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Bernardo Canal Feijóo

El futbol llegó a Argentina desde los barcos de inmigrantes europeos que se asentaron en la parte meridional del continente americano, y que al pisar los muelles popularizaron el balompié en uno de los países donde actualmente se vive con mayor pasión. Pero no solo de futbol vive el hombre, también de poesía, y eso es algo que entendió muy bien Bernardo Canal Feijóo, el primer poeta en llevar el balón a los versos.

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Bernardo Canal Feijóo: la patada como inicio del universo

Con apenas 25 años de edad, Feijóo entró en contacto con grandes representantes de las letras argentinas como Jorge Luis Borges y Oliverio Girondo gracias al grupo literario Martín Fierro. Pero la cercanía con ellos no decantó en el odio a la pelota que profesaba Borges, ni en las nimias menciones de Girondo que solamente un par de ocasiones se sirvió del futbol en las calles para dotar de un cariz más cercano a su poesía. Feijóo fue el primer argentino que dotó a la voz poética del sentido que otorgan el futbol y sus acciones.

Está ya dicho que en el principio fue la acción, no el verbo, —y hay que agregar: que la acción inicial fue indudablemente la patada. –Bernardo Canal Feijóo

En el diario El Liberal se dedicó a escribir y diseñar viñetas de humor, aunque su verdadera pasión también la llevó al periodismo al ser el encargado de la sección deportiva, principalmente del futbol. La afición de Feijóo no se quedó solamente en las letras, ya que fuera del universo de las palabras se desempeñó como Presidente del Club Atlético Santiago, equipo representativo de Santiago del Estero, su lugar de nacimiento.

El primer poemario del escritor –que años más tarde se distinguió por sus ensayos– se tituló Penúltimo poema del futbol (1924), en lo que es, hasta lo que se conoce hoy en día, el primer libro y primeros versos dedicados al esférico, al menos en Argentina.

El creciente interés por la modernidad y la inclusión del futbol en la época del progreso comenzaron a llenar la pupila de los más estudiosos al grado de convertirse en temática principal.

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Sin embargo, tanto la literatura como el futbol de Feijoó eran de carácter provinciano y no llamó la atención del público a pesar de la osadía que implicaba convertir patadas en estrofas. Fue hasta 1971, cuando Roberto Santoro incluyó uno de los textos del vate, que la generación, tanto literaria como futbolera, se adentró en la obra del pionero de lo que hoy en día se conoce como literatura balompédica.

Pero así como rompió con los cánones de la época al juntar dos pasiones que en ese entonces parecían tan distantes como el futbol y la poesía, Feijóo tuvo otra intervención que no puede dejarse de lado: la ilustración. Precisamente fue en la primera edición del poemario futbolero que acompañó a los poemas de sus dibujos, con trazos capaces de llevar al lector a las gradas –o como se dice en Argentina– a la popular, en la singular experiencia de sentir el juego a través de metáforas y licencias literarias que hoy en día hacen tanta falta en quienes tratan de convertirse en los futuros bardos del balompié.

Por: Obed Ruiz/@ObedRuizGuerra

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