Günter Grass, Premio Nobel de Literatura en 1999, entendió a lo largo de su obra esta máxima: no podemos sacar de sus límites al arte, porque el arte no conoce de imposiciones, es el reino de la subversión y de la creación. Dos características que comparte muy bien con el futbol. De ahí que el autor de Die Blechtrommel (El Tambor de Hojalata), haya apostado por nutrir con ficción a la realidad, sin dejar a un lado los problemas sociales ni las pasiones elementales.
En las letras allí donde circula la existencia también circula el balón.
Y es que todo aquel que pretende con su obra sacar a la literatura de determinados límites, suele caer en un error muy común. Pues ciertamente nos han enseñado de manera equívoca que las palabras tienen fronteras. Pero el arte entendido en sus diversos vehículos, no posee barreras. No hay temas predilectos, hay solo vida esperando a ser nombrada.
Hincha del Friburgo, Grass contempla cómo el futbol le permite sostener un diálogo con su propio tiempo. Al final él también busca diversos caminos para responder el planteamiento de Theodor Adorno, en Was bedeutet der Vergangenheit (que en alemán significa: Trabajando a través del pasado). Y que despertó la corriente revisionista del Vergangenheitsbewältigung, una palabra cuya composición buscaba conceptualizar la necesidad de hacer frente y responsabilizarse por lo que sucedió en la Segunda Guerra Mundial.
Proyecto político que impactó en ambos lados del Muro de Berlín. Solo un elemento movilizaría de la misma manera a diversos grupos sociales durante la unificación en 1990 y ese sería el futbol. Günter Grass da cuenta de ello en su diario de ese mismo año: Unterwegs von Deutschland nach Deutschland (De Alemania a Alemania).
Es así que vemos cómo el proyecto de Grass se mezcla a un mismo tiempo con las raíces de la pasión que despierta el balompié y la honestidad intelectual que eclosiona de manera polémica en su autobiografía Beim Häuten der Zwelbel (Pelando la cebolla). Configuración que termina con el Nobel dando una lectura pública en el Millerntor Stadion. Su poema Estadio de Noche es la conclusión obvia de un intelectual que consideró a la verdad y a la ficción, como dos elementos para combatir las tiranías de la historia. Nada se escapa a la naturaleza estética de las palabras que gritan un gol y describen los triunfos, con el mismo coraje con el que protestan por las calles.
Por: Andrés Piña/@AndresLP2