El sueño europeo se mantiene latente en el grueso de los futbolistas mexicanos. Sin embargo, y como se dice en México, no todo lo que brilla es oro. Dentro todos los casos de futbolistas nacionales en el viejo continente, existe una constante: la inestabilidad. Ese fue el caso de Diego Reyes, quien hoy esta ante su mejor oportunidad de tomar revancha en el futbol.
Diego Reyes de América a Europa
Originario de la CDMX, se formó en Coapa y tuvieron que pasar 4 años para que debutara con el primer equipo. Lo hizo a los 17 en el Clausura 2010. Fue hasta 2012 cuando Diego Reyes toco el Olimpo con la medalla de oro obtenida en Londres 2012. Al año siguiente el central mexicano se coronó con América.
Estamos hablando de tres años meteóricos en los que Diego Reyes se mostró de gran forma al mundo del futbol. Era de esperarse que la internacionalización llegase, y eso fue lo que paso cuando Porto, club conocido por la reventa de jugadores, lo fichara para la temporada 2013-2014.
En aquel entonces se pagaron 7 millones por el central, cifra que se iría esfumando con su regularidad en Europa. Si bien es cierto que su primera experiencia fue grata, pues disputo 47 partidos con los dragones (cifra que no superaría con ningún club en el viejo continente), Reyes esperaba aún más de su experiencia fuera de México.
Por ese motivo en 2015 fue prestado a la Real Sociedad con el afán de ambas partes (Reyes y Porto) pudieran sacar provecho de su relación contractual. En España se le vio bien por momentos, jugó más de 20 partidos en una liga de mayor calibre, pero sus participaciones no lograron que el fichaje se concretara, por lo que regresó a Porto.
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Volvió sólo para que se anunciara su salida nuevamente ahora al Espanyol de Barcelona, con los pericos logró superar los 30 partidos, que no bastaron para hacer efectiva la compra del mexicano. Así llegamos a la etapa crítica de su carrera, pues se fue libre a Fenerbahce, sin embargo sus actuaciones no convencieron y lo prestaron a Leganés, donde la suerte fue la misma.
Una devaluación de su carrera inminente, pues su valor pasó de los 7 millones a los 2 millones. Era un hecho que Diego Reyes le quedaba un solo camino y se llamaba México. Realmente importaba poco el escudo que acompañara a la camiseta amarilla.
Ni traición ni retroceso, es salvar una carrera
La discusión en torno al regreso de Diego Reyes giraba en los constantes rumores del precio de su ficha, algunos medios aseguraban que Tigres estaba pujando por alcanzar una cifra razonable. Mientras que otros decían que el hijo prodigo regresaría a América con un precio menor que el ofrecido por Tigres.
En ese punto parecía que América repatriaría a otro canterano, y que la narrativa de grandeza a la que nos tienen acostumbrados, haría eco en la Liga MX. Sin embargo, el mismo Diego Reyes tenía otros planes en mente, pues no viajaría al centro del país, sino al norte.
Tigres le ofreció un contrato de 3 años con un sueldo que rondará los 2.5 millones de dólares, superior a los 1.5 que América le propuso a su canterano, ahí la razón de su decisión. Misma que ha sido cuestionada por la parcialidad americanista: judas, traidor, vendido fueron algunas de la injurias que se pudieron leer redes sociales.
Pero no debemos dejar de lado que la decisión de Reyes se funda en su futuro inmediato, donde se conjugan lo económico y lo deportivo. Fichar por Tigres significa una oportunidad de oro para que el futbolista tome un segundo aire a sus 26 años.
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Recordemos que Diego Reyes puede jugar como central, como contención (papel que ha venido desempeñando en la selección) y en emergencias como lateral. Esto es de gran relevancia para Tuca, sobre todo pensando en la lesión del central Francisco Meza, quien se perderá todo el torneo por una ruptura de ligamento cruzado.
Por lo tanto, y dejando de lado la discusión sobre la elección del equipo. Regresar a México fue la mejor decisión que pudo tomar Diego Reyes, vendrá a una liga en la que se formó, con una de las mejores plantillas y con un salario top dentro de los jugadores mexicano, en pocas palabras el defensor mexicano tiene todo servido para revivir una carrera que a los 26 años amenazaba con acabar.
Por: José Macuil García
