El 10 de abril de 2005, Horacio Casarín, uno de los más grandes ídolos del futbol mexicano, falleció a los 86 años víctima de un infección renal. El ex futbolista padeció Alzheimer durante 11 años. Un triste destino es olvidar todo aquello que hiciste durante tu vida, especialmente cuando fue una como la de Horacio. Llena de éxitos, historias y momentos que perduran en la memoria de toda la afición.
Dicen que antes de morir, podemos ver toda nuestra vida. ¿Horacio Casarín vio la suya, a pesar del Alzheimer? ¿Se acordaría de Sigfrid Roth, el húngaro que primero lo puso de defensa cuando jugaba en las juveniles del Necaxa? ¿Recordaría su debut el 9 de febrero de 1936 con solo 17 años? Fue un partido contra el España, entró de cambio y anotó gol. ¿Se acordaría también de los Once Hermanos, el legendario equipo del Necaxa que popularizó el juego y dominó los primeros años del futbol mexicano? ¿Se acordaría que le decían El Chamaco por ser el menor de los Hermanos?
¿Habrá vuelto a sentir el cariño de la gente? Era un jovencito que a punta de goles se ganó su lugar en el corazón de la afición. ¿Volvió a sentir en sus manos los trofeos del 37 y 38? ¿Habrá vuelto a escuchar a la niña de 15 años que le reclamaba la derrota del Necaxa por 4 goles? Aquella niña, María Elena King, de la que se enamoró y con la que estuvo casado 63 años hasta que ella se le adelantó, en febrero de 2005.
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¿Horacio Casarín recordó el 26 de marzo de 1939? ¿Las patadas que lo sacaron del partido contra el Asturias y que enardecieron a la gente al punto que quemaron el estadio? Seguro que sí, nadie difícilmente olvidará ese hecho que marcó al futbol mexicano para siempre. ¿Volvió a sentir la tristeza de tener que dejar el Necaxa por el Atlante, el acérrimo rival? ¿Se acordó de las palabras del General Núñez, dueño del Atlante, que le prometió un puesto en el Banco de México para que no se fuera con el América? ¿Habrá recordado los 95 goles que metió en sus 6 años con el Atlante? Todos hechos con un toque artesanal, fruto del cariño y la pasión que tenía por la pelota.
¿Volvió a sentir la desilusión, la frustración de casi haber jugado en España? La posibilidad de demostrar toda su habilidad en el Barcelona, truncada por el abuso al que lo querían someter los catalanes, pagándole lo mismo que ganaba en México… ¿Volvió a escuchar al estadio en Brasil cuando anotó el gol mexicano contra Suiza en el Mundial del 50? ¿Pensó Horacio Casarín en sus subcampeonatos como entrenador, primero con el Tri Sub 20 en el Mundial Juvenil de Túnez y luego en la final del 82 del Atlante contra Tigres? ¿El día que se sacó la lotería? ¿Se arrepintió en sus últimos instantes de no haber terminado la carrera de Ingeniería por jugar al futbol? ¿Habrá sonreído cuando recordó su pequeña carrera artística en el set de Los hijos de Don Venancio?
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Probablemente, Horacio Casarín recordó todo esto y mucho más. Detalles de los que nunca sabremos y que quedaron en la memoria de un hombre que pertenecía a otra época, donde el futbol no era negocio sino pura pasión.
Por: Bernardo OV
Buena semblanza. Sólo faltó hacer mención que jamás olvidaría el nacimiento de su hijo Horacio. Saludos y gracias por seguir recordando a mi tio.