La temporada 1977-1978 no fue una más en la historia del futbol europeo. Hasta ese momento, el Ajax y el Bayern de Múnich habían sido amos y señores de la Copa de Europa, pero por los próximos años, sólo un país se haría con el máximo trofeo a nivel de clubes.
Bob Paisley: el DT que renovó al Liverpool
Todo comenzó con la llegada de Bob Paisley como director técnico del Liverpool en 1974. Su nombramiento fue algo repentino, ya que nadie esperó que Bill Shankly dejara al equipo después de la FA Cup de ese año. Nadie comprendió lo que estaba sucediendo. Paisley gozaba su papel como secundario, siendo más un asistente que una cabeza principal, pero aun así decidió que tenía que hacerse cargo del equipo. Frente a él tenía un reto importante: La Copa de Europa, y lo mejor podía hacer era conquistar el trofeo por primera vez para los reds.
En esos momentos, el conjunto inglés no generaba temor. De hecho, era más conocido en la Copa de la UEFA (Europa League) que en la Copa de Europa. Sin embargo, de la mano de jugadores como Kevin Keegan, Phil Neal, Ray Kennedy, Steve Heighway y Ray Clemence, las cosas comenzaron a cambiar.
Temporada 76-77: el Liverpool conquista su primera Copa de Europa
El Liverpool se presentó como campeón de la Liga Inglesa y campeón de la Copa de la UEFA. Su primer obstáculo fue el Crusaders de Irlanda, al que eliminaron fácilmente con un 0-2 en la ida y un 5-0 en casa. Para los octavos de final tuvieron que venir de atrás. Después de perder el primer encuentro 1-0, tuvieron el coraje para anotar en tres ocasiones y así seguir avanzando en el certamen.
Hasta aquí todo bien, pero en la siguiente ronda se vieron las caras con el Saint-Étienne, finalista de la competición anterior. Fue aquí que muchos dieron al Liverpool por eliminado. El sueño inglés se terminaba sin apenas jugarse un solo minuto de las eliminatorias. La situación no mejoró después del primer partido. Los franceses derrotaron 1-0 a los reds, dándole la razón a los desertores y matando las esperanzas de las pocas personas que aún se mantenían firmes.
Pero como es bien sabido, en la cancha son 11 contra 11, y cualquier cosa puede pasar. En su casa y con su gente, el Liverpool se mostró como una bestia, y aunque sufrieron el empate momentáneo, al pitido final se certificó el 3-2 global que los metía de lleno en las semifinales.
La siguiente ronda fue más sencilla. El Zurich de Suiza no mostró mayor resistencia en ningún partido; en ambos encuentros se llevaron 3 goles en contra, y solo pudieron anotar un gol en la ida. Fue así que, por primera vez en su historia, el Liverpool llegaba a la final del máximo torneo de clubes europeos.
Ante ellos se presentó el Borussia Mönchengladbach, equipo que se encontraba en las mismas condiciones. El 25 de mayo los ojos del mundo se posaron en Roma. Ambos equipos llegaron como las revelaciones del torneo, y todos querían saber quién ganaría en esta batalla de caballos negros.
El primer tiempo fue de dominio inglés, ya que el Borussia se vió irreconocible; lo que provocó el 1-0 para el Liverpool. En la segunda mitad el rendimiento se emparejó, y fue solo cuestión de minutos para que los cartones hicieran lo mismo. Sin embargo, en muy poco tiempo, los ingleses volvieron a tomar la ventaja, y nunca la volvieron a soltar. De hecho, y para desgracia de los alemanes, no tuvieron bastante peligro en contra, lo que les dió la oportunidad de anotar el tercer tanto que finiquitó el encuentro.
Gracias a ello, el Liverpool conquistó su primera Copa de Europa, siendo así el segundo equipo inglés en lograr el campeonato. Por primera vez el «You’ll never walk alone» resonó por todo el continente, dejando claro que llegó para quedarse.
