Gerardo Martino es el alumno más cercano a la ideología de Marcelo Bielsa, un director técnico tan venerado como cuestionado, que lo marcó en el cierre de su carrera profesional; desde hace tres años busca replicar sus metodologías en México con el Tri, ¿lo está consiguiendo?
Una charla publicada en la revista El Gráfico de Argentina, en mayo de 2007, ventilaba preferencias tácticas de Gerardo Martino, entonces, timonel de incipiente carrera, a poco tiempo de haber tomado las riendas de Paraguay, su gran reto por entonces: “De Marcelo Bielsa recuerdo que nos remitía casi siempre a nuestros orígenes, a la parte más emotiva de nuestras vidas. Incluso nos hacía leer notas de diarios deportivos, para saber qué escribían de nosotros y del rival que venía. Era una retroalimentación”, decía.
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El hoy entrenador de la selección mexicana hablaba de su máxima referencia y motivación para ser estratega, sin tapujos, como quien habla de un ídolo de la infancia, pero al que a su vez conoce: “Bielsa fue el mejor técnico que tuve, el más completo, porque reunía todo: conocimiento táctico, cercanía humana con el jugador y ética profesional. Me daría por bien servido si logro la mitad de lo que él ha hecho”, comentaba en la sección 100×100 de la publicación.
La relación de Martino con Bielsa se dio varios años atrás. Se trata de dos símbolos para Newell’s Old Boys. Gerardo consiguió la idolatría del público rojinegro por su despliegue en la cancha, la cadencia con la pelota y su capacidad para definir encuentros. Marcelo, formado como futbolista y a la postre como timonel en el mismo escenario, coincidió con el ‘Tata’ a inicios de los años noventa. Ambos comandaron, cada uno en suyo, a una escuadra histórica, todavía recordada.
El Newell’s de Bielsa y Martino contaba con jóvenes canteranos que Marcelo proyectaba para hacerse cargo de responsabilidades mayúsculas. Darío Franco, Eduardo Berizzo, Mauricio Pochettino y Ricardo Lunari, fueron parte de esa medular, que el ‘Loco’ improvisó y funcionó al comienzo de la campaña 1990-91. El equipo contaba con gente de experiencia probada, iniciando con el ‘Tata’ y pasando por otros estelares como Norberto Scoponi y Julio Zamora.
Aquel escuadrón mestizaba contragolpes fulminantes y capacidad para generar juego ofensivo, como sus principales fortalezas. Lo que parecía que sería un choque de trenes, terminó por darle a Newell’s el título de la campaña 1990-91. La personalidad de Martino, el líder del vestidor rojinegro, se adecuó a la de Bielsa, un obsesivo con la disciplina dentro y fuera del campo. “El día que vimos correr al máximo a Gerardo, todos nos entregamos al doble”, dijo Lunari.
El vínculo que generó el éxito de un conjunto acostumbrado a contender, pero no siempre a ganar, hizo que Martino se fijara aún más en las formas de Bielsa. Gerardo copió prácticamente todo y confirmó su ideal de ser estratega en un futuro cercano. Desde la humildad con la que Marcelo trataba a cualquiera que se le acercaba, hasta lo ríspido de sus mensajes a la prensa y el andar en su zona técnica. El ‘Loco’ se convirtió de su jefe directo a su más grande influencia y arquetipo.
El futbol le permitiría a Martino vivir un nuevo campeonato al lado de Bielsa (Clausura 1992), antes de preparar su cierre de carrera como futbolista. La calidad del ‘Tata’ le abrió las puertas de Lanús de 1994 al 95; retornó a Newell’s después, aunque ya sin Marcelo en el timón y para nuevamente partir, ya veterano, primero a Chile con O’Higgins y finalmente finiquitar su trayectoria en el Barcelona de Guayaquil, donde solo jugó cinco encuentros. “Quería probar de todo”, comentaba para El Gráfico.
Un cambio de aires
Almirante Brown, Platense e Instituto serían los primeros tres laboratorios de Gerardo Martino en su faceta de entrenador. Dirigió a los tres cuadros argentinos entre 1998 y 2001, sin mayores logros que ir descubriendo su otra identidad. Si en la cancha el ‘Tata’ destilaba desparpajo y desfachatez creativa con el balón, en la zona técnica de vez en cuando pegaba un grito, pero sobre todo, analizaba, en cuclillas o de pie, pero siempre meditando, rememorando aprendizajes.
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.@FrancoBavoni nos cuenta cómo un grupo de migrantes michoacanos y sus descendientes viven el futbol en Chicago. Consiguió que uno de estos equipos, San Rafael, lo “fichara”.
