La novela ya la conocen: España derrota a Inglaterra en la final, Rubiales besa sin consentimiento a Jenni Hermoso en una plataforma visiblemente mundial. Ella y todo el mundo se lo hacen saber, él y su subordinado (Vilda) intentan convencerla de que se retracte y les ayude a limpiar un poco su desastre. Ella se niega a mentir. Las imágenes y videos dan vuelta a todo el mundo, y todo el mundo condena lo sucedido. Rubiales se planta en un estrado diciendo que Jenni tuvo la culpa por «cargarlo», las feministas tienen la culpa por ¿existir?, y que no iba a dimitir. No le bastó con que todo el mundo viera su papelón en la final y en su video de disculpa, él tenía que adueñarse de la narrativa y hacer que la gente aplaudiera su cagada.
De «cargarlo» a cagarla… hay letras y mundo de diferencia, así como un daño irreparable a la «imagen» de España (lo que sea que eso signifique). Titulares desde la BBC hasta CNN apoyaron a Jenni. Es más, hasta la Liga MX Femenil, que generalmente busca no posicionarse en temas con algún dilema ético de por medio, se posicionó. No tan rápido como para felicitar a Jenni por el campeonato mundial, pero lo hizo. Eso, dicho sea de paso, se agradece.
Sin embargo, esta novela está abriendo el telón a una obra que por mucho tiempo ha estado tras bambalinas. Que el gobierno de España, a través de la Fiscalía, haya abierto una investigación contra Rubiales por agresión sexual es inmiscuirse (creo, con justa razón e incluso de oficio, en apego a la ética que en teoría salvaguardan las leyes, y ahora muy visiblemente, la gente en las calles,) en la esfera, privada, de FIFA.
Para bien o para mal, la gente de la industria del futbol, y más que nada, la pirámide jugadorxs-entrenadorxs-directivxs se debe en primera instancia, a los tribunales de FIFA. No siempre es tan claro como el «fuero común» puede defender sus derechos.
Pero el impacto de la escena del beso de Rubiales es tal, que quizá veremos una de las primeras veces en la historia, en las que la FIFA y un Estado-nación, como instituciones, se unen. De una u otra forma, pueden acabar expulsando de por vida a un directivo de las canchas y oficinas, y quien quita, sancionándolo también legalmente.
Sería de esas pocas veces en las que el equilibrio de instituciones, y por ende, de poderes, tanto público como privado, estaría apoyando a la víctima dentro de esta industria. Ojalá sea el precedente de más reivindicaciones dentro de la cancha, la cual desde la Ley Bosman, me parece, no había albergado un partido jugadorxs vs directivxs con una posibilidad real de que lxs jugadorxs ganaran. Al final, a pesar de ser lxs protagonistas, lxs jugadores son al mismo tiempo lxs mas vulnerables de la pirámide.
Falta ver cómo se acomoda todo en estos tres meses de suspensión que FIFA ya le dictó a Rubiales. De entrada, ya también hay amenazas a UEFA por parte de gente cercana a Rubiales en la RFEF, amagando con dejar fuera sus selecciones de competencias continentales. Por lo que va a ser un jaloneo que nos arrojará cosas que quizá no queremos ver. Ojalá la madre de Rubiales desista de su huelga de hambre, porque esto va a tardar.
Sin embargo, al final, es muy probable que acabemos con una Ley Hermoso y/o ¿hermosa? que derive en la suspensión permanente, de oficio, a directivxs o superiores que ejerzan agresiones sexuales.
Si esto pasa en la cancha con más aficionadxs en el mundo, eventualmente puede permear o ir a la par (depende del país) a niveles más Estatales/nacionales. Ahora, la primera parada después de Madrid, es Zambia.
Por: @KhanPaola