Hay sueños que son tangibles. Cuando a uno le preguntan por ellos, uno puede responder con toda convicción cuáles son. Pero hay otros, más profundos, los cuales, como en el futbol, pueden llegar de la nada y hacer que encuentres tu verdadero camino.
En el 2014 sabía que quería asistir a un Mundial (como aficionada y trabajando) y cubrir a la Bundesliga.
En 2015, encontré el futbol femenino, unos días después de que me confirmaran mi primer voluntariado en Toronto 2015. Allí supe que esta fuente debía ser tomada con seriedad por los medios, que debía existir una cobertura seria y comprometida con la rama femenil y que debía haber espacios más justos para las mujeres en el deporte. Este ha sido mi principio desde hace cuatro años y lo que me llevó a esta aventura en Francia 2019.
Mundial Francia 2019: una lección de vida
Llegó el día: seis de junio, un día antes de la inauguración de este campeonato. Sinceramente iba con la emoción diluida (así es mi psique, muchas veces me tardo en reaccionar ante sucesos impactantes en mi vida). Sólo tenía la certeza de qué estaría en la misión de apoyo a medios. Llegué a París y comenzó la aventura. Luego, después de un vuelo demorado y un autobús casi perdido, me fui a Le Havre. En el bus fui consultando Twitter, veía las calles de la capital francesa con anuncios de Les bleus.
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Al llegar a la ciudad, el primer “veinte que me cayó” fue ver el hermoso Stade Oceane, luego, el autobús de España en la terminal. Esa noche, había un viento impresionante junto con una tormenta. Pero no impidió grabar algunos videos para Pamboleras y Apuntes de Rabona.
Al día siguiente, pasé por la acreditación y después por mi uniforme. Voilá! Ya era toda una realidad. Nos dieron el recorrido inicial por todas nuestras áreas de trabajo: tribunas, centro de medios, zona mixta, terreno de juego, dirección de cámaras, sala de prensa. Cuando conocí cada rincón de ese hermoso estadio, mi sonrisa era inevitable. Las emociones cayeron en cascada y eso que aún no daban el silbatazo inicial del España vs Sudáfrica, el primer juego.
En tribunas, se escuchaban análisis tácticos, transmisiones de calidad, programas dedicados 100% a esta justa, estadios llenos, conferencias de prensa en las que había preguntas inteligentes a los técnicos y jugadoras… el paraíso de los que hemos seguido al futbol femenil.
Mundial Femenil: un reto para el periodismo
Ver cómo trabajaban todos los reporteros, community managers y comentaristas fue de lo mejor que pude presenciar. Incluso, en algunos momentos, tuve la oportunidad de platicar con ellos, de las miradas periodísticas en sus países, de las coberturas para este Mundial, de las ligas femeninas y de los procesos de clasificación de nuestras selecciones.
Los jefes de prensa tuvieron mi admiración y mi respeto desde el día uno. Su labor es notable y formidable. Escucharlos hablar hasta cuatro idiomas en menos de cinco minutos era impresionante. Eso, a su vez, me orilló, a agilizar mi mente con el francés y dejar de tener miedo a hablarlo con mis compañeros y con la demás gente.
La labor de medios tan solo era una parte de la organización de este gran evento. Cada partido era una aventura para todas las misiones: desde los encargados de las acreditaciones hasta los que se quedaban a deshoras por controles antidopaje.
Fuera del sueño profesional, este voluntariado me puso a reflexionar sobre todas las movilizaciones que se requieren para que un partido de futbol se lleve a cabo. Detrás de esos noventa minutos hay una labor de parte de todos, que comienza hasta 36 horas antes. Nadie es más importante, ninguna misión es mejor que otra. Todo suma, todo aporta. Ese debe ser el espíritu deportivo que debe prevalecer en todas las disciplinas.
El sueño se vivió durante 23 días y alimentó nuevas metas: la principal, volver al medio deportivo de lleno, y pensar, a largo plazo, en trabajar para Operaciones de Prensa de eventos de esta magnitud. Llegué a esa conclusión durante el juego de Inglaterra contra Noruega (con sus respectivas lágrimas de felicidad. Algún día tenía que dejar de contener tantas emociones).
Ahora, con toda convicción, puedo decir que “Sí, es aquí”.
Merci pour tout, France 2019.
Por: Georgina Larruz Jiménez