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“Lo que para algunos es una oportunidad remota, desechada, para mí fue una catapulta”, así describe Martino la posibilidad que se le presentó en 2002 para hacerse cargo del Libertad de Paraguay, sin duda, una experiencia que marcaría una tendencia en su carera como estratega. Dos títulos de Liga más tarde, llegaba a la dirección técnica del Cerro Porteño, uno de los favoritos infaltables de la Liga guaraní y ahí, también conquistaba el cetro campeón. Era un refuerzo a sus convicciones.
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En cuestión de dos años, Martino se había convertido en un bastión y referente de la dirección técnica en Paraguay, atrayendo reflectores de su Argentina natal y generando expectativa por su estilo. Gerardo empleaba desde entonces valores de Bielsa: tenencia de la pelota, exigencia en la recuperación para los suyos y fabricación constante de llegadas, ya fuera por vértigo o pausa, siempre con la encomienda de una premisa: “Hay que jugar para merecer ganar”, advertía.
El ‘Tata’ probó fortuna con Colón, después de dejar en claro su proyecto en Paraguay, pero adversos resultados y la posibilidad de volver a tierras guaraníes, con Libertad, abrieron un nuevo capítulo para el entrenador. Un nuevo título de Liga en pleno 2006, aunado a la debacle que significó la Copa del Mundo del mismo año para la selección nacional, le otorgó a Martino la posibilidad de hacerse cargo, con un largo plazo, del representativo, explorando posibilidades y formando a una nueva generación.
Bielsa seguía siendo su espejo. Marcelo había pasado por algo similar algunos años atrás, con Argentina, otro pendiente a cumplir para Martino. Caminos entrecruzados, caprichos del futbol y coincidencias. Paraguay, sí, representaría la gran vitrina de Gerardo a nivel internacional. El ‘Tata’ fortaleció su estilo y ganó currículum al frente de los guaranís: cuartos de final en la Copa América del 2007 y el Mundial del 2010, así como un subcampeonato en la Copa América del 2011.
“De Marcelo Bielsa recuerdo que nos remitía casi siempre a nuestros orígenes, a la parte más emotiva de nuestras vidas. Incluso nos hacía leer notas de diarios deportivos, para saber qué escribían de nosotros y del rival que venía. Era una retroalimentación”
Y como Bielsa con Newell’s, cuando se vio impedido para exprimir más a una generación que creció con él al frente, dio un paso de costado. Necesitaba, primero, descansar y luego, buscar un reto diferente. Sería el cuadro de Old Boys, su casa, el que le recibiría, como a Marcelo, con los brazos abiertos a mediados del 2012. De nuevo, contundencia en los logros: título de Liga y semifinales en Copa Libertadores. Era el tipo de moda en Sudamérica, el técnico más deseado.
España, Messi y la MLS
Para el curso 2013-14, Gerardo Martino, el discípulo de Bielsa, el orgullo de Newell’s, se convirtió en el entrenador del mejor equipo del planeta: el Barcelona; a su disposición tendría a Lionel Messi en plenitud, así como a Andrés Iniesta, Xavi Hernández y el resto de la constelación blaugrana. Parecía el trabajo más simple del mundo: mantener al cuadro catalán ganando todo lo que había a su paso. ¿Quién podría impedir que esto sucediera?
“Vengo aquí a ganar, a competir por todo lo que nos toque”, decía Martino en su presentación oficial. Luego de 38 jornadas en la Liga española, el ‘Tata’ presentó 27 victorias, seis empates y cinco derrotas, quedándose en el segundo puesto con 87 unidades, a tres del Atlético de Madrid, el campeón, que en el último encuentro del torneo, consiguió un empate en el hogar blaugrana, mismo que le entregó el título. Parecía imposible de creer.
En lo que respecta al resto de las competencias, Barcelona llegó a la final de la Copa del Rey, aunque sucumbió ante el Real Madrid de Gareth Bale y Cristiano Ronaldo (2-1), en cancha del Mestalla, en Valencia. En la Champions, el mismo Atlético de Madrid echó a los blaugranas en cuartos de final, con un 2-1 global. Martino firmó una de las peores temporadas en la historia reciente del conjunto catalán, adjudicándose únicamente la Supercopa de España, a semanas de su llegada.
Su salida fue inminente y hasta justificada. “No se cumplieron los objetivos y hay que ver para el frente”, matizaba el entrenador. El camino lo volvería a cruzar con Messi, aunque en otro contexto. Justo después de la Copa del Mundo de Brasil, en 2014, Argentina buscaba sustituto para Alejandro Sabella, un revulsivo que comprometiera aún más a la plantilla y que blindara a su ‘10’, el mismo que el del Barcelona, de críticas severas. Martino fue la principal opción.
