Philip Larkin opina que la foto es objetiva, no subjetiva. “Registra el tedio / como tedio, y las sonrisas forzadas / como fraudes […] / ¡Hasta qué punto nos convence / de que eres una chica real en un lugar real, / en todos los sentidos empíricamente cierta!”, poniendo de cabeza aquel dicho de que “una imagen vale más que mil palabras”. Imagen: un jovencito de 14 años que viste una chamarra del Real Madrid abraza a Cristiano Ronaldo que lo abraza a él. Levanta los dedos en V y el portugués el pulgar; ambos sonríen a la cámara. Otrora recuerdo de un día extraordinario, dicha foto ha adquirido un valor adicional: el niño es Kylian Mbappé.
Como ésta, muchas. En otra, más joven, sonríe junto a Thierry Henry; Ronaldo juega a despeinar a un Jesse Lingard aprendiz; el otro Ronaldo, el brasileño, toma una proto-selfie, aún impresa en papel, acompañado de un Neymar literalmente júnior; Iniesta recibe el trofeo de algún campeonato infantil de manos de Pep Guardiola; Sir Bobby Charlton estrecha la mano blanco y negro un David Beckham aún desconocido quien, a color y célebre, abraza a un preadolescente Harry Kane.
Lo interesante son los niños. De Cristiano Ronaldo hay millones de fotos; posando con sus fans, miles; levantando el pulgar, cientos; con Mbappé de niño, sólo un par. La ocasión se repitió después: el protocolo del final de un partido de Champions resultó en otro montón de imágenes de este mismo par. La curiosidad se disuelve. El chiste es Mbappé de niño, antes del estrellato, de jugar en el Mónaco y en el Paris Saint-Germain, de ganar el mundial de Rusia, de cumplir veinte años—de ser Mbappé.
Con 23, la noruega Ada Hegerberg ha ganado cuatro de las seis Champions y el mismo número de las dieciséis ligas que tiene el Olympique Lyonnais Féminin: nunca ha jugado ahí sin defender el título de liga. Su número es el 14. “Siempre me encantó ver a Thierry Henry en el mejor momento de su carrera. Creo que era el mejor del mundo en ese entonces. Sus movimientos, sus definiciones, y además su hambre de siempre querer anotar goles: pura clase”.
Si en su niñez se tomó una foto con el legendario delantero del Arsenal, nunca la ha hecho pública. Una actual, tampoco. Sí hay una de él con Johan Cruyff, el número 14 original—en este tipo de fotos, no se permiten niñas.
La mayoría surgen cuando los hombres-símbolo visitan las academias de sus equipos y por eso todos salen con el mismo uniforme. Para el club significa un legado. La foto de Mbappé con Ronaldo (tomada en Ciudad Madrid, Valdebebas) evidencia el tiempo que el club merengue ha estado interesado en hacerse del francés. Y el francés, del club merengue. Aquella de Guardiola premiando a Iniesta podría colgar de una pared en cualquier oficina y/o pasillo de La Masía.
Hoy, la academia donde el Barcelona ha formado a sus mayores estrellas varoniles como Lionel Messi, entrena equipos femeniles. Sin duda, cuando alcancen el estrellato que solo el futbol es capaz de otorgar, más de una presumirá la foto que se tomó con La Pulga años antes, cuando visitó los campos donde él entrenó, formando así un legado nuevo. Similar al de los niños, mas no igual.
El Olympique Lyonnais Féminin, el club femenil más exitoso del mundo, también está en el negocio de formar estrellas. Alguna de sus jugadoras—Hegerberg, Le Sommer, Renard, Parris—habrá visitado sus propios campos de entrenamiento, ocasión de futuras curiosidades fotográficas: las estudiantes posan con sus modelos a seguir.
Principio del legado más importante en el futbol, en el deporte, en toda actividad alguna vez injustamente prohibida: la generación cuyas protestas, esfuerzos y rebeliones logran la libertad y el profesionalismo con aquella que, gracias a ello, podrán reemplazarlas, y a su vez, ser reemplazadas. Hasta permitirán estudiantes masculinos: “tanto ellas como los niños a los que se enfrentan se lo toman todo con enorme normalidad”.
El mundial femenil surgió en 1991. La mayoría de las jugadoras que participan en Francia 2019 desconocen un mundo sin uno cada cuatro años. Cuando el diez de junio el silbato de la árbitra sentenció, en el minuto 90, un empate entre Argentina y Japón, Estefanía Banini y Florencia Bonsegundo—nacidas en 1990 y 1993—, celebraron la obtención del primer punto mundialista para su país en un certamen que ambas habían querido jugar su vida entera, literalmente. Días más tarde firmaron autógrafos para, y seguramente se tomaron alguna foto con, un grupo de niñas que vestían la icónica camiseta diez de la albiceleste; habían tapado con cinta el nombre original que reemplazaron con plumón: “Banini”.
Conscientes de las tendencias más actuales, quienes diseñan esos épicos comerciales deportivos en los que salen los mejores y más célebres futbolistas del mundo están comenzando a incluir futbolistas mujeres. Antes del mundial, Nike lanzó uno estelarizado exclusivamente por jugadoras en el que traen a la misma niña de la mano mientras juegan en la cancha, se animan con la porra de vestidor, se toman fotos publicitarias. Musicalizado por “Bad Reputation” de Joan Jett—“me vale madres mi reputación / vives en el pasado, es una nueva generación / una chica puede hacer lo que quiera hacer y eso es lo que voy a hacer”—, el comercial reconoce la lucha que han librado las mujeres del futbol.
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El tema de moda es el legado—el legado rebelde. Toda presencia mediática mundialista ofrece alguna versión de él, incluyendo las transmisiones oficiales de los partidos que enfocan la tribuna, capturando, en fervoroso apoyo a sus equipos, a niñas. El mensaje es claro: son las que tomarán el banderín de relevo de manos de las Morgan, las Correa, las Oshoala, las Kerr.
Ausente del mundial, Ada Hegerberg apareció en un comercial para la campaña Time For Action en el que conversa brevemente con una niña de nombre Nora. Ambas visten el mismo uniforme; con el mismo número y el mismo nombre. Claramente, Nora no es Nora, sino la noruega de niña que, sin una fotografía con su ídolo de la infancia, se convierte en su propia Thierry Henry. Para Nora, no es otra que Ada Hegerberg.
–¿Tu vas a ser la que me quite el puesto en el equipo algún día?
–Sí.
Por: Patricio Bidault / @pbidault
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