El investigador mexicano Ángel Xolocotzi le ha dedicado a la vida del filósofo Martin Heidegger diversos trabajos de investigación. En estos expone, entre otras cosas, la evidente relación del alemán con el nacionalsocialismo, la cual se puede rastrear en el discurso de la Universidad de Friburgo. Este hecho se suele omitir cuando se aborda la figura del pensador y, sin embargo, es fundamental para observar en términos críticos la biografía de Heidegger.
Ahora bien, quizá habría que proponer entre todas estas líneas de investigación que surgen hoy en día, una dedicada específicamente a rastrear la relación que existió entre el futbol y el autor de ‘Ser y Tiempo’. La obra de Heidegger es pilar de las discusiones filosóficas que siguieron a mitad del siglo XX, mismas que aún hoy siguen reconfigurando tópicos como la importancia de las ideas y la función de la ontología dentro del escenario filosófico.
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Wiegand Petze en su libro: ‘Encuentros y diálogos con Martín Heidegger (1929-1976)’, narra una anécdota relevante no solo para los anales histórico-filosóficos, sino también para la cultura del balompié. Allí cuenta un hecho curioso. Heidegger, quien regresaba de la Academia de Ciencias de Heidelberg, se encontró con Hans-Reinard-Müller, director de teatro en Friburgo.
Müller, con la esperanza de que el encuentro no se tornara aburrido para el filósofo alemán, comenzó a explicar lo que significaba el teatro y sus alcances. Como es bien sabido, Heidegger aborrecía el teatro, así que el tópico se movió y terminaron hablando sobre la televisión, espacio que Müller conocía de sobra. Allí salió el tema de futbol, y para sorpresa de todos, Heidegger extasiado comentaba la impresión que le causaba Franz Beckenbauer: Un jugador veloz y funcional, líder del campo.
Tiempo después, Hans-Reinard-Müller no podría dar crédito al hecho; había sucedido algo insólito. Él y Heidegger hablando de futbol, la historia no olvidaría la anécdota y con el tiempo la cambiaría. Agregaría y quitaría cosas. Al punto de convertirse en leyenda. Por ejemplo se suele comentar que alguna vez, Heidegger explicó el amor que profesaba por El Káiser.
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Dice el mito que se encontraba con un amigo y éste se quejaba de que Beckenbauer no tocaba el balón. En ese momento Heidegger le explicó, que pese a no tocar la pelota, el defensa alemán conocía el tiempo y el momento del partido; era realmente quien jugaba dentro del campo. Si Beckenbauer debutó en 1964 y el pensador alemán murió en 1976, es posible que haya visto algún partido. Sin embargo todo queda en un rumor.
Efectivamente en sus últimos años, en esa vejez venerable que le admiró Herbert Marcuse, Heidegger amaba el futbol y sobre todo disfrutaba el juego de Beckenbauer.
Por: Redacción