Subámonos a la máquina del tiempo y recordemos esos regates que hacía Juan Román Riquelme, con la playera de Boca, la del Villarreal, vestido de blaugrana o con la de Argentina, da igual, el torero siempre trató bien a la de gajos.
La visión de campo que tenía Román es ese don exclusivo que solo los tocados con la varita mágica tienen, es una especie de un súper poder, es como tener esa capacidad de ver lo que otros no vemos. Riquelme era ese jugador que sobre el césped flotaba y siempre tenía algo para inventar, debajo de la manga siempre sacaba un caño, un taquito o un gol que parecía imposible.
Ver jugar a Juan Román podía sanar a los enfermos y enamorar con su futbol a cualquiera, el exjugador de Boca hacía que quisiéramos un poco más a la caprichosa. Imagino que muchos jugamos a ser Riquelme en el partido con los amigos y es que el argentino era el enganche que todos soñamos ser algún día.
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Nacer con el don
Dicen que los genios nacen, no se hacen y no hay duda que el “10” de la celeste era sinónimo de talento nato, ese talento que estaba hecho para marcar una época y crear una bella historia entre el balón y los botines del chico que nació en Don Torcuatro, aquellos que muchos goles le hicieron hacer, las innumerables asistencias que dio y con los que regaló pinceladas dentro del rectángulo verde, todo el arte era parte de su rutina.
Juan Román se ha retirado, inclusive, algunos le llaman “El último diez”, y es que quizás es el último prototipo de enganche que vimos, pero la casaca “10” de Argentina siempre se ha heredado; de Kempes a Maradona, del pelusa a Ariel Ortega, del burrito a Riquelme, habría que buscar quien continuaba con el legado.
Con la anotación de Messi frente a Francia, igualó a Pelé en marcar 12 goles en Copas del Mundo.#FIFAWorldCup pic.twitter.com/xxeEbGOj0b
— Apuntes de Rabona (@ApuntesdeRabona) December 18, 2022
Lionel Messi fue el elegido para ser el sucesor de la historia de los argentinos y el número “10”. Nada en la vida es casualidad, de eso no hay duda, así como no hay duda que Messi nació para ser el diez de su país, son tal para cual.
El elegido
Somos adictos al futbol de Leo, ha hecho goles que no sabíamos que se podían hacer, un adelantado a su época y a la de nuestros antepasados, Picasso ya habría pintado en un mural a la «Pulga”, Aristóteles seguiría filosofando sobre el argentino, o si Gaudí siguiera vivo, hubiera estado cada quince días en el Camp Nou y ahora se habría mudado a Paris para seguir disfrutando de Messi.
Hay que pedir que inventen nuevos adjetivos porque el ex Barcelona se ha terminado todos, la FIFA tendrá que crear nuevos premios porque Lio se los ha devorado. El idilio entre la pelota y Lionel Andrés es maravilloso, los románticos del fútbol lo disfrutamos cada segundo, observar a Messi dentro del campo es la dopamina de los pamboleros.
Jorge Valdano mencionaba algo referente a Neymar: “Tiene la imaginación de un poeta y la habilidad de un mago”, pero eso mismo describe a Leo, inventa y al mismo tiempo regatea, o patea a la portería, solo él puede hacer tantas cosas al mismo tiempo y en cuestión de segundos.
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El camino al edén está en la zurda de Lionel, esa pierna izquierda que derrama magia por doquier. La fantasía se volvió realidad cuando el rosarino emergió y comenzó su era. Los récords ya tienen su nombre, ha terminado con todo, inclusive, con las dudas de si era el mejor, ha pasado su asignatura pendiente, la de ser campeón del mundo.
Las herencias de la “10” seguirán, o tal vez no. Lionel Andrés Messi Cuccitini marca un antes y un después en el futbol, nos ha demostrado todo, ya no hay debates en la televisión, se acabaron las comparaciones con los demás, las palabras de “pecho frio” ya no están más en las redes sociales. El legado de la “10” albiceleste le pertenece y le pertenecerá a Messi.
Por Oswaldo Vázquez / @oswaldo_vg8