No quiero ser invisible. Quiero el escenario. Incluso a los [35] años, después de [40] títulos, todavía siento que tengo que probarme cada vez. Este es el mantra de Dani Alves, el brasileño que vive dentro de una película de acción. Dani es el protagonista, el director, el escenógrafo y el guionista de la aventura de su vida. Repasaremos este filme gracias a la carta que el futbolista escribió y que fue publicada en 2017 por el medio La Voz, y de la cual tomaremos fragmentos.
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La película inicia con la siguiente escena: Antes de cada partido, tengo la misma rutina. Me paro frente al espejo por 5 minutos y bloqueo todo. Después, una película comienza en mi mente. Es la película de mi vida.
Los inicios: 12 millas al profesionalismo
Tengo 10 años. Estoy durmiendo en una cama de concreto en la pequeña casa de mi familia en Juaziero, Brasil. El colchón sobre la cama es tan grueso como tu dedo pequeño. La casa huele a humedad, y está oscuro afuera. Son las 5 de la mañana, y el sol todavía no sale, pero tengo que ayudar a mi padre en nuestra granja antes de ir a la escuela.
Mi hermano y yo salíamos al campo, y nuestro padre ya estaba trabajando. Tenía un pesado tanque en su espalda, y estaba rociando las frutas y plantas con químicos para matar las bacterias.
Quizá éramos muy jóvenes para lidiar con toxinas, pero le ayudábamos de cualquier manera. Esta era nuestra manera de sobrevivir. Por horas, competía con mi hermano para ver quién era el mejor trabajador. Porque, el que mi papá decía que le ayudaba más, tenía el derecho de usar nuestra única bicicleta.
Si no ganaba la bicicleta, tenía que caminar 12 millas de la granja a la escuela. El camino de regreso de la escuela era aún peor, porque los partidos de fútbol en el vecindario empezarían sin mí. Así que corría las 12 millas para llegar al terreno de juego. Pero, ¿si ganaba la bicicleta? Podía llevar a las chicas. Podía elegir a una en el camino y ofrecerle un aventón a la escuela. Por 12 millas, era el hombre.
Así transcurrió la infancia de Dani Alves, viendo cómo su padre trabajaba de sol a sol. Siendo consciente de que el esfuerzo y el trabajo serían los que lo llevarían a cumplir el sueño de él y su familia: ser futbolista profesional.
Mi padre me está llevando a la ciudad en su viejo automóvil para que pueda ir a una prueba en frente de algunos scouts. El carro es estándar (palanca), y sólo tiene dos cambios — lento y lentísimo. Puedo oler el humo. Mi padre es un luchador.
Yo debo ser un luchador, también.
El pequeño de 13 años estaba a punto de comprobar que el camino al profesionalismo no es tan lindo como lo pintan, de hecho, puede llegar a ser un verdadero viacrucis.
Estoy en la academia de jugadores jóvenes en una ciudad más grande, lejos de mi familia. Hay 100 chicos metidos en un dormitorio pequeño. Es como una prisión. El día antes de irme de casa, mi padre fue a la ciudad y me compró un nuevo uniforme. Sólo tenía una equipación para empezar.
Después del primer día de entrenamiento, dejé mi nuevo uniforme en el tendedor. La mañana siguiente, no estaba. Alguien lo había tomado. Ahí fue cuando me di cuenta de que no estaba más en mi granja. Este es el mundo real, y la razón por la que llaman mundo real es porque la mierda es real ahí.
Vuelvo a mi cuarto, y estoy hambriento. Entrenamos todo el día, y no había suficiente comida en el campamento. Alguien robó mi ropa. Extraño a mi familia y, definitivamente, no soy el mejor jugador. De 100, soy el 51 en habilidad. Así que me hice una promesa.
Me dije a mí mismo: ‘no vas a volver a la granja hasta que hagas que tu papá esté orgulloso de ti. Quizá seas el 51 en habilidad. Pero vas a hacer el número 1 o 2 en fuerza de voluntad. Vas a ser un guerrero. No vas a volver a casa, sin importar qué pase’.
De Bahía a Europa
Dani Alves logró superar su choque con la realidad y debutó en 2001 con EC Bahía, equipo con en el que atrajo las miradas del futbol ibérico. Sevilla se había interesado en el futbolista brasileño, y él no dejaría pasar la oportunidad. Si tenía que mentir, Dani Alves lo iba a hacer, de hecho así fue:
Estoy jugando para el Bahia en la Liga brasileña, cuando un gran scout se acerca a mí y me dice: ‘Sevilla está interesado en firmarte’.
Dije: ¡Sevilla! ¡Asombroso!
El scout me dijo: ¿Sabes dónde está Sevilla?
Respondí: ‘Por supuesto que sé dónde está Sevilla. Seviiiillaaaaaa. Me encanta’.
