¿Por dónde empezar? Creo que por la justificación. Es muy importante explicar el por qué me doy a la tarea de exponer las falacias del futbol (y en específico del futbol mexicano): ese mágico deporte que nos tiene aquí reunidos.
Aquí mis dos motivos:
Primero. Como sujetos tenemos una deuda con la verdad. Lo digo porque en la era del internet las paparruchas (cosas sin sentido) se gritan como gol de selección nacional jugando un mundial. En el peor de los casos, las anglosajona mente llamadas fake news, pueden ser una forma de engaño por parte de un mañoso tercero que intenta manipular la opinión y acción de otro individuo o grupo. Y en el mejor escenario (aunque vaya que no es mucho mejor), existen como una forma de confirmar información falsa que ya creemos de por sí: como prejuicios. Dos escenarios indivisibles, cronológicos, en ese orden.
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Mi segunda razón consiste en que creo firmemente que el futbol mexicano solo puede mejorar y transformarse si tenemos discusiones y conversaciones en torno a él, si somos críticos con su devenir, si le pisamos los callos que le han salido de tanto jugar con los mismos tacos viejos. Esa es en realidad una tarea relativamente sencilla, sobre todo si, como todos ustedes, lectores, se tiene la cabeza redonda como balón.
Pero esto solo puede lograrse de forma satisfactoria si siempre buscamos la verdad (aunque esta sea elusiva) , si partimos de los hechos de la realidad que nos enfrenta, pues por más posmodernos que seamos, hay cosas que son y otras que no son. Unas cosas siempre estarán a debate, claro está, pero esos debates solo pueden ser cuando partimos de una base real. Si partimos de falacias no llegaremos a ningún lado.
Entonces llegamos a una fortuita tercera justificación sobre eliminar ascenso y descenso de la Liga MX, las falacias en el discurso futbolero nacional. Esta es que, al conocer nuestra realidad futbolera, tendremos más confianza al hablar del futbol y contribuiremos a combatir la desinformación, tanto la mañosa como la inocente.
El futbol mexicano, desde luego, no representa una necesidad básica en nuestra sociedad. Y en un país tan insólitamente jodido, es probablemente uno de los temas que menos aquejan y que por tanto, en el que menos deberíamos enfocar nuestros esfuerzos críticos de transformación. Sin embargo, creo también que el futbol no es algo aislado de la sociedad, a diferencia de lo que muchas personas piensan y vociferan.
Dignificar el futbol
Es decir, el futbol no acaba, ni empieza con un silbatazo. El futbol toca comunidades e identidades, es víctima de individuos, de sus corruptelas, se ha manifestado como una forma de resistencia y es tocado por todo el complejo entramado de realidad social. Tal vez si lo transformamos, estamos también transformando un poco nuestra sociedad. Espero no estar siendo inocente aquí.
Por otro lado, y de forma más nihilista, nos gusta el futbol, ¿no? Cómo diablos no estaríamos interesados en que mejorará, en que se transformará en una herramienta para combatir el clasismo y el racismo, en una vía directa para la igualdad de género. Imaginen qué forma tan bella de dignificar el deporte que tanto disfrutamos. Al adquirir un papel activo, dejamos de ser espectadores y nos convertimos en jugadores antes y después de los 90 minutos. Especímenes futboleros raros que solo dejan de jugar mientras rueda el balón. Como si jugarámos futbol después de chingarnos la rodilla.
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Lo que se propone a continuación son algunos de los temas que se tocarán en esta columna. Por ejemplo, preguntar si el fut mexicano es solamente un negocio, partiendo de la famosa premisa dictada desde la oficina de una de las televisoras con increíble injerencia en el deporte desde, por lo menos, 20 años.
Explorar los motivos reales del por qué se van los clubes de tal o cuál plaza. Cuestionar si es que el sueldo de una futbolista debe ser proporcional a la cantidad de dinero que produce la liga en la que juega. O si el dinero que recibe al pagar una nueva plataforma cae bajo la promesa capitalista de que ese dinero extra se usará para la innovación.
Temas no faltarán, el Twitter futbolero es una fuente inagotable de falacias que podemos pensar son inofensivas y que no tienen eco. Pero si miramos de cerca, ese tweet con cero likes es en realidad el eco de una paparrucha que nació por aquí y por allá, y como ese eco, hay miles más, con miedo me atrevo a decir que millones. La falacia del conocimiento futbolero será el combustible de una humilde columna publicada cada dos semanas en una página que cambió el contenido futbolero mexicano.
Los temas abrirán conversación. Tal vez incluso el hate me ponga inseguro, o quizá pierda debates contra algún internauta. Pero creo que eso es lo importante, bueno, lo del hate no, pero lo del debate sí. En realidad el objetivo de desmontar estas falacias no es crear una figura en un pedestal, un erudito que siempre está en lo correcto. Tampoco es formar un personaje polémico y violento cuyas opiniones se muestran críticas pero son pura emoción sin noción o respeto a los valores periodísticos. Mucho menos ganar dinero empujando tal o cuál ideología —vale la pena aclarar por más ridículo que suene—. La idea es generar conocimiento en torno al deporte que amamos, y eso nunca puede salir mal.
Por Dandy Llanero / @dandyllanero