El futbol es un juego dominado por un destino caprichoso. Nos gusta hablar de sistemas, planteamientos tácticos, estadísticas y muchos factores que pueden predominar en un partido. Pero si hay un apartado que ni el mejor entrenador puede controlar, ni el más brillante futbolista puede atraer, es la suerte; ella no apoya a ningún bando, simplemente aparece sin invitación. Acompáñame a repasar cuando la suerte se puso del lado de la Azzurri, y le regaló su primera Eurocopa en 1968.
La juventud del mundo y sus revoluciones
La década de 1960 fue relativamente tranquila; pero 1968 es recordado como un año de rebelión. Moscú, sede del comunismo, recibió un duro golpe, pues estudiantes y trabajadores se manifestaron en Checoslovaquia para exigir más libertades políticas y sociales; por otro lado en París, protestantes se unieron bajo el lema: “prohibido prohibir”, en represalia ante el duro gobierno.
En la Ciudad de México, más de 300 cuerpos de jóvenes universitarios yacían en el suelo de la Plaza de las Tres Culturas, tras una masacre, supuestamente, ordenada por el presidente Gustavo Díaz Ordaz, en respuesta a una manifestación universitaria que exigía nuevas reformas políticas.
A la par, el 5 de junio del 68, en Italia, rodaba el balón para inaugurar la tercera edición del torneo de selecciones más importante del viejo continente: la Eurocopa.
El torneo de las novedades
El balón termina por ser una representación del mundo, y en una sociedad revolucionaria la Euro no se podía quedar atrás, así que también modificó su sistema de competencia en relación a las ediciones anteriores.
Participaron 31 equipos en la fase de clasificación, divididos en 8 sectores. El líder de cada grupo, ahora sí, jugó eliminatorias a ida y vuelta. Las ocho selecciones afortunadas fueron: la Unión Soviética, Hungría, Italia, Bulgaria, España, Inglaterra, Yugoslavia y Francia.
Récord Imbatible
En la fase de clasificación sucedió lo inimaginable, el sorteo acomodó a cuatro selecciones británicas en un mismo grupo. Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte; el sector fue ganado por los ingleses, pero para el recuerdo quedó el partido entre Escocia e Inglaterra en Hampden Park, donde el estadio fue abarrotado por 134,461 espectadores.
Los cuartos de final
La “Squadra Azzurra” vivía una revolución táctica increíble con las primeras exhibiciones del “catenaccio”; los Italinianos formaban con una defensa dura y ordenada, con Anastasi, Burgnich, Castano y Domenghini; pero sobre todo el histórico guardameta Dino Zoff, que no se cansó de regalar atajadas espectaculares. El combinado Azzurri, se enfrentó a Bulgaria en cuartos de final, donde salieron triunfadores con un global de 4-3, para de esta manera instalarse en las semifinales.
Por otro lado, en una dura eliminatoria, la Unión Soviética logró sacar a Hungría. La Inglaterra de los Moore, Charlton y Banks, hicieron regresar a casa a España que venía de ser campeona de la Euro en la edición del año 1964. En la última llave Yugoslavia, le pasó por encima a Francia con un global de 6-2.
Semifinales
La Eurocopa se jugó en varias sedes, pero, para las semifinales, se eligió disputar la fase final del torneo en Italia. El Estadio de San Paolo en Nápoles, Stadio Comunale en Florencia y el Estadio Olímpico de Roma; fueron las cachas elegidas; para que Italia, Inglaterra, Yugoslavia y la Unión Soviética, se disputarán el título.
En semifinales a partido único Inglaterra y Yugoslavia, se disputaron el primer boleto para la gran final en Florencia. El combinado balcánico logró dar la sorpresa tras vencer a los campeones del mundo; con un resultado 1-0, gracias a un gol de Dragan Dzajic.
Aunque, no todo fueron buenas noticias para los plavi, pues el duro marcaje de los ingleses, causó la lesión del cerebro del equipo Ivica Osim. Para la historia queda que el británico Alan Mullery se llevó la primera expulsión en la historia de “the lions”.
Suerte de campeón
La segunda semifinal en San Paolo fue un juego dominado por la URSS, ataque tras ataque sobre los Italianos, que con una excelente defensa lograron mantener el cero en su arco durante el tiempo regular. En los tiempos extras, el marcador no se movió y el encuentro acabó 0-0.
Ahora seguían los penales, ¿no? Pues no, para ese entonces, la tanda de penales para definir a un ganador aún no se implementaba. La única opción para desempatar era tirar una moneda al aire. El árbitro llamó a ambos capitanes al centro del campo, para definir al finalista mediante un volado.
Los italianos estaban bastante confiados, pues su capitán Facchetti, tenía muy buena fama en los juegos de azar. No se equivocaron. La moneda cayó y favoreció a la Squadra Azzurra, ante el júbilo de San Paolo, ¡Italia estaba en la final!
Una final de dos disputas
El 8 de junio de 1968, en el Estadio Olímpico de Roma; Italia y Yugoslavia disputaron el título. Los yugoslavos se adelantaron con un gol de Dajic, cuando ya se veían campeones en la recta final del encuentro, el colegiado suizo Dienst señaló una falta fuera del área balcánica, la cual los locales supieron aprovechar. Domenghini imprimió un potentísimo disparo y la mandó a guardar, poniendo así el empate a unos. En esta ocasión no hubo otro lanzamiento de volado, pero se tuvo que jugar un segundo juego para determinar al campeón.
El partido se jugó 48 horas después. Los italianos se adelantaron con un gol de Luigi Riva y sentenciaron el partido con una fantástica volea de Anastasi. La defensa local, muy a su estilo, cerró filas, los yugoslavos poco y nada lograron hacer. De esta manera Italia ante los ojos de Roma se consagró campeón de la Eurocopa.
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Por: Diego Albarrán / @diego_cuba08