Scroll Top
Enzo Francescoli

El balón transforma a las personas. Al pisar la cancha somos lo que verdaderamente deseamos, y durante 90 minutos encontramos la plenitud. Para algunos, el rectángulo de césped es solo una extensión de la personalidad; pero para otros, es una metamorfosis de sus virtudes y de sus aptitudes para encarar la vida. El Príncipe Enzo Francescoli parecía encajar en esta conversión.

Lee más: Cuando Cruyff jugó en el Levante

Una figura introvertida, de pocas palabras fuera del campo, reflexivo y sencillo, pero al cruzar la línea por el medio campo era un monstruo; rompía cinturas, pegaba arrancones letales y cambios de ritmo enloquecedores.

De dos peligros debe cuidarse el hombre nuevo: De la derecha cuando es diestra, de la izquierda cuando es siniestra. Mario Benedetti parecía advertir a todos sobre Francescoli.

Técnica envidiable con ambos perfiles, se lanzaba una chilena con la bota derecha y al siguiente domingo pinchaba la bola al fondo de las redes con la chueca.

Ídolo en River y en Uruguay, ganó tres títulos a nivel continental con su Selección. Con los Millonarios se coronó cinco veces campeón, obtuvo una Copa Libertadores y una Supercopa Sudamericana. También militó en la Liga francesa para el Racing Club de París y el Olympique de Marsella. Emigró a Italia con el Cagliari y el Torino, y terminó su trayectoria profesional en River en el 97.

Desde que era un pibe se paseaba por los terrenos del Montevideo Wanderers, club que lo vio graduarse con honores al alcanzar la segunda posición de la liga en su debut, solamente por debajo del Nacional en 1980.

Lee más: River Plate, un millonario con historia

Pero su llama se avivó aún más cuando pisó el campo de River Plate. A Los borrachos del tablón los conquistó un extranjero -un uruguayo- el rival número 1 de la albiceleste. Aquí es necesaria una acotación: nunca un partido de futbol ha observado más patadas que las repartidas entre Argentina y Uruguay. Aún con todo este odio, invitaron a Enzo Francescoli a jugar en la despedida de Maradona, ganándose el respeto también por el barrio de la Boca y la Bombonera entera.

Dicen que los ídolos no mueren mientras la afición los recuerde. El Príncipe obtuvo su más grande homenaje de manos de otro genio del futbol, Zinedine Zidane. Cuando se hizo pública la admiración de este gran crack hacia Enzo, éste último logró la inmortalidad cuando el francés se atrevió a nombrar a su primogénito con su mismo nombre.

Especialista en regalar golazos en partidos de homenaje, este ídolo se mantiene al margen de la cancha, trabajando para Gol TV. En el Monumental de River siguen recordando al único uruguayo que logró conquistar tierras ajenas.

 

Por: Jorge Emilio Mendoza Piña / @georgehatetweet

Entradas relacionadas