¿Cómo es que se pueden combinar el balompié y la cultura? Se suele sostener la idea de que el futbol es una especie de “nuevo opio de las masas”. Que no tiene otra función que embrutecer a la población y que es imposible pensar desde él, con él. Estos juicios suelen apoyarse en frases lapidarias como las lanzadas por Jorge Luis Borges, quien veía en la pelota una verdadera atrocidad.
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Y es que quizá se suele pensar en la grada extasiada, que grita y lanza la cerveza al aire mientras celebra un gol. Se piensa que esto es un retorno a la animalidad, un retroceso que ofende todos los grandes logros que la especie humana ha conseguido. Pero también puede ser un ejercicio estético: el éxtasis que se ha desprendido de sus vestigios divinos. El “síndrome de Stendhal” es un perfecto ejemplo de esto. Cuando la belleza de una obra de arte nos resulta abrumadora, nos vemos rebasados. El desborde que causa el producto de la mano humana.
Contemplar el juego
En este sentido, la necesidad de gritar al ver al Barcelona de Pep Guardiola, por ejemplo, de levantarse del asiento al contemplar la volea de Zidane, puede verse como una suscripción irracional a un equipo con el que uno no está vinculado de nada. Pero también puede pensarse como un arrebato emocional ante una obra de arte. El futbol puede ser simplemente un ejercicio estético. El gol de Maxi Rodríguez contra México fue dolorosísimo… Y hermoso.
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Hay un montón de factores que rodean a la pelota, y es evidente que no se le puede sustraer de un contexto social y económico que la determinan. Es, por decir uno de sus vicios, un negocio gigantesco que muchas veces parece haber abandonado cualquier escrúpulo. Pero es también un ejercicio con una cantidad inmensa de posibilidades. Contemplar a los mejores rivales regados por el campo puede pensarse como pinceladas sobre un lienzo en blanco, un ejercicio de precisión científica o como el montaje de una escena magistral.
El balón de Rembrandt
La Eredivisie anunció que para la temporada 2019-2020 se usaría un balón que llevara el rostro de Rembrandt, así como fragmentos de varias de sus pinturas más destacadas. Es de celebrar que la cultura y el futbol se unan de manera tan directa y transparente.
Seguramente más de una persona se preguntará ¿quién es el rostro que aparece en la pelota? ¿Por qué aparece? La liga holandesa ha sabido encontrar un vehículo en el esférico, una mampara para difundir y honrar a la vez, a uno de los más grandes genios de la pintura. Pero al mismo tiempo ha lanzado un mensaje claro de conciliación: el arte, la cultura, no sólo no están peleados con el futbol, sino que pueden ser un mismo ente.
Por: Alberto Roman / @AlbertoRomanGar