Pero yo no tenía ni puta idea de donde estaba Sevilla. Podía estar en la luna. Pero la manera en la que él dijo el nombre lo hizo sonar importante, así que mentí. Días después, comencé a preguntar y descubrí que Sevilla juega contra el FC Barcelona y el Real Madrid. En el idioma portugués.
[…]
Ahora estoy en Sevilla, estoy tan desnutrido que los entrenadores y los otros jugadores me ven como si debiera jugar en el equipo juvenil. Estoy en los seis meses más difíciles de mi vida. No hablo el lenguaje. El entrenador no me pone a jugar y, por primera vez, estoy pensando seriamente en volver a casa.
Pero después, por alguna razón, pienso en el uniforme que mi padre me compró a los 13 años. El que me robaron. Pienso en él con el tanque en su espalda, rociando químicos. Y decido que me voy a quedar, que voy a aprender el idioma y que voy a tratar de hacer algunos amigos para que, si vuelvo a Brasil, al menos tenga una nueva experiencia que compartir.
Cuando la temporada inicia, el entrenador nos dice a todos: ‘en Sevilla, nuestra defensa nunca pasa la línea del mediocampo. Nunca’.
Juego algunos partidos, pateando el balón, viendo la línea. Sólo viendo la línea, como el perro que tiene miedo de cruzar una cerca invisible en su patio. Después, en un partido, por alguna razón, me dejo ir. Tengo que ser yo.
Dije: ‘agora’ (expresión de ánimo utilizada para decir: ahora, vamos).
Y sólo fui. Ataque, ataque, ataque. Funciona como magia. Después de eso, el entrenador dijo: ‘ok, Dani. Nuevo plan. En Sevilla, tú atacas’. Después de unas temporadas, fuimos de ser un club de descenso a levantar la Copa UEFA dos veces.
Dani Alves no solo levantó esas dos copas, sino que había atraído las miradas de un grande. De un equipo que se quedaría en su corazón y con el que lo ganaría todo. Así lo recuerda:
Mi teléfono suena. Es mi agente. ‘Dani, Barcelona está interesado en ficharte’. No tenía que mentir esta vez. Sabía dónde estaba Barcelona. Mierda, vine de la nada. Estoy aquí. Es irreal, pero estoy aquí. Cuando tenía 18 años de edad, crucé el océano sólo por la oportunidad de jugar contra un equipo que compite contra FC Barcelona. ¿Tener el honor de jugar para el FC Barcelona? Era increíble.
En la ciudad condal conoció a dos históricos: Lionel Messi y Pep Guardiola. Del primero, Alves recuerda un entrenamiento, mismo que le bastó para saber el calibre del jugador: Messi estaba haciendo cosas con el balón en sus pies que desafiaban la lógica. Por supuesto, es lo que hace todos los días. Pero esa vez, algo era diferente. […] Era una sesión de entrenamiento extremadamente intensa. No estábamos bromeando. Messi estaba driblando y finalizando como uno matador. Y luego, mientras está pasando por delante de mí, miro hacia abajo a sus botines, y pienso: ¿es esto una broma?
[…]
Sus malditos cordones (cintas) están desatados. Ambos. Completamente desatados. Este chico está jugando contra los mejores defensores del mundo, simplemente flotando en el campo, y está como si fuera un domingo en el parque. Ese fue el momento en el que me di cuenta que nunca más iba a jugar con alguien como él en toda mi vida.
En cuanto a Pep, el brasileño lo define como un genio: Pep te dirá exactamente lo que va a pasar en un partido antes de que pasé. Por ejemplo, en el partido ante Real Madrid en 2010, cuando ganamos 5-0. Pep nos dijo antes del partido: ‘hoy van a jugar como si fuera una pelota de fuego. Nunca se queda en su pie. Ni siquiera medio segundo. Si hacen eso, no habrá tiempo para que nos presionen. Ganaremos fácilmente”.
La sensación cuando dejábamos cualquiera de sus charlas era que estábamos 3-0 ganando. Estábamos tan preparados, tan confiados, que sentíamos que ya íbamos ganando.
[…]
Pep fue el primer entrenador en mi vida que me enseñó a jugar sin el balón. Y no sólo demandaba a sus jugadores cambiar su juego, nos sentaba y mostraba por qué quería que cambiáramos, con estadísticas y vídeos. Esos equipos del Barça eran prácticamente invencibles. Jugábamos de memoria. Sabíamos que íbamos a hacer. No teníamos que pensar.
Luego vino la Juventus, donde vivió una ruptura aparente en su filosofía de juego. Un cambio total. Fue como ir a una nueva escuela. Toda mi vida, me ha encantado atacar. Y ahora estaba llegando a un lugar donde valoran la defensiva sobre todas las cosas. A pesar de ello, Dani Alves logró ganarse el respeto y equilibrar el ataque con la defensa sin dejar de lado lo más importante: Ganar no sólo es un objetivo en la Juventus, es una obsesión. No hay excusas.
