El Benfica posee una maldición que lo ha atormentado durante las últimas competiciones europeas: La maldición de Béla Guttmann. En los años 60, “las Águilas” se encontraban en la cumbre del futbol mundial. Ni el Real Madrid de Di Stéfano y Puskás pudo frenar al poderoso Benfica de Guttmann y Eusebio.
«Estoy vacío. Sin mí, el Benfica no ganará un título europeo en 100 años».
Fue entonces cuando en 1962, tras ganar dos Ligas de Campeones de Europa de manera consecutiva, Guttmann solicitó a la directiva un aumento de salario. El presidente Antonio Carlos Cabral se molestó, le negó el aumento y lo echó del equipo. Horas más tarde, durante su despedida, Guttmann lanzó la maldición sobre el equipo lusitano diciendo: «Estoy vacío. Sin mí, el Benfica no ganará un título europeo en 100 años«.
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Al año siguiente, el maleficio entró en vigor: Benfica perdió la final ante el AC Milan (1963); luego cayó en la misma instancia frente a Inter de Milán (1965) y ante el Manchester United (1968). A esos fracasos le siguieron quince años sin finales. En 1981, falleció Guttmann. Parecía que el hechizo podría terminarse con su deceso, pero en Copa UEFA y Champions League continuaron sus pesadillas: Anderlecht (1983), PSV Eindhoven (1988) y Milan (1990) lo derrotaron posteriormente.
En el 2013, el fantasma de Guttmann nuevamente se hizo presente, cuando Benfica perdió ante Chelsea la final de la Europa League, en el último minuto del encuentro. Había llegado un límite, había que hacer algo. Para romper el conjuro de Guttmann, el 28 de febrero de 2014, el club colocó frente a la puerta 18 del Estádio Da Luz una estatua de bronce de Béla Guttmann abrazando las dos copas europeas que ganó a principios de los 60.
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Sin embargo, la estatua no fue suficiente para romper el conjuro que los condena. En el mismo 2014, Sevilla venció en tanda de penales al equipo portugués y se quedó con la Europa League. Por lo tanto ya estamos rondando los 58 años de aquella maldición, y al parecer todavía quedan 42 más de sufrimiento. El S.L. Benfica ha perdido las últimas ocho finales europeas que ha disputado. ¿Maldición o coincidencia?
Por Leonardo Ramos @LeoRamosMX