“Roma no está en Roma;
está toda entera donde yo estoy”.
(Pierre Corneille)
El sol abrasador de Helios y el azul infinito como morada de Neptuno, dan vida a la Ostia Antica —municipio de Roma ubicado en la costa del mar Tirreno—, escenario donde nació Daniele De Rossi. La fecha enmarcada en travertino es del 24 de julio de 1983.
El padre de Daniele, Alberto De Rossi, fue un futbolista formado en las fuerzas básicas del cuadro Associazione Sportiva Roma, y que militó entre equipos de la Serie B, C y D, siendo el más importante durante su carrera profesional el Associazione Sportiva Livorno Calcio (1986/87). Por lo que podría intuirse que la genética trajo consigo lo inevitable, el que su hijo quisiera también pisar el césped.
Pero el destino en un principio parecía trémulo, pues durante su juventud, el romanista distendía su tiempo en otros deportes, como el baloncesto y el voleibol. Aunque la predilección innata parecía ser el futbol, y es que Daniele comenzó a jugar en un pequeño equipo de su provincia: el Associazione Sportiva Ostia Mare Lido Calcio. Este club era financiado por la Roma con el afán de encontrar nuevos talentos para sumar a su Institución, y así poder formarlos con posibilidad de que llegaran a debutar profesionalmente.
Los colores del sol y del corazón
Al tiempo que el pequeño había optado por practicar el balompié de una manera más “seria”, su asombro y amor por el conjunto capitalino incrementaron y, especialmente sus ojos se enfocaron en el alemán y centro delantero de la loba, Rudi Völler. Tanto era el frenesí causado que el niño le pidió a su tía, quien era costurera, cosiera a una playera el 9 que el atacante ostentaba en su dorsal.
“Desde que tengo recuerdos, siempre he sido tifoso (fanático) de la roma. El primer partido que vi fue con mi padre. debería ser la temporada 89-90. no me acuerdo bien del encuentro en cuestión, lo que pasaba en el terreno de juego no me importaba tanto como lo que ocurría en la curva, que estaba justo a nuestro lado. mi padre me dice que pasé el partido mirando la grada»
Daniele se divertía en el campo, disfrutaba jugar y compartir la redonda con sus amigos del Ostia Mare, pero también demostraba calidad, así como habilidad. Esto lo llevó a ser llamado por el conjunto giallorosso (amarillo-rojo). Es así que el pequeño daba pasos agigantados, hasta que arribó a Trigoria, el centro deportivo y formación de la Roma.
De niño a adolescente, uno que ya vestía los colores romanos, aquellos mismos matices que también habían portado —y portaban— futbolistas, semidioses a los que tanto admiraba. Y justo es aquí donde ocurrió un punto que definiría por siempre el modo en que haría del césped su todo.
La joven promesa jugaba en su ciudad natal como delantero —así como su ídolo teutón—, sin embargo, en las fuerzas básicas romanistas le colocaban tanto en defensa, mediocampo y ataque. Esto cambió cuando uno de los técnicos de la categoría, Guido Ugolotti, lo vio conducir el balón y asistir a alguno de sus compañeros en una acción que terminó en gol.
El técnico de inmediato replicó: «Los defensores van allí para hacer esto, los centrocampistas van con el entrenador de atletismo, los atacantes vienen conmigo». Pero De Rossi no sabía qué camino tomar, Ugolotti lo colocó justo en medio de la cancha. Posición que nunca dejó.
A partir de ahí hubo otro técnico que contempló en él algo más que técnica, físico e inteligencia cuando tenía —y no— la caprichosa: pasión; una que desbordaba y transpiraba. El 30 de octubre del 2001, el timonel Fabio Capello lo encaminó a su debut como profesional, y qué otro lugar sino en el Stadio Olimpico, coliseo en que enfrentaron por ronda de grupos de UEFA Champions League al Royal Sporting Club Anderlecht. El equipo belga igualó ante los locales 1-1.
El 24 de enero del 2003 se dio a conocer que Pep Guardiola salía del club de la capital itálica. Aquella misma tarde Daniele recibió la noticia por parte de Capello, haría su debut oficial en la Serie A. Y así fue, aunque caerían en la 0-2 en la visita al Calcio Como 1907.