El proceso consistía, prácticamente, en aguantar lo suficiente para llegar al otro borde del camino: Rusia 2018. No se cumplió. El conocimiento que Martino tenía del balompié pampero no fue suficiente, ni siquiera entregarle las llaves de la selección a Messi, que fue el artífice, para prensa y gran sector de la afición argentina. Dos finales de Copa América perdidas de manera consecutiva no eran sencillas de solventar (2015 y 2016), incluso Leo anunció su adiós del representativo.
Para el que no hubo continuidad fue para Martino, que fue cesado después de sucumbir en penales frente a Chile, en la segunda final en fila de Copa América, a mediados del 2016. “Es una generación estupenda; no estuve a la altura de las circunstancias”, realizaba un mea culpa el propio Gerardo. En tan solo tres años, el ‘Tata’ había pasado de fracasar en el Barcelona, a hacerlo en su selección. La exigencia era máxima y pese a que había alcanzado instancias finales, el éxito se negaba.
Apareció entonces la MLS. Martino es un tipo acostumbrado al trabajo, desde niño ejerció profesiones para solventar gastos de casa y ni el cese de la selección argentina complicó su continuidad laboral. Si en julio del 2016 se despidió de la Albiceleste, para finales de septiembre del mismo año era presentado como el nuevo timonel del Atlanta United, un ambicioso proyecto de expansión en los Estados Unidos. Como tal, comenzaría su labor hasta la temporada 2017.
En ese primera campaña, a pesar de ser un equipo nuevo en competencia, Martino calificó al Atlanta a play-offs, quedando marginados de cualquier aspiración por el Columbus Crew. Gerardo ganaba experiencia y servía para perfeccionar errores. La campaña del 2018 marcó una pauta en su carrera: ganó el título de la Conferencia Este, la MLS Cup y en la final de este cetro, ante el Portland Timbers; el encuentro definitivo fue presenciado por 73 mil espectadores, un récord en Estados Unidos.
El ‘Tata’ cerraba de gran manera su estancia en la MLS. Semanas antes de ganar la Copa ante el Portland, ya se hablaba de un preacuerdo con la selección mexicana, con banquillo vacante, luego del adiós de Juan Carlos Osorio y la presencia momentánea de Ricardo Ferretti. Su perfil, discreto, trabajador, alejado de barullos, pareciera atípico y contrastante con un país que exige a su equipo nacional satisfacciones constantes. El reto se confirmó a inicios de enero pasado, cuando fue presentando.
Perfil atípico
“Es un entrenador increíble, sumamente metódico. Él se puso siempre a Bielsa como ejemplo, pero perfeccionó muchísimos cabos sueltos que el ‘Loco’ dejó en su metodología. Es obsesivo como Marcelo, pero más cercano al jugador”, asegura vía telefónica Diego Borinsky, el autor de la charla que retoma este texto, para El Gráfico. “Le deseo muchísima suerte en México, aunque su perfil es distinto al que han tenido recientemente por allá. Martino no es Miguel Herrera”, remata.
Martino llegó la madrugada del sábado 5 de enero a la Ciudad de México, en plena previa de Reyes Magos y lo hizo en silencio. El estratega dribló a la prensa que aguardaba por sus reacciones saliendo por una puerta casi secreta del aeropuerto y llevando consigo un par de maletas. En este país, el foco protagonista del entrenador de la selección nacional y de su entrenador es similar al del presidente; todos están pendientes de lo que diga y haga.
En cuanto a lo deportivo, las labores están bien definidas para Martino. Su gestión es el comienzo de un camino que implicará, con él o no, dos Copas del Mundo (2022 y 2026). «Rejuvenecer a la selección nacional», comenzar a colocar los cimientos de las nuevas camadas y amalgamar a las mismas en el máximo representativo serán las prioridades de un equipo urgido de objetivos a largo plazo. “Paciencia, trabajo y disciplina”, las herramientas que avisó en una multitudinaria conferencia de prensa el mismo ‘Tata’.
A mediodía del siete de enero, un hombre robusto y simpático se sentó ante casi cien representantes de medios de comunicación, esbozó sonrisas y dejó en claro prioridades inmediatas: «Vamos a concentrarnos en potencializar a la selección con futbolistas de la Liga local; hay mucho talento«, y hasta se atrevió a dar nombres propios: «Roberto Alvarado y Diego Lainez son hoy dos chicos con bastantes condiciones para seguir creciendo», dijo ante cuestionamientos hace 3 años.
Analítico, con un perfil estudiado, viendo a los ojos a los periodistas que le preguntaban sobre su metodología, respondiendo con soltura y seguridad, Martino ganó el primer round mediático: convenció a la mayoría. Se trata de un hombre sereno, que sabe lo que hace y dice: «Vengo a trabajar, a hacer lo que he hecho en el pasado, para generar resultados que buscamos desde ya«. Su gestión ya comenzó, ¿Cómo va?
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Por: Rubén Guerrero / @RubenGuerreroA