Dicen por ahí que todo equipo que aspire a ser campeón necesita de un hombre gol. Un especialista de área. Con el arco pintado en la frente. Un 9 clásico que firme el resultado y nada más. Algunos como Filippo Inzaghi o Hugo Sánchez. De esos que aparecen en las galerías de agencias periodísticas celebrando en la banda con sus compañeros, los mismos que aunque no protagonizan las estadísticas, hacen lo necesario para dejarlo a merced de las piolas y el portero agonizante. Los colegas del trabajo sucio.
Everton tiene uno de esos. Mucho más sutil que el magnífico James Rodríguez o el insaciable Abdoulaye Doucouré, refuerzos estrellas del azul británico para este nuevo ciclo. Protagonista cuando se gana y no antagonista cuando se pierde.
Dominic Calvert-Lewin no posó sonriente a principio de la temporada. No fue presentado como el salvador de un equipo necesitado, ni tampoco fue tendencia en las redes sociales más capitalistas. A diferencia de ser el chico popular de Merseyside, el delantero de 23 años llegó por allá en la temporada 2016-17 con un rótulo de juvenil desapercibido. Sin minutos en primera. Sin una posición clara. Con un nombre de pila más complejo de lo habitual. Hoy, para los Toffees, es el ángel milagroso. El sutil. El de los goles. El intrascendente necesario -hablando desde el juego como tal-.
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En la Premier League se han disputado seis fechas, donde un Everton soñador se ubica en la primera posición, pese a perder el invicto en su último encuentro. Difícilmente será campeón. Pero si tiene a Calvert-Lewin, acompañado de un equipo que juega para él, la tarea de colonizar Inglaterra se hará mucho más sencilla. Sumándole incluso que, para ganar una guerra se necesita controlar aire, tierra y agua. Algo que, sorpresivamente, no es obstáculo para el nacido en Sheffield.
Aun así, esa especialidad de marcar y marcar goles, solo fue descubierta y potenciada al máximo en diciembre de 2019, justo cuando Duncan Ferguson tomó el interinato, previo a la designación de Carlo Ancelotti. La contratación del nuevo estratega trajo consigo, indirectamente, el descubrimiento de un nuevo Dominic Calvert-Lewin; un delantero mucho más limitado en sus funciones pero más influyente en el resultado. El de las portadas de periódicos matutinos sin tocarla más de tres veces por partido.
En seis partidos de liga, Dominic Calvert-Lewin ha marcado siete goles. Por lo menos uno por encuentro, exceptuando la derrota 2-0 ante Southampton. Y si se le añade lo hecho en la Copa de La Liga, el número de tantos asciende a 10 en apenas ocho partidos.
Una mina desperdiciada
Debutó en la temporada 2014-15 para el club de su ciudad, Sheffield United. Nunca fue tomado en cuenta, mientras los Sables disputaban tercera división. Salió a préstamo al Stalybridge Celtic FC de sexta categoría, donde marcó seis goles en cinco partidos. Nuevamente, sus servicios fueron cedidos al Northampton Town de cuarta división, marcando ocho goles en 26 presentaciones, exponiendo hasta ese momento su mejor performance en un club profesional.
Sorpresivamente, cuando regresó por segunda vez a Sheffield, Everton lo
fichó por 1,8 MDE, en una operación atípica y beneficiosa. No superaba los
20 años, pero ya había pasado por cuatro niveles del futbol inglés, llenándose
de un carácter necesario para enfrentar defensas rústicas y diabólicas. Hoy su
valor supera los 40 MDE, siendo el segundo más caro de su equipo.
Ronald Koemen, hoy entrenador del FC Barcelona, le dio participación en 11 partidos, marcando un solo gol. No fue prioridad, ni tampoco una promesa realmente inspiradora. Pero ese anonimato se aclaró cuando en la Copa Mundial Sub-20 de 2017, Dominic convirtió el gol del título ante Venezuela. Ese hito fue suficiente para montarse en el bus del primer equipo, pero no en el asiento que más le convenía. El asiento del gol, el último toque, el área rival, los duelos aéreos, el cabezazo y el desmarque.