El primer número en el dorsal que utilizó fue el 27, de ahí le siguió el 4, para concluir con el 16 como marca registrada. Éste último dígito lo eligió en honor al irlandés Roy Keane, a quien considera su futbolista preferido, además, dicho número también coincide con la fecha de nacimiento de su primer hija.
El romano originario de las costas del Tirreno que, emulaba a Neptuno, con su futbol inundaba más allá del punto medio del campo. “Cuando De Rossi juega se convierte en el mar. Se hincha, crece, se desborda, se propaga, inunda, se escapa. Canta desafiante a la libertad. Va a la revolución”, sentenció Tonino Cagnucci en el libro biográfico del jugador, Il mare di Roma.
No solo corría con el balón, también detrás de quienes osaban a tratar de mancillar su arco. Fuerza/inteligencia; sutileza/tempestad. Sumado a esto, la promesa futura que hacía eco en el presente, también demostraba un genuino amor por el equipo y por su ciudad, sentimientos que le asemejaban a uno de sus héroes, y con quien también compartía el vestuario, Francesco Totti.
Se ganó la titularidad en una escuadra donde se encontraban jugadores como: Francesco Antonioli (portero); Vincent Candela (defensa); Walter Samuel (defensa); Cafú (defensa); Emerson (medio); Damiano Tommasi (medio), Francesco Totti (medio) Gabriel Batistuta (delantero), entre otros.
Dualidad
Sus buenas actuaciones fueron las piezas que ensamblaron su camino a vestir los colores azurri. El primer peldaño fue jugar con la selección sub-21, con quienes conquistó la Eurocopa Sub-21 del 2004. En ese mismo año también obtuvieron la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Poco después, Marcelo Lippi colocó el nombre de Daniele De Rossi en la lista definitiva de 23 jugadores de la nazionale, que disputarían el Mundial de Alemania 2006.
Es así que el mediocentro romanista acudió al certamen mundialista y que, además, lo hizo como el jugador más joven de la plantilla, apenas con 22 años. Edad en la que el ser titular le llevó a compartir y aprender de jugadores como: Simone Perrotta y Andrea Pirlo. Basta decir que el futbol que había mostrado hizo que Lippi se decantase por él en lugar de Gennaro Gattuso.
Aunque no todo lo que concentraba De Rossi en lo que desplegaba en el campo era solo virtuosismo con el balón y sacrificio para recuperarlo. En una esencia innata, también se encontraba un ser donde el choque físico, así como el contacto constante hacia el rival parecían ser una necesidad. Esto le llevó a ser calificado como un “jugador duro” —descripción que le acompañaría hasta la posteridad—.
“Lo vi en persecuciones a los rivales de 40 metros, antes de voltearlos en el suelo con un tackle letal y casi siempre triunfante. Me equivoqué. No era un asesino, se trataba de formas de arte contemporáneas. Un enfoque bélico. La sensación es que durante esos 90 minutos no hay nada para De Rossi más que el campo”, escribió el periodista Dario Falcini en 2019 para la revista Rolling Stone Italia.
En el segundo partido del Mundial, la selección italiana se enfrentó a su similar de Estados Unidos. Y fue en ese juego cuando sucedió lo temido; al 27´, en el centro del césped, Brian McBride y De Rossi disputaron un balón dividido en el aire, acción en la que el itálico propinó un fuerte golpe con su codo derecho al rostro del estadounidense, quien de inmediato comenzó a sangrar, y ese tono rojizo fue el que el silbante mostró al perpetrador.
Y su bien el joven de 22 años de edad se disculpó en privado con McBride —quien públicamente comentó que era un caballero por tal acción—, el comité disciplinario del torneo lo sancionó inhabilitándolo durante 4 partidos. Es decir, si aún pretendía tener posibilidades de jugar, el representativo azurri tenía que llegar a la final.
Italia se enfrentó ante Francia en la final el 9 de julio del 2006, en el Estadio Olímpico de Berlín. Zinedine Zidane anotó para los galos al 7´desde el punto penal, mientras que Marco Materazzi consiguió el empate al 19´ con un testarazo tras un tiro de esquina. Daniele De Rossi entró de cambio al 61´ para sustituir a Francesco Totti.
El alargue no fue suficiente para que el marcador cambiara, por lo que los penales llegaron como solución. El jugador de la Roma tomó el balón como tercer cobrador, se enfiló hacia él en el lunar del área grande, y con la diestra lo colocó en la escuadra derecha de Fabien Barthez. Italia se proclamó campeona del mundo tras vencer a los franceses 5-3 en los tiros desde los 11 pasos.
