La infancia es una etapa crucial en la vida de todo ser humano ya que en ella se funda gran parte de nuestras actitudes y del carácter, por ello se recomienda que el entorno y la educación propicie valores como el respeto, la unión, la felicidad entre otras. Pero es igual de cierto que muchas veces estas expectativas no se cumplen, y que en ocasiones sucede todo lo contrario. Esa es la historia de Jakub Blaszczykowski.
El polaco creció en un entorno que puede calificarse como inadecuado, pero demostró que existen excepciones a la regla y que donde existe adversidad pueden formarse el honor y el amor fuera de una familia nuclear, es decir: madre, padre, hermanos. El pequeño figo o Kuba, nació en Częstochowa, ciudad situada al sur de Polonia que es conocida como un centro cultural del país. Desgraciadamente, en este paraje cultural Blaszczykowski tuvo una de las peores experiencias que un menor puede vivir.
“Sé que ese recuerdo me va a acompañar el resto de mi vida. Daría todo lo que fuera a cambio de mi madre estuviera viva.”
Con tan solo 11 años Blaszczykowski fue testigo del asesinato de su madre, y no fue un asalto, fue en una riña en la que Zygmunt –padre de Kuba— apuñaló en repetidas ocasiones a Anna, su madre. Como era de esperarse, su padre fue encarcelado por 15 años, y se sabe que el futbolista no lo volvió a ver hasta el día de su funeral.
A partir del asesinato de su madre, Blaszczykowski fue educado por su abuela y se alejó del futbol, deporte que practicaba antes del desafortunado suceso. Fue su tío Jerzy Brezczec, ex seleccionado polaco, quien lo ayudó a regresar al deporte, camino que lo llevó al Wisla de Cracovia, el equipo de sus amores y por el cual Kuba –más adelante hablaremos de ello— estará dispuesto a sacrificarse. Con Wisla fue campeón en 2005.
Posteriormente vino su mejor época como futbolista, hablamos de su paso por aquel Borussia Dortmund de Jürgen Klopp, donde ganó tres supercopas, una copa alemana y dos ligas. Por si fuera poco, jugó una final de Champions League, misma que perdió contra Bayer Múnich en 2013. Después de ello, el rendimiento de Kuba disminuyó, perdió protagonismo en Dortmund y fue prestado a la Fiorentina donde marcó solamente 2 goles, si los comparamos con 32 que marcó con Borussia Dortmund. Después de su estancia en Italia, Blaszczykowski regresó a Alemania con el Wolfsburgo donde su cuota goleadora definitivamente se estancó pues marcó solo un gol.
La carrera de Kuba necesitaba un cambio, y como siempre es bueno volver a casa, Blaszczykowski regresó al Wisla de Cracovia, equipo que lo motivó a seguir adelante después de la muerte de su madre. Ahora bien, no fue solo el futbol y la nostalgia lo que llevó a Kuba al Wilsa de Cracovia.
Lo hizo para rescatarlo de su inminente muerte, pues el club polaco se encuentra en una profunda crisis económica. A tal grado de que la federación ha decidido quitarle la licencia al presidente del equipo, anunciando que el siguiente paso de las autoridades polacas es “la ejecución hipotecaria”. Los problemas económicos se agudizaron cuando la supuesta inversión del grupo británico-luxemburgués y un camboyano, nunca llegaron al club.
Sin embargo, de continuar la crisis, el último clavo para Wilsa de Cracovia sería la desafiliación del equipo. Para evitar esto, Kuba decidió regresar al equipo sin cobrar un solo centavo. Además de ello, Blaszczykowski le prestará dinero al equipo para solventar la deuda que Wilsa de Cracovia tiene con sus jugadores y empleados. Algunos medios reportan que el montó que Blaszczykowski y un empresario prestarán ronda el millón de euros.
Por lo tanto, la historia de Jakub Blaszczykowski refleja que no importa si tu lugar de origen te recuerda a lo peor que has vivido, ayudar a la familia es un fundamento que no debes olvidar nunca.
Por: José Macuil García