El bicampeonato: los reds dominaban el torneo de clubes más importante del mundo
Para la temporada 1977-1978, el Liverpool regresó como vigente campeón, aunque ahora sin su icónico delantero, Kevin Keagan. Sin embargo su ausencia no se notó demasiado, gracias a que Kenny Dalglish llegó al club en plan grande.
El primer obstáculo fue el Dynamo Dresden, al que golearon sin mayor problema. Posteriormente el Benfica quiso dar la campanada, pero los campeones volvieron a ser superiores en el marcador por una abultada ventaja. Fue así que las semifinales dieron una revancha. El encuentro de Liverpool vs Borussia Mönchengladbach se revivió, aunque ambas escuadras tuvieron bajas en comparación a su primer duelo. El partido generó demasiado morbo, y los alemanes salieron mejor parados.
El Borussia llegó al segundo partido con una ventaja de 2-0, dejando prácticamente todo a su favor para llegar a la gran final. Pero si algo era ya común para los ingleses era remontar el marcador, y fue gracias a ese espíritu que tuvieron el coraje para encarar el siguiente encuentro. En lo que fue un partido de ensueño para los reds, el conjunto alemán se desvaneció en la cancha. Poco a poco, los teutones vieron caer los tres goles que los dejaron fuera de la competición, y el Liverpool, por segundo año consecutivo, llegó a la batalla final.
Esta vez el Brujas fue el adversario, quien no tuvo a su máximo anotador, por lo que desde el inicio del partido plantearon un juego defensivo, siendo el portero Birger Jersen la figura. Aún así, el ímpetu del Liverpool pudo más que la defensa del Brujas, y a los 65 minutos de juego, Kenny Daglish le dió la ventaja definitiva a los ingleses.
Con este campeonato el Liverpool pasó a la historia al ser el único equipo inglés en lograr el bicampeonato de la Copa de Europa, lo que también le dió renombre a nivel internacional. Sin embargo, el mundo no tuvo que esperar mucho para ver al siguiente bicampeón de una nación.
El tiempo del Nottingham Forest
En la siguiente edición de la Copa de Europa pudimos ver cómo sucedió el milagro del Nottingham Forest. El equipo no llevaba mucho en ascender a la primera división inglesa, y en su torneo de debut en la Copa de Europa, sorprendió a todos al coronarse campeón.
Las cosas no se quedaron ahí, y para la siguiente temporada, el conjunto repitió la hazaña, ocupando su lugar junto al Liverpool como únicos bicampeones ingleses del certamen. Hasta ese momento, el mundo se había vuelto loco. En las ultimas finales se veían encuentros inesperados. Los caballos negros eran cada vez más comunes, y las quinielas se rompían todo el tiempo. Sobre todo, Inglaterra estaba tomando un protagonismo nunca antes visto. Pero aun no hacían historia como tal; les faltaba algo más.
Se comenzó una nueva campaña, una nueva oportunidad para los equipos para por fin arrebatarle el título a los equipos ingleses. Desgraciadamente para todos ellos, solo pudieron contemplar como, de nuevo, los ingleses conquistaron la gloria.
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El vigente campeón cayó, lo que animó a los contrincantes, pero el Liverpool aún seguía vivo, y tenía la esperanza de seguir con el imperio de los equipos rojos. Desde el campeonato del Manchester United en 1968, equipos con el rojo en sus uniformes se habían alzado como monarcas del torneo.
El Liverpool avanzó sin problemas ante el Oulun Palloseura (11-2), del mismo modo que contra el Aberdeen (5-0) y el CSKA Sofia (6-1) antes de por fin tener un rival complicado: El Bayern Munich. Los bávaros de igual manera llegaron a las semifinales sin mayor competencia. En las tres rondas anteriores había anotado 19 goles y apenas recibido 7.
El partido generó morbo en los espectadores. Ambos equipos llegaron como una máquina de goles. El duelo representó el choque de dos bestias, los máximos candidatos al título en la pelea por llegar a la última instancia. La final se había adelantado. El primer duelo fue táctico, un partido donde ambos equipos intentaron sobresalir, pero la puntería, aunada con la fortaleza de la defensa, impidió que se moviera el marcador. Con donas al final del partido, la semifinal tenía que definirse en Alemania.
