De pronto me viene el recuerdo de una final, a veces de un descenso o de un concierto. Hay días en que mis pensamientos se pierden entre el eco. El graderío es frío. Desde esta colina puedo ver la carretera 57 y miles de automóviles que pasan frente a mi, no se detienen, al igual que el tiempo.
Memorias del Estadio Corregidora
A media semana nadie tiene tiempo de voltear a ver a un coloso de acero y concreto como yo. El fin de semana la gente pasa por aquí vestidas de azul y negro: gritan, beben, cantan, a veces lloran y después se van. Las luces se apagan y las escaleras lucen desiertas, los pasillos son muy largos y el césped apenas se mueve por el viento. No sabría por donde empezar a relatar algunas cosas que he vivido en estos ya 35 maravillosos años de historia.
Queda ya lejano aquel golazo de Tomás Boy ante Polonia en el juego inaugural, aquel fue un gran día, lo recuerdo con muchísimo cariño. También guardo en la memoria el Mundial de 1986, donde vinieron a conocerme grandes jugadores con sus selecciones nacionales.
Se presentó Alemania con el legendario Franz Beckenbauer como DT, así como Lothar Matthäus o Karl-Heinz Rummenigge en el campo, por mencionar a algunos de aquel gran plantel subcampeón del mundo. Enzo Francescoli con Uruguay y Michael Laudrup con Dinamarca también impartieron cátedra de como tocar el balón sobre mi césped.
Ni hablar de la selección española de Emilio Butragueño y Andoni Zubizarreta, a los de “La Furia Roja” les fue muy bien y se llevaron de acá un gran sabor de boca y un pase a cuartos de final a costa de los daneses. Fue un verdadero honor albergar algunos partidos de la Copa de México 1986.
Otras figuras
Hablando de futbol catalán, también vi la clase de Rafa Marquez. Después, en juegos más recientes de exhibición desarrollados sobre mi césped conocí a Hristo Stoichkov y su fuerte temperamento así como a Carles Puyol, también leyenda del FC Barcelona.
En fechas más próximas al recuerdo colectivo recibí a Diego Armando Maradona comandando a sus Dorados de Sinaloa la Copa MX. Sus pasos eran lentos, su bastón ayudaba a mitigar el dolor de unas rodillas destrozadas por los exceso y el futbol.
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Alguien a quien recuerdo con mucho cariño es a ese astro brasileño de torcida sonrisa y de magia en las piernas, de regates precisos y de bicicletas fantásticas, de quiebre y toque, de toque y remate. Una fantasía hecha hombre. Nacido en Brasil, ese hombre que el mundo llama Ronaldinho, aplaudido por estadios rivales, amado por aficiones y campeón del mundo en 2002.
Su leyenda esta por las nubes, como el primer penal que cobró y falló en un juego de Copa MX ante Tigres. Sin embargo, logró llegar a la final de liga contra Santos, donde le marcó un inusual gol al que ahora es uno de los mejores porteros de la liga de Portugal, Agustín Marchesín. Aunque al final fue invalidado.
Tiempos más recientes
De vuelta con los amazónicos, la Copa Libertadores se trasladó a mis gradas en 2012 y enfrentó al Santos de Brasil con el América, ese día un joven Neymar se manifestó en tierras queretanas.
Siguiendo con sudamericanos, la Selección Chilena y su ariete más icónico, Arturo Vidal, también hicieron rodar el balón por esos rumbos.
En palabras del Maestro Yoda; “Memorables batallas aquí hubo también”. Como aquella final de liga disputada en un tercer juego en 1985 entre Pumas y América. Contó con la polémica de Joaquín Urrea y finalmente el campeonato azulcrema, la alegría de Daniel “Ruso” Braylovsky y Carlos Hermosillo y el llanto de los universitarios.
La final de Copa Mx entre Gallos y Chivas también fue memorable. Una noche mágica entre una oscuridad más fuerte de lo normal y el fulgor de la pirotecnia de una ciudad que aclamaba al equipo campeón. El Estadio Corregidora aquel día se bañó de gloria.
Los locales
Gallos, Potros, Pumas, Cobras y hasta los olvidados Halcones de Querétaro filial del América en la extinta Primera A pasaron por estos terrenos, todos ejercieron la localía en mayor o menor medida y en diferentes circunstancias.
De forma habitual en mis palcos se puede ver la figura inconfundible del “Jefe Diego” fumando su puro; la élite política que se da cita para ver rodar el balón. Me agrada ver como a veces por 90 minutos las clases sociales pasan a segundo plano, sin importar que estés en palco o en cabecera, todos disfrutan por igual del espectáculo, ya sea un juego o un concierto.
A veces cada tanto soy el recinto que usan los políticos para alzar la voz y congregar al pueblo en busca de votos, rojos, morados, azules y amarillos reparten tortas y refrescos calientes sobre mi concreto.
Las leyendas del Estadio Corregidora
Recuerdo abril de 1989, cuando Rod Stewart se presentó ante más de 45 mil espectadores en un concierto para la historia de la urbe queretana. Desde entonces han pasado cantantes de la talla de Shakira, Miguel Bosé o Ana Torroja hasta Luis Miguel, OV7 o Kabah, entre otros.
Me gusta que la gente hable de mí, del Estadio Corregidora, de proezas deportivas y de conciertos históricos. Aquí no hay tiempo para hablar de maldiciones, como aquella que dice que ningún equipo podía mantenerse jugando por mucho tiempo en Querétaro. También se cuentan historias sobre el espíritu de una niña en la zona de cabecera sur planta alta, por el córner oriente.
Hay una curiosa historia en la cultura popular queretana que indica que una parte del acero que se usó para la construcción del estadio, supuestamente, había sido contaminado con partículas de cesio-137, producto de alguna planta nuclear que contaminó dicho metal por accidente. Todo es parte de la cultura popular, historias que vienen y van, que desaparecen y luego regresan con mas fuerza.
Cuando las lucen se apaguen
Al final del día, el juego o el concierto va a concluir, las luces se apagarán y todos irán a casa. Cuando me veas desde la carretera 57 verás un estadio solo, hundido en sus recuerdos y evocando días de grandes memorias, de recuerdos luminosos y de días de sol.
Suspiros en forma de concreto una fosa que va alrededor del campo para volver todo color sepia y evocar grandes juegos de antaño. 2 grandes explanadas, una hacía el norte y la otra hacia el Cerro del Cimatario en el extremo sur, un vestidor donde ya no hay nadie y solo se escucha el eco de la memoria.
Cielos azules que ven permanecer inmóvil al coloso al paso de la modernidad, de edificios y de centros comerciales que emergen poderosos en la zona de “Centro Sur” en forma de progreso. Dice la gente que el cemento y el acero no tienen memoria, que la inerte yerba del rectángulo verde tan solo es un organismo vegetal, pero es mas que eso. El Estadio Corregidora es uno de los centros del corazón de Querétaro.
Por: Carlos Eduardo Silva / @SAGA0003