Sin duda alguna, Enrique Meza (3 de marzo de 1948) es uno de los personajes de mayor relevancia en el futbol mexicano. Su trayectoria como estratega es recordada con agrado en distintos clubes del país, aunque su faceta como jugador fue modesta. Meza desempeñó la posición de portero en Cruz Azul durante la época del mítico Miguel Marín, por lo que gran parte de su carrera la pasó en la banca. A pesar de ello, puede presumir siete títulos con la escuadra cementera. Su carrera como futbolista la finalizó en Tigres donde jugó la temporada 1976-1977.
Para la temporada 1982-1983, Enrique Meza regresaría a las canchas, aunque como auxiliar técnico. El destino lo reunió con la escuadra que lo vio nacer como futbolista: el Cruz Azul. Por si fuera poco, haría dupla con el portero que lo relegó a la banca durante su etapa anterior con el club, Miguel Marín. El Gato Marín era el director técnico y Meza su asistente. La relación entre ambos personajes, lejos de ser meramente profesional, era una amistad bastante arraigada.
Llegó el momento de brillar; el portero titular abandonó el campo y llegó la oportunidad anhelada para el suplente. Meza hizo su debut como estratega cuando la Federación suspendió a Marín por agredir a un árbitro. En esa ocasión, Meza entregó resultados medianos en su corta estancia en el banquillo.
Fue hasta 1992 cuando regresó a la actividad como entrenador. Sin embargo durante su ausencia, Meza se mantuvo en Cruz Azul formando jugadores. Aunque con el equipo cementero vivió distintas etapas, desafortunadamente no pudo revertir la inercia negativa del club. A pesar de tener planteles competitivos y temporadas destacadas, Enrique Meza no obtuvo ningún campeonato en sus cuatro etapas con Cruz Azul.
En 1996, el director técnico escribió su nombre en la historia de un club particular. Dirigió al mítico Toros Neza, aquel equipo que se distinguía por un juego alegre, pintoresco, aguerrido, pero sobre todo, efectivo. Meza le aportó el equilibrio y la mesura que siempre han caracterizado al estratega mexicano. La combinación bastó para que Neza llegara a la final, la cual perdió ante Chivas en 1997.
Fue en Toluca y Pachuca donde el Ojitos Meza logró cosechar títulos. Con el cuadro del Estado de México obtuvo tres campeonato entre 1998 a 2000, curiosamente todos en el verano. En esa escuadra resaltaban figuras como Hernán Cristante, José Saturnino Cardozo y José Manuel Abundis, ídolos de la afición choricera.
Con el cuadro de la bella airosa, Meza ganó la liga en 2007 y obtuvo múltiples campeonatos y destacadas participaciones en el plano internacional. En 2006, Pachuca se convertía en el campeón de la Copa Sudamericana. También de la mano de Meza el club fue bicampeón de la Copa de Campeones de la CONCACAF; lo hizo en penales frente a Chivas en 2007 y en 2008 venció al Saprissa.
En 2017, tras la salida de Cardozo, llegó a Puebla, donde mostró altibajos, algo común en su carrera, pues con algunos de sus equipos no pudo lograr las metas planteadas y con otros sí alcanzó el éxito.
En junio de 2019 llegó a Veracruz. La serenidad y la templanza que mostró cada vez que se encontraba en el banquillo fueron las características que un equipo como Veracruz parecía necesitar ante la situación que atravesaba en ese momento (33 partidos sin conocer victoria), pero sobre todo por el vínculo que Meza lograba generar con sus dirigidos, pues ellos lo respetaban y reconocían.
Su estancia en Veracruz fue corta, de dos meses y únicamente seis partidos
dirigidos. Después de una goleada sufrida ante Querétaro por 5-0, Meza salió del cuadro jarocho. Y es que la etapa por la cual vivía ese equipo era, hasta cierto punto, insostenible para cualquier proyecto deportivo; todo entre un mar de deudas e irregularidades salariales. Tras la goleada, en conferencia de prensa Meza mencionó que se reuniría con Fidel Kuri para presentar su renuncia y así poner punto final a su carrera como director técnico.
«Hicimos lo humanamente posible para que no nos fuera tan mal, porque dejamos
de participar. Veracruz no merece estar sufriendo lo que está sufriendo, yo me
encuentro muy apenado, no es culpa de los jugadores porque yo los escogí y es
mi trabajo hacerlos jugar. Si hay que culpar a alguien ese soy yo», mencionó.
Esta era la primera vez que Enrique Meza renunciaba a un equipo tras tener una carrera de 36 años en los banquillos. La vergüenza deportiva y los malos resultados –aunados a que cada vez menos gente asistía al estadio– fueron las principales razones que lo
orillaron a tomar esa decisión.
Veracruz sería expulsado de la Liga MX. Una larga lista de incongruencias serían los motivos, desde adeudos de siete meses a jugadores y 41 partidos sin ganar. De hecho, los futbolistas fueron los primeros en levantar la mano en contra del dueño buscando una huelga. Algunos de los malos manejos eran los dobles contratos como forma de pago. Los últimos seis meses se basaron en promesas de pago en todo el plantel. La crisis alcanzó al cuadro femenil y divisiones inferiores.
Carlos Salcido, que terminó por retirarse para ese torneo, reportó que muchos de sus compañeros no podían pagar las rentas de sus inmuebles y no había medicamentos suficientes para tratar las lesiones. La federación convenció a los jugadores de realizar una denuncia por falta de pagos. Finalmente, la FMF ofreció un fondo por 942,000 dólares para que no se fueran a huelga y se pudiera resolver la problemática.
Meses después, Enrique Meza declaró que, durante su estancia en Veracruz, no cobró mientras estuvo al mando del equipo. También mencionó que no
arrepentía de aquel paso oscuro por la escuadra jarocha.
“No cobré ni un peso, me gustó muchísimo la idea de dirigir a Veracruz, no había para cobrar, pero acepté con la idea de hacer un trabajo muy bueno, pero se juntaron muchas cosas allá».
Enrique Meza, a pesar del último resultado adverso, es un hombre acostumbrado a acoger a sus jugadores dentro y fuera de la cancha, y merece todo el reconocimiento de
quienes amamos el futbol. Hace poco más de un año declaró que le gustaría volver a dirigir, pero hasta que pase la pandemia. Por lo pronto prioriza a su familia. Tampoco descarta ser presidente o director deportivo de alguna institución.
Por José Macuil García y Julio Rodríguez