Tras su pasó en Italia, Dani Alves se trasladó a Francia para jugar con PSG. La tónica fue la misma, trabajar, atacar y ganar. 6 títulos en Francia avalan esta filosofía. Con PSG sumó más de 67 partidos y 7 goles. Su nuevo reto llegó con el Sao Paulo, donde se convirtió también en leyenda. Sin embargo, detrás de su excelente carrera hay más de 600 partidos tan solo en Europa, más de 40 goles y por supuesto 43 títulos (incluyendo la medalla de oro en Tokio 2020). Ningún jugador puede presumir ese logró más que él. Agora, agora Dani Alves, que esta película está inconclusa y falta que escribas el final, a la que seguramente le agregarás más estrellas.
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Tuvieron que pasar 17 años para que Dani volviera a jugar en el futbol brasileño. En São Paulo no pasó de largo, no fue un jugador más que regresó para colgar los botines en el país en que todo inició. De hecho, su presentación fue ante 44 mil fanáticos en Morumbi, con la presencia de ídolos como Raí, Kaká, Luis Fabiano y Hernanes. Como si de una alfombra roja se tratase, no era cualquier actor de reparto, se iba a presentar al actor principal: Dani Alves.
Ese día, se arrodilló y besó el símbolo del club en el lateral del estadio, el jugador dijo: «saben que hoy estoy haciendo realidad el sueño de un niño, soñé mucho con este momento. Ese momento ha llegado, y solo tengo que decirle al São Paulo que hoy no contratan a un jugador, sino a un hincha del São Paulo«.
El 18 de agosto de 2019 debutó. El guion estuvo a su cargo, así que marcó el gol de la victoria en su primera presentación, todo estaba alineado. El casaca 10 se colocó en el mediocampo y fungió como el mediapunta; era el director de la escena, jugó suelto y se dedicó a dar señales a sus compañeros. Ahí, fiel a su estilo ganó el título de Paulistão 2021.
Después de algunos roces con la directiva, la relación se fue desgastando al punto de
rescindir su contrato y separar caminos. Con São Paulo en zona de descenso y con duelos
decisivos en Copa y Libertadores, Alves decidió representar a la Selección Olímpica en
Tokio. Así que se despidió de aquella fugaz acción por tierra brasileña, a donde llegó como
ídolo e hincha.
391 partidos, 23 goles en ocho temporadas y cinco años de ausencia, lo hicieron volver al club de sus amores, el Barcelona. Tras su retorno fue ovacionado por los hinchas presentes en el Camp Nou. A su llegada expresó que buscaría tomar ritmo futbolístico que lo acercarse a la convocatoria final de Brasil rumbo a la Copa del Mundo.
«Muchas cosas han cambiado, pero una no: sigo siendo el mismo e incluso trabajo y me
cuido más que antes. Cuando me vean, van a entender lo que estoy diciendo. Honraré esta
camiseta como siempre«, mencionó. Su paso fue breve, llegó en un momento complicado para el equipo, el tema económico complicaba otros fichajes y él arribó como agente libre. Además, su llegada tenia como objetivo sumar experiencia a la plantilla y fungir como formador para los más jóvenes.
En su estadía que comenzó en enero de 2022, disputó 17 partidos dejando un gol ante el Atlético de Madrid y cuatro asistencias. El 15 de junio, club y jugador anunciaron que no seguiría en las filas del Barcelona, nuevamente convirtiéndose en un jugador libre, con la firme intención de colarse en la lista final de cara a Qatar 2022.
Un rumor llegaría desde muy lejos, México. Y es que se comenzó a hablar del interés de Pumas por Dani Alves, algo que parecía descabellado y difícil de darse, poco a poco fue tomando fuerza. Hasta que llego el punto en el que el brasileño dio muchas pistas de su próximo destino, mariachis y tequila entre ellas. Su llegada al conjunto universitario
era inminente, hasta que el 24 de julio se anunció su llegada de manera oficial.
Con 39 años llegó a la Ciudad de México, sumándose a un proyecto bastante prometedor que en su momento dirigió Andrés Lillini, el exdirector técnico de Pumas, pero que terminó sin calificar a la fase final. El estadio de CU lo recibió con los brazos abiertos, recordando que no es común la llegada de un futbolista tan emblemático a la Liga Mx.
La cinta esta por terminar, seguramente con México como última locación de su película, la Ciudad de México, selva de asfalto, verá los últimos destellos de un jugador que se ha ganado el cariño de la afición del club al que llega y aquí no será la excepción. Volvió del Mundial de Qatar 2022 con Brasil para jugar el Clausura 2023 y aunque el equipo de Rafa Puente Jr. provoque más preguntas que respuestas, qué gozada será verlo en acción cada fin de semana otra vez.
* La primera parte de este texto fue escrito por José Macuil García; la segunda por Julio Rodríguez.