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Sin espacio como delantero centro titular, Calvert-Lewin migró de posición.
Alcanzó a jugar por un extremo, también en zona de volantes, e incluso casi
en la mitad del terreno. Aun así, en las últimas tres temporadas siempre superó los 30 partidos por Premier League. Pero su número goleador no tuvo un incremento hasta la llegada del DT italiano a la ciudad de Liverpool. Su racha goleadora más alta había sido de seis goles, siendo dirigido por Marco Silva. Aún así, con la llegada de Míster Carlo, la métrica goleadora llegó a 13, tomando como referencia el campeonato 2019-20, con parate, pandemia y posiciones bajas de por medio.
Ancelotti, técnico desde diciembre de 2019, descubrió, gracias a Duncan Ferguson, el arte de la sutileza. El hacer que Dominic Calvert-Lewin solo fuera responsable de tocar el último balón directo a la red. De celebrar. De pasar desapercibido durante todo el juego, solo para brillar en un toque anotador.
El toque de primera y la cualidad de volar
El dominio con la pelota, la velocidad, la gambeta y la visión de pase nunca fueron aptitudes para Dominic Calvert-Lewin. Sin embargo, con jugadores como Romelu Lukaku, Cenk Tosun, Sandro y el mismo Richarlison en la zona de goleadores, el delantero de 1,87 perdió su verdadero talento desde su llegada a Goodison Park. No obstante, en el último año y medio, jugar en los metros concluyentes le sirvió para sacar su máximo potencial, olvidando esa función de jugador divagante de posiciones poco fructíferas a nivel individual.
Vistiendo los colores del Everton, Calvert-Lewin ha celebrado en 31 oportunidades por Premier League. 14 fueron de primer toque, mientras que otros 15 fueron de cabeza. Incluso, los siete que ha marcado en esta campaña por liga local los convirtió con la sutileza de un empujón inmediato. Sin recepción. Sin evadir defensas. Sin pensar mucho dónde ponerla. Solo definiendo con la magia de un toque primerizo. A eso se le suma su mejor virtud, rematando de cabeza y ampliando el marcador por dicho medio en cuatro ocasiones.
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Sin olvidar también que en los 26 partidos que ha dirigido Carlo Ancelotti al Everton, este especialista del área rival ha sido titular en 25, marcando 20 goles y, paradójicamente, destacándose como el jugador que menos ha tocado el balón entre sus demás compañeros de camerino. Su zona de confort se ha limitado a los últimos 15 metros, casi abrazando al portero contrario, pero conectando todos los balones que vayan con dirección de riesgo.
Las atajadas de Jordan Pickford, conjugándose con la agresividad de Allan y Doucouré, traduciéndose en pases de calidad con James Rodríguez, han tenido un resultado de perfección con el hoy goleador del futbol inglés, que incluso, sin participar activamente del juego, es el autor material del buen arranque liguero del Everton, sumándole el avance continuo en Copa de La Liga, donde Dominic no se ha hecho esquivo.
Eso sí, contra Southampton, partido que decretó la caída del invicto blue en esta campaña, Dominic Calvert-Lewin tuvo un partido más fantasmal de lo habitual. Pero, como tampoco es una necesidad que aparezca en el juego, poco se notó su aislada posición, mas sí se notó el juego tenue de sus demás compañeros de escuadra.
Definitivamente los buenos proyectos deben contar con un goleador que esté hecho para eso. Meter goles y traducir el esfuerzo colectivo en una celebración. Por eso, hasta la fecha, siete de los 14 goles marcados por el Everton en la Premier League tienen nombre y apellido.
Por: Samuel Vásquez Rivas / @svasquezrivas95