Los libros y el futbol suelen concebirse como opuestos diametrales. La distancia entre los aficionados a estos dos vicios se caricaturiza hasta el extremo. Ver futbol reduce a la gente a poco menos que orangutanes (con todo respeto para los orangutanes), mientras que quién lee, siempre se encuentra acariciando las verdades más etéreas y absolutas.
Sin embargo, como suele suceder con estos juicios que pierden cualquier posibilidad de matiz, nada más lejos de la realidad: Sócrates corría tras la pelota y era básicamente un intelectual, mientras que podemos ver a lo largo de la historia a grandes tiranos con una enorme vocación por la lectura.
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Pero no solamente no se encuentran a tanta distancia, sino que también pueden formar una entrañable dupla. Hay varias figuras que han jugado al balón y luego han demostrado que también dominan la pluma (Valdano es quizá el ejemplo más famoso), así como escritores de alto octanaje que han encontrado en la pelota la flor de su verso (Quizá Galeano o Juan Villoro sean los más célebres). Estos afortunados encuentros no aparecen solamente entre sus protagonistas, sino que los aficionados también han aprovechado las posibilidades que ofrece la fusión de las letras con el balón.
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La Bibliotecas Futboleras
Una de las iniciativas que más llama la atención en este sentido es Bibliotecas Futboleras. Lo creadores, conscientes de que los futbolistas son figuras que los niños admiran, tuvieron una brillante idea para impulsar el gusto por la lectura en los menores. Ahí donde los ídolos habían estudiado, fundar una biblioteca infantil, centrada en el futbol. Pero la iniciativa no para ahí, sino que han intentado que los chicos puedan interactuar con sus héroes, por lo que intentan llevar a los futbolistas a la inauguración.
Ignacio Irigoyen es la mente detrás de esta iniciativa que poco a poco ha ido sumando adeptos, logrando fundar una cantidad importante de bibliotecas a lo largo de Argentina. Según afirma Irigoyen, la respuesta de los astros del balompié ha sido bastante positiva, aunque han reaccionado con mucha sorpresa, quizá debido a que las bibliotecas no suelen ser el espacio en el que más se convoca a los que viven del balón.
Con alegría, el fundador asevera que la gran mayoría de los convocados han asistido a la inauguración de las bibliotecas. Y los que no, han tratado de estar ahí de otras formas. Por ejemplo, Mascherano, quien fuese figura tanto en su selección como con el Barcelona, no pudo estar presente, pero lo recompensó conviviendo cerca de una hora con los pequeños a través de Skype.
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La lectura y la violencia
El proyecto divide los textos en tres ramas: Material preescolar, literatura infantil y obras sobre futbol. Con esto no buscan únicamente lograr que los chicos comiencen a leer más, sino que además intentan que el balompié se pacifique. Y es que la pelota puede también ser una vía para la violencia. Sólo es necesario voltear a ver la final de la Copa Libertadores del 2018 para notar que puede haber peligros detrás balón.
“La idea es que necesitamos del oponente para que haya un partido, sin un contrario no hay fútbol. Entonces esta idea de eliminar al contrario se cae en ese momento porque entonces no hay fútbol», asevera Irigoyen.
La financiación tiene múltiples vías. Según asegura el fundador del proyecto, muchas veces el futbolista mismo pone el capital, mientras que en muchas otras los fondos vienen del estado o de diversas empresas. La marca ya ha sido registrada en cerca de veinte países y comienza a abrirse camino fuera de Argentina, lo que no hace más que entusiasmar a Ignacio, quién ve en muchos sitios el mismo problema de la falta de interés en la lectura, al tiempo que visualiza un gran espacio de trabajo.
Con la esperanza puesta en el futuro y la certeza de que el futbol y la lectura son la dupla mágica, Irigoyen ha tejido un bello puente con las Bibliotecas Futboleras. Los futbolistas van a la biblioteca, donde se encuentran con los niños, para congregarse en torno al balón.
Por: Alberto Roman / @AlbertoRomanGar