De lavar autos, perder a su madre a los nueve años y estar al cargo de sus hermanos e incluso intentar tres veces cruzar -las tres veces fue descubierto y deportado- a Estados Unidos, pasó a jugar en el equipo más popular de México. Así fue el camino de Carlos Salcido, quien dejó huella en algunas de las canchas más importantes del mundo.
“Durante dos años fui lavacoches, aunque también caía algún camión de vez en cuando. La verdad es que era un buen trabajo. A mí me gustaba mucho” (Carlos Salcido).
Holanda, Inglaterra y México fueron testigos de su andar; Chivas, su casa indiscutible.
La administración de Jorge Vergara trajo para el Guadalajara una generación de jugadores que marcaron época en el club y de manera indirecta también lo hicieron en la Selección Mexicana. Carlos Salcido y su número 3 en la espalda salieron de Ocotlán, Jalisco. El futbol fue su escape, su distracción de la dura infancia que le tocó vivir. Tenía 13 años de edad cuando tomó un viaje a Guadalajara que le cambió la vida.
Destino
Luego de años de trabajar en la Perla tapatía, cumplidos ya los 19 años de edad y después de seis años de no tocar un balón, Carlos acompañó a unos amigos suyos a hacer una prueba para poder jugar como profesionales, pero hacía falta un jugador para completar el equipo, así que entró con un registro que no era el suyo para que pudiera ver a sus amigos.
Salcido fue el que terminó llamando la atención del visor Ramón Candelario, exjugador de Leones Negros y Morelia. Salcido recibió una oferta: la posibilidad de poder convertirse en futbolista profesional y vestir los colores del Club Oro de la Tercera División.
“Le dije a Ramón que vivía con una tía y si no llevaba dinero a casa no comíamos. Él me replicó que tenía condiciones y, ese día, me dio mil pesos para que me diera cuenta que con el futbol me podía ganar la vida”. (Carlos salcido)
José Luis ‘el Güero’ Real miró sus cualidades, y le extendió la invitación para vestir los colores del equipo de sus amores: las Chivas. Salcido se unió a la generación de Omar Bravo, Alfredo Talavera, Johnny Magallón y compañía, en esa camada histórica del rebaño sagrado. Su forma rudimentaria de practicar el futbol le cobró derecho de piso al comenzar a entrenar de forma más estructurada en Guadalajara, pero en poco tiempo descubrió que aquellos entrenamientos le traerían una mejora en su juego.
Talento imparable
Carlos Salcido debutó en una edad bastante atípica o tardía para algunos; a los 21 años de edad bajo el mando de Oscar Ruggeri en 2001 vio sus primeros minutos, pero fue devuelto al equipo de reservas. Hasta 2003, Eduardo ‘Yayo’ de la Torre trajo de vuelta a primera a un joven Salcido.
Piedra angular del ‘bigotón’
El talento natural de Carlos lo llevó rápidamente a la Selección Mexicana, dirigida en ese entonces, por Ricardo Antonio La Volpe, quien lo hizo parte fundamental de aquella selección que «caminó» en la eliminatoria rumbo a Alemania 2006.
Tras haber brindado un extraordinario Mundial al mando de La Volpe, ‘Salcita’ Salcido recibió una oferta inimaginable: el PSV se interesó en sus servicios: «lo único que conocía de Holanda eran los helados», le comentó a Javier Alarcón en entrevista para su canal de YouTube.
Un bicampeonato en Holanda, además del cariño eterno de la gente, y el reconocimiento como embajador en México del PSV, fueron los frutos de la decisión de irse de México a otro mundo; diferente idioma, comida y clima. Incluso él mismo se sentía solo, sin el calor de los fanáticos y la prensa mexicana. El desconocimiento del idioma le privó de llevar el gafete de capitán:
“Prácticamente yo fungía ahí de capitán, solo que como no hablaba el idioma quien portaba el gafete era alguien más”. (Carlos Salcido)
Llegó el 2010 y el número 3 ya era un inamovible por trayectoria y nivel de juego. Un Mundial más a la bolsa. La carrera del jalisciense se fue llenando con cada temporada de logros, títulos y partidos con selección que al final de su carrera llegaron a 120.
Luego de encumbrar su carrera en Eindhoven, llegó un llamado de Inglaterra, en lo que parecía su salto al gran escenario con el Fulham. Lamentablemente, su paso fue efímero debido a diferentes circunstancias; sufrió un robo a su hogar que lo obligó a volver a México.
El regreso a casa
No conforme, el hijo pródigo volvió a casa. Tigres lo devolvió a México, en donde se reinventó gracias a Ricardo ‘el Tuca’ Ferreti, que le brindó una nueva posición en el campo que le permitió extender varios años más su carrera. Con los felinos alzó una Liga MX y sumó un éxito más a su palmarés.
Pero el pináculo de su carrera llegó en 2012; siendo refuerzo y pilar de la Selección Olímpica Mexicana, se coronó con la medalla de oro, lo que dio aún más valía a su carrera profesional. Él, Jesús Corona y Oribe Peralta reforzaron y dotaron de experiencia a la generación de Giovani, Marco Fabián y compañía, para alzarse campeones del torneo olímpico de futbol varonil. Aquella generación dorada aderezada con tres refuerzos de primer nivel derrotaron al Brasil de Neymar en la mítica grama de Wembley.
En 2014, después de una turbulenta clasificación a Brasil 2014, Miguel Herrera decidió llevar a muchos jugadores de León y América que pasaban por buen momento, pero no podía dejar atrás a la figura indiscutible de Carlos Salcido. Aunque no contó con los minutos que hubiera deseado, se coló en un distinguido grupo de jugadores que han vestido la del Tri en tres justas mundialistas. Leyenda indiscutible.
Aunque en Tigres se convirtió en inamovible del ‘Tuca’, no tardó mucho en voltear a su casa: el rebaño de Matías Almeyda lo hizo capitán. Salcido volvió a Guadalajara no como el joven que salió 10 años atrás para ir a Holanda, sino como el referente histórico que requería el plantel del estratega argentino. Carlos fue el líder de ese grupo con Pizarro, Orbelín, Pulido, Alanís, Cota y demás jugadores que colocaron el último campeonato en las vitrinas del chiverío, justamente, venciendo a Tigres en la final.
El ocaso
Luego de la gloria del título, una serie de problemas comenzaron a alejar de Chivas a los jugadores de más confianza para Matías, lo que lo dejó sin equipo por un corto lapso. Después llegó un paso fugaz por Veracruz en donde se volvió en líder de un vestidor caótico en medio de problemas por falta de pagos y situaciones del dueño del equipo con la Federación. Luego de descender con los escualos y probar todas las emociones que te puede brindar el futbol, Salcido colgó las botas.
Una leyenda que sin duda dejó huella profunda en la afición chiva, mexicana, holandesa y hasta inglesa, que vivieron las hazañas de aquel niño que de perder a su madre y lavar autos, se convirtió en triple mundialista y multicampeón; el irrepetible Carlos Salcido.
Leer más: Octavio Paz y Cuauhtémoc Blanco: identidad mexicana
Por: Alfredo Canseco / @alfrecanseco