El favorito fue el equipo local, ya que los ingleses llegaron con bajas debido a lesiones que lo hacían tambalear. Gracias a este detalle, los alemanes iniciaron el partido con la agresividad que los caracteriza, atacando por todos lados a los visitantes. A los nueve minutos del partido, el Liverpool perdió a Kenny Dalglish, dando mal augurio para lo que seguía. Sin embargo, Paisley mandó a la cancha Howard Grayle, jugador de 22 años que solo había participado en una ocasión con el primer equipo, su rol era estar más en el equipo de reserva.
El movimiento, sumamente arriesgado, resultó. La velocidad de Grayle tomó por sorpresa a los alemanes. Cada vez que Howard tomaba el balón, los visitantes llegaban hasta el área rival. El primer jugador negro del Liverpool se convirtió en la mejor arma ofensiva.
Pero el sueño tuvo que terminar a los 70 minutos. Grayle recibió una amonestación, y Paisley, con miedo de enfrentar los últimos 20 minutos en desventaja numérica, decidió sacar al joven revulsivo. Los aficionados alemanes estaban vueltos locos. Gritaron, cantaron, saltaron, todo con tal de asustar a los ingleses. La afición quería cumplir su papel en el partido.
Con todo y contra todo un país, Ray Kennedy anotó el gol que metió de lleno al Liverpool en la final de París. Recibió el balón sin marca en las orillas del área grande, y con un ligero control del pecho y sin dejar botar el balón, remató pegado al poste para silenciar a toda una nación. De poco sirvió el empate de Rummenigge al último minuto del partido. El gol de visitante aún dejaba a los británicos con la ventaja.
Liverpool vs Real Madrid: por la gloria de la temporada 1980-1981
Así es como el Liverpool llegó a su tercera final en cinco años. Ante ellos tenían al Real Madrid de los García, un equipo sin muchas estrellas y que, a base de esfuerzo y corazón, habían logrado llegar hasta el Parque de los Príncipes. El favorito obviamente fueron los reds.
Aún así los españoles tenían mucha fe. Volvieron a la final de la Copa de Europa después de 15 años de ausencia. Mucho tiempo y una generación nueva. Eso fue lo que presentó, pero a los nuevos les hacía falta una cosa vital: experiencia.
El peso de ello fue su peor enemigo y, desgraciadamente para los ibéricos, su perdición. Apenas pudieron mantener el empate al final del primer tiempo, y ni se diga del segundo. Cuando tuvieron la oportunidad de dar la campanada e irse adelante en el duelo, José Antonio Camacho picó demasiado el balón, haciendo que se fuera por arriba del travesaño, ante un portero que había salido prácticamente rendido.
El que perdona pierde; los madridistas lo sabían, por lo que los nervios se hicieron dueños de sus cuerpos. El equipo no supo reponerse, y las cosas empeoraron cuando García Cortés falló al reventar el balón del área grande, cosa que Alan Kennedy aprovechó y partió la portería por la mitad al minuto 81.
Dominio inglés en la Copa de Europa
Fueron cinco años, cinco diferentes competencias, y nadie podía impedir que Inglaterra se quedara con el mejor trofeo europeo. Solo un país lo había logrado antes: España, con el pentacampeón Real Madrid, amo y señor de las primeras ediciones del torneo.
Así que, con el reto de imponer historia, el Liverpool y el Aston Villa comenzaron la nueva campaña. The Villains no tenían a grandes renombres entre sus filas, pero el corazón les sobraba para encarar cada partido. Prueba de ello está su contundente 7-0 al Valur en los dieciseisavos de final.
El Dinamo de Berlín mostró mayor competencia. Los alemanes perdieron el primer duelo 1-2 y, fieles a su espíritu guerrero, se entregaron en cuerpo y alma para conseguir la remontada. No pudieron pasar del 1-0 a su favor, y con el 2-2 global, los ingleses volvieron a imponerse a los teutones por el gol de visitante.
