenglet por doble amarilla en la aurora del encuentro) el Barça se mostró bastante superior, logrando el 3-0. Presión alta, velocidad y un Ansu Fati que demostraba que era más presente que futuro fueron los sellos de estos primeros encuentros.
La llegada del 2020-2021
Los problemas comenzaron a aparecer contra el Sevilla y particularmente contra el Getafe. Los dos rivales con los que comenzó su camino en La Liga salieron a atacar al equipo de Koeman y eso posibilitó que su 4-2-3-1 disfrutara de amplios espacios. Una de las novedades de la propuesta táctica fue que Messi abandonó la banda izquierda para posicionarse como falso nueve bien arriba, esperando a que el balón llegara a él (aunque en realidad se movía con absoluta libertad). Los blaugranas intentaban recuperar el balón en su área y desplegar a grandes velocidades un futbol frontal.
Sin embargo, a medida que La Liga avanzaba los huecos comenzaron a aparecer. Conforme el calendario seguía su curso el club mostraba cada vez menos energía, en gran parte debido a lo compacto de los compromisos que tenían los futbolistas; no solo jugaban Liga y Champions, sino que encima debían jugar los partidos con sus selecciones en períodos de tiempos mucho menores debido a las modificaciones derivadas del covid. Ya fuese por agotamiento o por desventura, el equipo comenzó a perder jugadores debido a lesiones: hubo momentos en los que Piqué, Lenglet, Ansu, Dembelé y Roberto estuvieron en esta situación al mismo tiempo.
Por si fuera poco, Lionel Messi arrancó la temporada de manera irregular. Si bien el juego que mostraba en muchos momentos era el excepcional de siempre, las pelotas no entraban más que por la vía penal. Esta sequía se unió a la poca precisión de Griezmann en el arranque del torneo, donde el francés erró una cantidad importante de oportunidades claras. Todo lo anterior, sumado a errores muy puntuales de jugadores experimentados terminaron por costarle puntos al club. Se comenzaba a desdibujar el proyecto de Koeman.
Un patrón que aparecía de forma regular era ver al Barça alrededor de sus rivales completamente enconado, sin desborde por las bandas e intentando ingresar por un centro saturado de jugadores rivales. La ansiedad se encarnaba en la imagen de un Messi desesperado, bajando casi a la altura de Busquets a buscar la pelota. Un Lionel que bajaba a buscar el balón ahí difícilmente iba a lograr finalizar la jugada. Con laterales que prácticamente jugaban fijados arriba en vez de llegar y la falta de desborde y sorpresa por parte de Coutinho o Griezmann cuando jugaban como extremos, aunado a la ausencia de un nueve que atrajera a los centrales rivales, el Barcelona desapareció casi cualquier posibilidad de sorpresa en su juego.
El futuro blaugrana
A pesar de lo anterior, un cambio de rumbo con un nuevo entrenador no es de ninguna forma una opción para el club, por lo menos en el presente inmediato. Ante una moción de censura que galopaba firme, Josep Maria Bartomeu se vio orillado a dimitir el 27 de octubre y dio paso a una junta gestora cuya única función oficial es organizar las votaciones del club (que se celebrarán este 24 de enero). Correr a Koeman no es hoy una posibilidad en un club que no tiene un presidente con la facultad de tomar esa decisión. Por si fuera poco, el club carece de capital para pagar al holandés y su staff en caso de echarlos (apenas unos meses atrás Quique Setién y su gente seguían sin recibir su indemnización). Por último y no menos importante, en caso de que los problemas anteriores se solucionaran, ¿quién tendría la osadía de llegar a un club que en menos de un mes estrena directiva con un nuevo proyecto?
La catástrofe parece asomarse en cada rincón: el simple escenario de que el Barcelona no alcance uno de los primeros cuatro puestos de La Liga para ingresar a la Champions podría ser desastroso debido al duro golpe que sería para sus arcas. A esto se debe sumar la posible salida de Messi del club, ya que sigue sin definir su situación y su adiós supondría un gran golpe deportivo, anímico y económico. Sin embargo, justamente en toda la tormenta de los últimos meses, el club ha demostrado que hay gente dispuesta a levantar la mano.
