La vida puede presentar dos situaciones diferentes, a pesar de estar en igualdad de condiciones. Mientras un país ha nadado contra corriente para poder encontrar una forma decente de vivir, otro apenas se ha despeinado en el camino. Los dos tan cerca, tan iguales, pero al mismo tiempo tan distintas.
Burkina Faso y Senegal: polos opuestos
Por un lado aparece Burkina Faso, un país que no pudo presentarse a la Copa Africana si no hasta 1978, pese a que su Selección Nacional se fundó desde 1960. En aquel momento, la Selección de Alto Volta –nombre del país durante esos años–, no pudo anotar más de dos goles en sus únicos tres partidos y, por el contrario, recibió nueve, despidiéndose sin ningún punto.
No es de extrañar. Cuando un país no encuentra estabilidad política o social, el lado deportivo no puede explotar del todo. Y eso es precisamente una de las cosas de las que más sufre Burkina Faso. Aunque su nombre quiere decir “tierra de los hombres incorruptibles”, los constantes golpes de Estado, crisis sociales y cambios en la Constitución han indicado totalmente lo contrario. Desde 1960, año en el que se independizó, la única constante es la inestabilidad.
Naturalmente, el futbol se vió afectado. El país productor de algodón no ha podido participar en ninguna de las ediciones de la Copa del Mundo de la FIFA, y solo ha podido estar en 12 de las 33 Copas Africanas.
Te puede interesar: George Weah y la tierra de los libres
Del lado opuesto está Senegal. Un país que ya logró entrar a la Copa del Mundo, y no solo eso, si no que se metió hasta los cuartos de final en la edición de Corea – Japón 2002. Algo que ha caracterizado a Senegal es su estabilidad. A pesar de estar en un continente donde las constantes peleas por el poder han dejado el país sin rumbo, Senegal ha podido mantener el orden.
Su único conflicto armado, es decir, el conflicto por la independencia de Casamanza, fue llevado con éxito a un cese al fuego. La capacidad de sus dirigentes logró llevar a buen puerto las conversaciones de paz, y las hostilidades han desaparecido prácticamente de todo el territorio.
Como resultado, su economía ha ido en aumento desde el 2012. De hecho, del 2019 a 2020 su PIB (Producto Interno Bruto) aumentó un 1.5%. Desde 2011 no se crecía tan poco, pues en ese año apenas lograron un 1.3%, pero desde entonces lograron números fuera de serie, como en el 2017, cuando lograron un 7.4%.
A pesar de ser al que mejor le ha ido en materia económica, la migración sigue siendo uno de los dolores de cabeza de Senegal, cuestión a la que no han podido encontrar cura. Junto a ello, el desempleo parece ser un problema. Si hablamos de una de las mejores naciones africanas en crecimiento, el desempleo no debe ser tan grave, ¿verdad? Bueno, el porcentaje es apenas del 7.1% de la población, sin embargo, 40% de ellos son jóvenes. Sequía, falta de oportunidades y las dificultades del emprendimiento son parte de los contras que siguen sin resolverse.
Desgraciadamente, tanto optimismo no ha podido consolidarse a nivel mundial, pues solo en dos ocasiones han logrado el pase a la Copa del Mundo. Pero a nivel local, su representación es más que constante.
¿Cómo ha sido sus participaciones en la historia de la Copa Africana?
Han tenido 16 presentaciones en la Copa Africana, y en su debut conquistaron el cuarto lugar. Es más, solo en cinco ocasiones no han podido pasar de la primera ronda, caso contrario de Burkina Faso, quien en ocho ocasiones se ha quedado en el primer paso.
Y aún así, aquí están, queriendo por fin consolidar una temporada. Por un lado, Burkina Faso quiere darle una alegría a su pueblo. Ya estuvieron cerca una vez. En el 2013, Sudáfrica abrió sus puertas para ver cómo una inesperada Burkina avanzó como cabeza de grupo, y sus contrincantes no pudieron detenerlo. En aquella ocasión, los burkineses pusieron todo de sí. Cuerpo, alma y corazón fueron derramados en la cancha, pero todos los esfuerzos fueron en vano. La experimentada Nigeria cerró el paso y conquistó su tercer campeonato. Pero este 2022 quieren regresar a la final. Logró posicionarse como segundo de su grupo, solo por debajo del poderoso Camerún, equipo con el que perdió.
En los octavos de final, Gabón parecía que quería interrumpir su camino con su dramático empate en el último suspiro del partido. Pero los penales le dieron el pase a los burkineses. Ante Túnez, Dango Ouattara se vistió de héroe al anotar el gol del triunfo en el primer tiempo, pero se convirtió en villano al ser expulsado a los 82 minutos.
Senegal no quiere quedarse atrás. Bien dicen que la tercera es la vencida, y por ello el hambre de llegar de nuevo al duelo definitivo es enorme. La primera vez, en el 2002, Camerún demostró ser mejor desde los once pasos; en el 2019, nadie podía impedir que Argelia premiará su trabajo como el equipo más regular del momento.
Lee más: ¿Cuál es la relación entre Gandhi y el futbol?
Así que con la misión en claro, los senegaleses avanzaron como primeros de grupo al derrotar a Zimbabwe e irse tablas con Guinea y Malaui. Cabo Verde y Guinea ecuatorial no fueron un problema y, con un solo gol en contra, los senegaleses esperar prosperar una vez más.
Ambas naciones encontraron la independencia en 1960, eso es fijo, pero los caminos que han tomado los han llevado a estar en lados opuestos. Mientras uno apenas encontró una manera de llevar el poder, otro ha consolidado su gobierno.
Y así llegan al estadio Ahmadou Ahidjo. Porque dentro de un terreno de juego la gente olvida al gobierno, a las dificultades del día a día, al hambre y los problemas. Porque al menos, en la cancha, 11 futbolistas pueden convertirse en más que hombres, pueden convertirse en historia.
Por: Miguel Bustamante