La geografía es una cosa curiosa. Por alguna desconocida razón nacemos dentro de ciertas líneas trazadas al azar. Estas demarcaciones nos dan un lenguaje, unas costumbres y una manera de pensar particular. Pero a veces, por razones inexplicables, nuestras almas pertenecen o se alinean con otras nacionalidades. Antoine Griezmann es francés de nacimiento. Defendió sus colores en la pasada Copa del Mundo de Rusia 2018 consiguiendo el máximo trofeo en el mundo del futbol. Sin embargo, el delantero galo demuestra un amor por Uruguay bastante apasionado. ¿De dónde le salió lo charrúa?
Debutó en 2009 en la Real Sociedad de la mano de Martín Lasarte, entrenador uruguayo. Su compañero en la delantera era Carlos Bueno, otro venido del pequeño país del Río de la Plata. Parte de lo más difícil para cualquiera en un país extranjero es entablar relación con los locales. Es mucho más fácil congeniar con otros foráneos, igual de perdidos que tú en la extrañas maneras del nuevo lugar de residencia.
Griezmann se aficionó al mate tanto que su entrenador le trajo lo necesario para hacerse el suyo. Bueno lo introdujo a la hinchada de Peñarol, tan distinta a las que se encuentran en los fríos estadios de Europa. Cuando salió de la Real Sociedad con destino al Atlético de Madrid (2014), el Cebolla Rodríguez lo adoptó, mientras que Godín, Giménez y Ortega le siguieron alimentando el amor por su patria latina.
Hay directivos de Peñarol que quieren hacer socio al francés y muy probablemente un día lo veamos de aurinegro en Montevideo. No es el único caso. El otro francés, Gignac, también demostró que el peligro de venir a México es la dificultad para irse después (¿sabrá el pasado entre nuestras dos naciones?).
Vera Čáslavská, gimnasta checoslovaca que participó en las Olimpiadas de México ´68 hizo su rutina mientras sonaba el Jarabe Tapatío y Allá En El Rancho Grande. Se casó en la Catedral Metropolitana de la Ciudad con mariachis de fondo, y posteriormente el presidente López Portillo solicitó al gobierno de Checoslovaquia que se le dejara trabajar en México como entrenadora del equipo de gimnastas (la leyenda dice que se condicionó la venta de petróleo para este fin).
Gignac y Čáslavská con México, Griezmann con Uruguay y todos los que secretamente (o no tanto) nos enamoramos de otras culturas demostramos que los humanos no estamos hechos para ser limitados. Las fronteras son de los peores inventos que se le han ocurrido a la humanidad.
«Si fuéramos hechos para quedarnos en un solo lugar, tendríamos raíces en lugar de pies»
dice una frase viajera. Así que si sienten que pertenecen a otro lugar, vayan y exploren. Puede que estén en lo cierto…
Por: Bernardo Otaola / @bernaov