En la vida existen miles de refranes y frases que explican nuestras vidas. Muchas de ellas en lo personal me parecen trilladas, pero cuando uno revisa la carrera de David Patiño, comprende que estas expresiones en ocasiones sí explican al ser humano, pues si alguien ha trabajado por un lugar en Primera división, es Patiño.
Originario de la CDMX comenzó su carrera con Pumas en el 1986, equipo con el que se mantuvo hasta 1993. Con la escuadra del pedregal, Patiño tuvo grandes momentos. Sobre todos si recordamos la temporada 90-91, aquel equipo es recordado como uno de los mejores en la historia del club universitario, solo hay que revisar parte del plantel que lo conformaba: Campos, Claudio Suárez, Aspe, Miguel España, Tuca Ferretti, Luis García, Vera y David Patiño.
Esa temporada Pumas se corono campeón ante América, título que acrecentó la rivalidad entra ambas escuadras. En la ida, el cuadro del pedregal cayó 3-2, pero el gol que los mantuvo con vida para la vuelta en el Estadio Olímpico Universitario corrió por cuenta de un derechazo de David Patiño. En la vuelta el tanto que les daría el campeonato, vendría de aquel tiro libre del Tuca que toda la afición Puma recuerda.
Continuando con su carrera como jugador, Patiño también vistió las camisetas de Monterrey y Pachuca, con la que fue campeón en el 1999. Ahora bien, tuvo sus momentos en selección nacional, pues participo en las eliminatorias para el Mundial del 94 y jugó la Copa América de 1993, en la que quedo subcampeón. Tras retirarse, como muchos de los futbolistas comenzó su carrera como estratega, es en este punto de su historia, donde la perseverancia de Patiño se puso a prueba.
Después de su paso por Morelia 2007, Patiño regreso a sus orígenes, es decir Pumas. Con el club que lo vio nacer, el estratega mexicano se dedicó a formar futbolistas, pues estuvo al frente de las categorías sub 20, donde tuvo que esperar una oportunidad de comandar a los Pumas en Primera división. De nuevo en Patiño aplica un dicho popular en México, pues la tercera fue la vencida para él, ya que tuvieron que pasar tres interinatos para que en el Apertura 2017 Patiño llenara los ojos de la directiva Puma.
¿Por qué pasó tanto tiempo? Es una pregunta que ronda por la cabeza de más de un estratega que se encuentra en las divisiones inferiores. Esperar una oportunidad muchas veces pasa por el agrado y los manejos de los directivos en el futbol mexicano, ojala se abrieran las puertas a más técnicos jóvenes, pero como dicen esto es arena de otro costal. Otro punto a considerar en el caso de Patiño, es el proceso formativo. A muchos de los jugadores que están o se encuentran en la antesala de la primera división, los vio Patiño, entonces es una decisión acertada –una de las pocas en la era de Ares de Parga— el entregarle el equipo a alguien que viene trabajando con el club desde hace tiempo.
Ahora bien, recordemos que Pumas es un equipo especialmente complicado al momento de elegir estratega, no cualquiera puede dirigir al club, y no me refiero a que se busque un estilo futbolístico llamativo o un técnico laureado. En Pumas pasa mucho por la identidad, y la aprobación de la afición. Hemos sido testigos de casos donde el estratega se marcha por la presión deportiva y de la grada.
Y es aquí donde la perseverancia de Patiño rindió frutos, Pumas vivía un momento de crisis institucional. Técnicos cesados, directivos en la cuerda floja y números pobres en el club. El camino estaba abierto para que alguien con el ADN Puma llegase al club, quien mejor que Patiño. Ahora bien, nadie dijo que fuese sencillo, mucho menos que los resultados se darían de forma inmediata, sin embargo para alguien que está acostumbrado a ser paciente y trabajar, podrá ser más sencillo.
Para muestra el Apertura 2018, Pumas se ha manejado con un bajo perfil, pero ha aumentado su rendimiento, fue el mejor visitante del torneo, cuenta con una plantilla modesta, pero comprobada en la Liga MX –sobre todo en ofensiva— pero sobre todo ha encontrado un estilo futbolístico. ¿Rendirá frutos? ¿Será campeón? Tal vez no de forma inmediata, pero Patiño sabe perfectamente que el que persevera alcanza.
Por: José Macuil García