Mientras el Liverpool dejaba la corona expuesta al caer en los cuartos de final, el Dinamo de Kiev no pudo evitar el avance de The Lions. A pesar del cambio de técnico por el mal paso por la liga, el conjunto inglés se impuso 2-0 en casa, pisando fuerte hacia las semifinales.
Anderlecht quiso interrumpir el buen paso de los de Birmingham, pero no pudieron reponerse al 1-0 en Inglaterra. Las redes no se movieron más, y con un solo gol el Aston Villa debía enfrentarse a un Bayern Munich que venía de remontar un 2-0 en contra para salir con un 4-2. Los alemanes tenían su revancha contra los ingleses, la supremacía de los equipos rojos podía seguir, pero los duelos tienen que jugarse. La llegada de los 8 minutos de juego representó un duro golpe para los debutantes en la final, ya que el portero Jimmy Rimmer tuvo que salir por una lesión.
Nigel Spink, con 23 años y un solo partido con los grandes, tenía en sus manos el futuro del campeonato. Que cosas del destino, nuevamente el Bayern vió como un jugador vital del adversario salía en los primeros minutos por lesión, y como un joven sin experiencia se convirtió en su peor pesadilla.
El guardameta no dejó pasar ningún balón. Cada remate, intento, embate y acoso de los alemanes fue rechazado por Spink. Nada ni nadie podía impedir que ese partido fuera el mejor de su carrera. A pesar de todos los intentos rojos, Peter White le dió la ventaja definitiva al Aston Villa a los 51 minutos, y la supremacía red se terminó.
Aston Villa conquista la Copa de Europa en la temporada 1981-1982
Pero mientras una era terminaba otra comenzaba. Los reds dejaron de ser los campeones, pero por primera vez un país gana la Copa de Europa seis veces consecutivas. La primera copa del Aston Villa fue histórica para todo el país. Propios y extraños se sorprendieron en la pelea de David contra Goliath.
El Hamburgo fue el encargado de terminar con la supremacía inglesa. Su campeonato en 1983 ante la Juventus fue el punto de quiebre. Por fin Alemania se hacía del campeonato europeo después de seis años, justamente el reinado de Inglaterra, y de nuevo los reds regresaron al éxito.
Sin embargo, Alemania no pudo retener el campeonato, y los ingleses regresaron más fuertes. El Liverpool llegó hasta la final superando al Odense (6-0), Athletic Club (1-0), Benfica (7-1) y al Dinamo Bucarest (3-1) para enfrentarse a una Roma que venía en plan grande.
El Liverpool, con experiencia, tuvo que sacar las garras para poder salir adelante. No solo eran los 11 jugadores, estaban en el Estadio Olímpico de Roma, el territorio enemigo. Como ya era una costumbre para ellos, tenían que jugar contra todo un país. Phil Neal empujó el balón a las redes a los 13 minutos, producto de un rebote por un choque entre Ronnie Whelan y el portero Franco Tancredi, acción que podía marcarse como una falta ofensiva. Aun así los locales se repusieron, y a los 42 minutos Roberto Pruzzo se alzó por sobre todos y remató certero de cabeza para empatar el marcador.
El partido no se movió mucho más, ni en los 90 reglamentarios ni en los 30 minutos de añadido, así que el campeón tenía que definirse en los penales. El bailarín Bruce Globbelaar, portero de los reds, se volcó como un héroe y atajó dos penales, dejando que el fallo de Steve Nicol pasara desapercibido, y dándole el tiro de gloria a Allan Kennedy.
Inglaterra de nuevo fue el monarca de la Copa de Europa. De ocho campeonatos, siete fueron ingleses. El dominio de los británicos fue innegable. Cuatro campeonatos del Liverpool, dos del Nottingham Forest y uno más del Aston Villa, fueron la máxima expresión de que los debutantes ingleses eran el temor de los grandes europeos.
Un hecho nunca antes visto. De hecho, desde entonces ningún país ha podido replicar la hazaña de Inglaterra, dejando el glorioso sextete europeo en manos inglesas. Simplemente, de 1977 a 1984 Inglaterra fue la máxima expresión de futbol europeo.
Por: Miguel Bustamante / @Miguel_B07