Anatomía de una pasión
Instantes irónicos son los que convergen entre sí cuando se habla de Daniele. Por un lado, durante la campaña 2005/06, la Roma se enfrentó en el Olímpico a la Associazioni Calcio Rinascita Messina. En dicho juego, tras un tiro libre, el mediocampista saltó y en lugar de cabecear la redonda la tocó con la mano, el árbitro había dado por legítimo el gol, pero el romanistas se acercó para comentarle lo que había sucedido, se invalidó la anotación.
Después, en la temporada 2015/16, cuando los romanos jugaron contra la Juventus de Turín, De Rossi se cruzó con el atacante croata Mario Mandžukić, a quien dijo: «¡Cállate, gitano de mierda!», insulto que las cámaras de televisión lograron captar.
Bueno, ambos ejemplos sirven para mostrar su anatomía: pasión. Una que le llevó a conseguir: 2 Supercopas de Italia (2001, 2007) y 2 Copas Italia (2006-07, 2007-08), así como a ser distinguido con: Oscar del Calcio al Futbolista Joven del Año en la Serie A (2006), Oscar del Calcio al Futbolista Italiano del Año en la Serie A (2009).
Su intensidad en comunión con el trato al balón le valieron el ser pretendido por diversos clubes: Real Madrid Club de Fútbol, Manchester United Football Club, entre otros. Pero, prefirió quedarse en esa ciudad eterna, elección que ha llevado a mitificarle como un ícono histórico del conjunto de la loba.
Epílogo
El 14 de mayo del 2019, De Rossi dejó la Roma tras 17 temporadas jugando para la institución. La decisión llegó por parte de su presidente, James Pallotta, quien ni siquiera pretendió renovarle contrato.
Numerología: 623 partidos jugados (2º con más apariciones, Francesco Totti ostenta 785 encuentros), 64 anotaciones y 54 asistencias.
En conferencia de prensa tras su salida, Daniele comentó: «Tengo 36 años, no soy tonto: si nadie te llama para renovar, sabes lo que está pasando. No estoy de acuerdo con esa decisión, me siento futbolista y creo que podía ser decisivo también el año que viene, pero decide el club. No me gustaron las maneras, hablamos poco y las distancias crean mal entendidos. No puedo ser feliz: quiero jugar y no me lo permiten. Lo único que lamento más que esto es no poder darle a la Roma más que una carrera
Bocanada
Mucho se especuló acerca del nuevo destino, o si es que habría uno para el futbolista. Se habló de China, Estados Unidos o Arabia Saudita, como hace un tiempo han elegido algunos jugadores para culminar con sus carreras, pero la elección ya estaba hecha.
Apenas unos meses después, el 26 de julio del 2019, el mediocentro italiano fue presentado como refuerzo para sumarse a las filas del equipo argentino Club Atlético Boca Juniors, con quienes firmó un contrato de 1 año.
“Me gustaría jugar en Boca. Es uno de mis deseos, siempre lo ha sido. Me gustaría estar en el campo en un Boca-River en la Bombonera. Cuando veo el estadio me quita la vida. Es el más bello del mundo. Me apasionaba la Bombonera cuando era niño: veía videos de goles, de su fanatismo. Increíble. Y luego…Maradona”. Daniele en entrevista para Rivista Undici en el 2017.
La tarantela y el tango, sin embargo, duraron poco. El 6 de enero de 2020, el romano en conferencia de prensa hizo oficial su salida de Boca. Con el uniforme xeneize disputó tan solo 7 encuentros, en los cuales consiguió anotar en una ocasión. A finales del mes de diciembre del 2019, el club sudamericano presentó una nueva comisión directiva, por lo que se dice ahí podría haber ocurrido el rompimiento entre jugador y dirigentes.
“Me despido de Boca y del Futbol, es una decisión definitiva». (Daniele De rossi).
Daniele De Rossi engulló pasado y presente al decir que su decisión de dejar el futbol es definitiva. Así como lo hiciera San Agustín Agustín durante el Imperio Romano: “Roma ha hablado, la causa está cerrada”. Pero así como el mar del Tirreno, la infinidad de su pasión y fervor sobrepasará el tiempo.