Araujo, Ansu, Mingueza, Pedri o Dest son algunos de los chicos que han sacado la casta y han demostrado que a pesar de su edad el escudo del Barça no los intimida (a estos nombres se deben sumar los de Puig, Aleñá o De la Fuente que, aunque casi no han contado con minutos, han aprovechado cada de uno de ellos). También cabe destacar el papel activo de los socios del club que, ante el desastre, han llevado adelante una moción de censura en una época particularmente difícil en la que la simple colecta de boletas fue todo un desafío.
Incluso a nivel deportivo el equipo mostró grandes momentos contra clubes como la Real Sociedad (en aquel momento puntero) o Valladolid. Luego de abandonar su 4-2-3-1 probó distintos dibujos y poco a poco comienza a encontrar en el 4-3-3 resultados y sobre todo constancia: ocho encuentros seguidos sin conocer la derrota. Pero no solo se trata de los resultados, sino que a la sociedad que comienza a crear Messi con Pedri, se suma el gran nivel mostrado por Dembelé en los últimos encuentros. El funcionamiento del equipo comienza a mostrar brotes verdes que se cristalizan en un mayor entendimiento sobre el césped.
Con las elecciones del club a solo un par de semanas de distancia la situación del club sigue siendo realmente delicada y cualquiera de los candidatos que llegue a la presidencia tendrá un reto enorme que atraviesa cada sector del club. Los buenos resultados de los últimos encuentros son un alivio para la afición, pero ni de lejos suponen el punto final a los problemas.
Es evidente que el fin de una era en el Barça ha llegado y el pasado dejado atrás es demasiado glorioso para que la transición no sea dolorosa. Más allá de si Messi decide quedarse o envestir alas en búsqueda de nuevos campos, en el Camp Nou se levantan cimientos con miras al futuro, se colocan las piedras sobre las que se fundarán los mitos por venir. Un club que logró decir adiós a Cruyff, Ronaldo, Ronaldinho o Pep conoce ya la pena de volver a empezar y la aurora detrás de esa amargura.
Cuando no sepas a dónde ir…
Un par de goles más. Minuto catorce contra el Villareal; desde la defensa un balón largo cruza todo el campo para llegar a la esquina izquierda del área penal, donde Jordi Alba lo recibe y vuela hacia la línea de meta. Se detiene un segundo, alza la cabeza y envía un pase raso retrasado. Messi entra en carrera, acomoda el pie para golpear con parte interna cuando un relámpago se le adelanta y con el mismo gesto (el pie derecho acomodado como quien ha ejecutado esa jugada mil veces) anota de primera intención. Lionel da un pequeño brinco sorprendido. El número 22, Ansu Fati de apenas 18 años, ha anotado como si fuese la Pulga.
Otro partido, esta vez contra Valladolid. Minuto 64. De Jong recibe en tres cuartos de cancha y pasa el balón a Pedri que se encuentra en el filo del área penal. El canario queda de espaldas a la portería, está entre dos defensas y no dispone de tiempo ni espacio suficiente para girar. Tampoco los necesita. Taconea intuyendo a Messi, (con quien cada día se asocia más y mejor), suponiendo su presencia. El argentino ingresa solo al área y fulmina al portero para romper el récord de Pelé y convertirse en el jugador que más goles ha anotado para un sólo club. La asistencia viene de un chico de apenas 18 años.
Uno le roba su gol, el otro lo asiste, uno lo suplanta y el otro lo cobija. Lionel se va, los nuevos chicos tendrán que llenar el hueco dejado por él. Un modelo que apostó por los jóvenes fue el que llenó de trofeos las vitrinas del club y seguramente será ese el camino hacía las glorias futuras. El viejo adagio reza: cuando no sepas a dónde ir, vuelve a tus raíces.
Ver mas: Si Messi no pudo cambiar de club, ¿cómo están otros jugadores? – La Reimers Apunta
Por: Alberto Román / @AlbertoRomanGar