Hay un dicho que dice: «o mueres siendo un héroe o vives lo suficiente para convertirte en el villano». El 20 de enero de 2017, Monterrey amaneció con una noticia sobre uno de sus hijos favoritos. Jesús el Cabrito Arellano, ganador de la Medalla al Mérito Cívico de Nuevo León por su trayectoria como futbolista, era acusado de abusar sexual de una menor que resultó ser su sobrina.
Ante esta acusación, la Fiscalía General de Justicia de Nuevo León giró una orden de aprehensión en su contra. Desgraciadamente, Jesús Arellano huyó de la justicia y puso a nombre de su esposa todos sus bienes (para evitar algún embargo).
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Pasaron prácticamente dos años para que fuese detenido por las autoridades. En mayo de 2019, la misma fiscalía confirmó la captura del ex jugador de rayados. Los hechos se dieron en la colonia Cumbres de Oro, ubicada en Monterrey, Nuevo León. Arellano tendrá que enfrentar los cargos por violación a una menor.
Muchos años antes, Jesús era un niño que jugaba futbol en el equipo de su padre, en la colonia Indeco, un barrio bravo de Monterrey. Fue hasta los 16 que un empresario de nombre José Barragán, apodado El Charro, compró un equipo de tercera donde se encontraba Arellano. Entre el Charro y el entrenador de los Vaqueros de Apodaca, Pepe Sánchez, intentaron promover a Chuy. Primero con los Pumas de la UNAM, a los que los 250 mil dólares que pedía el Charro por el jugador les parecía una suma exorbitante.
Quien estaba dispuesto a todo por hacerse del jugador fue Miguel Mejía Barón, entonces entrenador de Monterrey. Sin embargo, Jorge Lankenau, presidente del club, bloqueó las negociaciones y a los equipos de Barragán.
Distintos medios afirmaron que era cuestión de celos empresariales. Lankenau fue encarcelado por ejercer fraude contra 230 inversionistas por 170 millones de pesos, aunque el empresario afirmó que le quitaron el Club Monterrey por órdenes del entonces gobernador, León Fernando Canales Clariond.
Al margen de las negociaciones, el Cabrito Arellano llegó gratis a Monterrey en la temporada 93-94 luego de la movida de Lankenau. Sus actuaciones en la cancha deslumbraron a la afición, por lo que no pasó mucho tiempo para que llegara a las Chivas del Tuca Ferretti en 1998.
Ahí evolucionó al punto de convertirse en el as bajo la manga de Manuel Lapuente, entrenador de la Selección Nacional en el Mundial de Francia 98. Arellano era el cambio de lujo, partícipe en el legendario gol de Cuauhtémoc Blanco contra Bélgica y donde un tiro suyo que pegó en el poste le dio la oportunidad a Luis Hernández de acabar con Alemania en los octavos -aunque el Matador falló, dándole la oportunidad a Alemania de remontar.
Su regate y verticalidad lo mantuvieron en la selección muchos años más, ganando la Copa Confederaciones del 99 y cumpliendo con dos procesos mundialistas más -2002 y 2006-. En palabras de Claudio Suárez:
Arellano es un jugador histórico, creo que debe estar entre elementos como Cuauhtémoc, Jared, que han dejado huella en el equipo, y ‘Cabrito’ lo ha logrado
El Cabrito Arellano no pudo estar mucho tiempo lejos de Monterrey y regresó en el 2000. Nunca más volvió a salir del equipo. A pesar de que tuvo ofertas en Italia y España, la pasión por los Rayados lo hizo mantenerse en casa y buscar el campeonato. Finalmente en 2003, el jugador logró su primer titulo con Monterrey. Ganó también los campeonatos del Apertura 2009 y 2010, y junto con Luis Pérez, es el único que ha levantado tres trofeos con el conjunto de la Pandilla, además de un título de Concachampions.
Sin embargo, Jesús Arellano también tuvo que lidiar con las lesiones –tres veces fue operado de la rodilla- y una suspensión de cinco partidos luego de un «intento de agresión» al árbitro en un duelo contra Pachuca en 2008. Arellano era un jugador apasionado, algo que siempre le aplaudió la afición de Monterrey. Incluso pidió que se retirara el número de su jersey cuando el Cabrito anunció su retiro. 482 partidos de Liga y 62 goles después, el Cabrito Arellano dio fin a una carrera fructífera.
A pesar de que distintos medios deportivos locales como nacionales informaban que el siguiente paso sería la dirección técnica, el hombre que lo formó, El Charro Barragán, tenía claro que el destino de Jesús Arellano era otro.
No tiene ninguna vocación de técnico, ni de nada relacionado con el futbol, yo creo que no vuelve al futbol para nada, no sé si algún día directivo, no creo, él prefiere otras cosas. Él mismo había tenido que convencer a un joven Arellano de 18 años para que no dejara el futbol por bailar cumbias. Finalmente, el Cabrito jugó un tiempo en un equipo de futbol rápido en Monterrey y llevaba una vida apacible, antes de que se girara la orden de aprehensión en su contra. Antes de que él mismo tirara con un error su propia leyenda.
Por: Redacción