Si hablamos de la Selección Argentina campeona de la Copa del Mundo en México 86, siempre se va a mencionar como el gran artífice del título a Diego Armando Maradona, la gran figura que en aquellos años dejó al orbe futbolístico paralizado con semejante expresión de talento y picardía. Aunque es imposible no pensar en otro nombre, el de Jorge Burruchaga.
No solo fue un Dios
Un equipo es de once y pese a que Diego fue la gran figura, también hay que honrar el trabajo de otros, como el de Nery Pumpido en el arco, José Luis Brown y Óscar Ruggeri en la saga; Héctor Enrique y Ricardo Giusti, en el medio campo; y Jorge Valdano, arriba. Sin embargo, hoy venimos a recordar a un crack en específico: Jorge Burruchaga, quien se encargó de hacer el gol del título en la final, y quien, además, siempre rindió frutos con la Albiceleste.
“Argentina, a cinco minutos, de ser campeón del mundo”, relató Victor Hugo tras el gol del dorsal 7.
El rechazo y la gloria
Burruchaga nació el 9 de octubre de 1962, en Entre Ríos, Argentina. Empezó su preparación profesional desde muy pequeño con River Plate, pero a los 13 años fue liberado. Sin embargo, su íntimo amigo Humberto Grondona lo llevó a probarse en el Arsenal de Sarandí, donde debutó en 1979 de la mano de Francisco Calabrese.
En 1982, Burruchaga fue transferido al Racing Club de Avellaneda, donde marcó época con aquel brillante equipo orquestado por Ricardo Enrique Bochini, un conjunto que se encargó de repartir buen futbol, calidad y genialidad en todo campo que pisó, tal fue el caso que fueron campeones del Metropolitano en 1983, y un año después levantaron la Copa Libertadores tras vencer al Grêmio de Porto Alegre con un gol de Burruchaga. Posteriormente, también levantaron la Copa Intercontinental. En 1985 cerró su ciclo con los de Avellaneda, dejando un saldo de 234 partidos e hizo 72 goles.
El sueño europeo
Gracias a lo anterior, Jorge se ganó su fichaje por el Nantes de Francia, donde siempre será recordado por ser un futbolista con un talento envidiable y una visión de juego única. Pero una serie de lesiones en la rodilla no lo dejó exponer su gran futbol en las canchas francesas. A pesar de ello, en la temporada 1985-86 se llevó el galardón al mejor futbolista extranjero en tierras galas. En 1993 dejó al club con 140 partidos y 27 goles.
Un año después fichó por el Valenciennes, donde manchó su carrera por escándalos de soborno, los cuales le costaron un año y medio de suspensión y su regreso a Argentina. Decidió concluir su carrera en Independiente en 1998, tras ganar una Supercopa y una Recopa.
Muchos clubes, pocos títulos
Posterior a su retiro, inició su periodo como entrenador con el Defensa y Justicia. Sin duda una carrera como técnico con muchos altibajos e inconsistente. Pasó por 13 equipos en 16 años. En 2002, llevó al Arsenal de Sarandí a Primera División, en 2005 jugó la Libertadores con Estudiantes de la Plata, para 2006 logró meter a Independiente en el cuarto lugar de la Primera División argentina.
Quizás su galardón más importante como estratega fue meter al Club Libertad de Paraguay a la Libertadores en la campaña 2012 y acabar como líder de grupo tras ser emparejado con Alianza Lima de Perú, Nacional de Uruguay y el Vasco Da Gama. En octavos de final venció al Cruz Azul y fueron eliminados en cuartos por la Universidad de Chile.
Un ídolo Albiceleste
Su era como seleccionado argentino comenzó en 1983 con el apogeo de la era Bilardo. Vistiendo la albiceleste dejó un saldo de 59 partidos, 13 goles, un campeonato mundial en México 1986 y un subcampeonato mundial en Italia 1990. Sin duda números de un clase mundial.
Corría el 29 de junio de 1986, a las doce del día con el sol de la Ciudad de México en todo su esplendor y un Estadio Azteca a reventar; 114,600 almas a la expectativa de lo que sucedería entre la selección de Argentina y el combinado de Alemania Federal.
Los sudamericanos venían de vencer en cuartos de final a Inglaterra con un espléndido gol de Diego Maradona y una trampa disfrazada de genialidad del mismo hombre; para después llegar a la final tras vencer a Bélgica dos por cero en semifinales. Por su parte, los dirigidos por Franz Beckenbauer dejaron en cuartos a México en penales y en semifinales derrotaron a Francia.
Una cita con la historia
El partido comenzó y en el 23´, José Luis Brown abrió el marcador de cabeza tras un balón servido por Jorge Burruchaga. Tras el descanso, un gran pase de Enrique dejó solo a Jorge Valdano por la banda izquierda e hizo el segundo tanto, lo que encaminó la victoria albiceleste. No fue hasta el 74´ cuando los germanos despertaron y Karl-Heniz Rummenigge retomó las esperanzas bávaras, apenas cinco minutos después Rudi Völler empató el partido. Ambos goles de tiro de esquina por el ángulo izquierdo del campo.
A cinco para el final, llegó la cita con la historia. Diego Armando Maradona recibió el balón en medio campo rodeado de rivales, pero como el genio que era, supo salir de esa situación y dejar a Jorge Burruchaga de cara al marco, éste arrancó, dejó rivales en el camino y ante el achique de Schumacher punteó el balón a un lado del poste izquierdo. Dándole así la Copa del Mundo a Argentina.
Jorge Burruchaga, el niño que rechazó River, el futbolista que debutó en el Arsenal de Sarandí, el ídolo que se hizo en el Racing Club de Avellaneda, y el histórico que a pase de Maradona se consagró en el Coloso de Santa Úrsula’ frente a Alemania.
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Por: Diego Albarrán / @diego_cuba08