Borges se ha convertido en una figura incuestionable. Es un estandarte de las letras latinoamericanas. Un gigante aclamado por la crítica, avalado por el público y ovacionado a lo largo del mundo. Se le negó el Nobel por haber recibido un premio directamente de las manos del dictador chileno Augusto Pinochet, no por falta de méritos.
Por el otro lado, tenemos al Flaco Menotti, otro estandarte de Argentina. Con una carrera notable como jugador, ascendió a mito en el banquillo, donde consiguió el primer mundial de la albiceleste en su casa, en el 78. Borges y Menotti, pertenecientes a mundos en apariencia muy distantes, se encontraron alguna vez en ese mismo año.
Borges y el futbol
Que estos dos genios pudiesen coincidir es una anomalía. El aclamado escritor distaba mucho de ser un devoto del balón. Es bien sabido que sentía por el futbol un desprecio absoluto que jamás intentó disimular u ocultar.
De su relación con el balompié en primera persona, sólo poseemos una anécdota, que sabe a mucho ante la poca disposición del autor argentino. El campo que tuvo el privilegio de recibir a Borges fue el Monumental de River Plate, donde se enfrentaron Argentina y Uruguay. El argentino no iba solo, estuvo acompañado del escritor uruguayo Enrique Amorim, a quien tampoco le interesaba mucho la pelota.
En cuanto el partido comenzó, los dos escritores olvidaron lo que sucedía en la cancha y se decantaron por conversar sobre literatura. Al llegar el medio tiempo, abandonaron la cancha, creyendo que el encuentro había finalizado. Borges comentó más adelante que saliendo del estadio le dijo al uruguayo: “Bueno, le voy a hacer una confidencia. Yo esperaba que ganara Uruguay para quedar bien con usted, para que usted se sintiera feliz”. A lo que Amorim respondió “Bueno, yo esperaba que ganara Argentina para quedar, también, bien con usted”. Nunca supieron cuál fue el marcador final.
Críticas
Sus agudas y certeras críticas para el balompié atravesaban no solamente por los once jugadores de la cancha, quienes, quizá, fueron los menos vilipendiados por parte del argentino. Para el aclamado escritor, la afición era la parte más problemática de este deporte. En vez de acudir a ver un partido con la intención de encontrarlo interesante, de deleitarse con el despliegue, de disfrutarlo como un ejercicio estético, se ha impuesto un deseo de poder, de sometimiento del rival.
Borges señaló que “la idea de que haya uno que gane y que el otro pierda me parece esencialmente desagradable. Hay una idea de supremacía, de poder, que me parece horrible”.
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Estas ideas hicieron que tomara distancia de aquel mundial. Abiertamente llegó a declarar que no deseaba saber nada de la fiesta mundialista que se celebraba en su país; lo describió como una “calamidad”. El 2 de junio de aquel 78, mientras se inauguraba el mundial, con un partido entre Argentina y Hungría, Borges daba una conferencia sobre la inmortalidad en el auditorio de la Universidad de Belgrano, que tuvo un lleno total, a pesar de coincidir en día y horario con el inicio de la gesta mundialista.
Menotti y Argentina 78
Por su parte, Menotti desde siempre ha sido conocido como un feligrés irrevocable del futbol. Sus primeros pasos como entrenador los dio en Newell’s Old Boys, pero fue en Huracán donde consiguió despuntar de manera sobresaliente, logrando el campeonato en el 73. Para el 74 se instaló en el banquillo de la albiceleste. En el 76, mientras se encontraba de gira en Polonia, con la Selección Argentina, se enteró del golpe de estado.
Decidió presentar su renuncia inmediatamente después de que regresó a su país. Su salida fue frenada gracias a que Alfredo Cantilo (en ese momento presidente de la AFA) lo convenció de que se quedara. El resto es historia: Logró el campeonato ante una Holanda sin Cruyff: 3-0 fue el marcador final.
Menotti llegó a afirmar que fue usado por la dictadura. Qué él y sus jugadores fueron utilizados como un símbolo «del poder que se aprovecha del deporte es viejo como la humanidad«, dijo a la prensa italiana. Y es que mientras la Selección albiceleste lograba que miles de gargantas se unieran al grito de gol, otras muchas eran silenciadas para siempre.
Borges y Menotti: Dos encuentros
Con este contexto a las espaldas, Menotti entrevistó a Borges, con quien muy poco habló de balompié. El Flaco ha recordado en múltiples ocasiones que el escritor le comentó que “debía ser muy famoso” debido a que su empleada le pidió un autógrafo. Quizá uno de los puntos más altos de la conversación (por lo menos para los amantes del futbol), fue aquel en el que Borges elogió a Menotti, afirmando: “Qué raro, ¿no? Un hombre inteligente y se empeña en hablar de fútbol todo el tiempo”.
Como curiosidad, aunque en un inicio se habló algo de futbol, sólo fue como punto de arranque, ya que conforme la conversación avanzó, la pelota no apareció más.
Borges y Menotti no volvieron a encontrarse, por lo menos en persona. En 1980 salió publicada en los periódicos una “solicitada”, que demandaba al gobierno conocer la lista de desaparecidos y sus paraderos. En ese momento los medios la nombraron “de Borges a Menotti”, usando a dos grandes referentes de Argentina, que parecían vivir en mundos diametralmente opuestos, para ejemplificar la gran cantidad de figuras ilustres que habían firmado. Esto le causó problemas al ex futbolista. La junta militar le ordenó a Julio Grondona que lo echaran. Aunque finalmente se quedó.
Aunque de universos dispares, Jorge Luis Borges y César Luis Menotti se volvieron a encontrar en aquella ocasión, por lo menos en un listado, para sumar, desde sus trincheras, contra uno de los pasajes más oscuros de la historia de su país y de Latinoamérica.
Por: Alberto Román / @AlbertoRomanGar