Es el 7 de octubre de 2000, un día de luto para el futbol inglés: el último partido en el Estadio Wembley. Después de ese día, el recinto se demolerá para dar paso a una mejor infraestructura, un rostro fresco y digno para el espacio pionero del deporte.
Pero el luto no se quedó solo en la nostalgia, en la partida de un icono del balompié; pareciera que los mismos jugadores no pudieron con la carga. Apenas han pasado 14 minutos e Inglaterra ya se encontraba por debajo en el marcador frente a una poderosa Alemania. En el banquillo, Kevin Keegan no puede responder a lo que pasa. ¿A dónde se fueron todos los años de experiencia?
Han pasado 30 primaveras desde su llegada al Liverpool. En aquel 1971, Keegan era parte del modesto Scunthorpe United. A pesar de tener 20 años, el mítico Bill Shankly se fijó en él. Lo analizó, lo estudió… le dio tiempo para que el futbolista evolucionara. Fue gracias a él que los Reds pagaron 35,000 libras por Kevin, y así comenzó la historia.
Pero en la cancha de Wembley parece que la humildad, el trabajo, la dedicación y el corazón que tanto caracterizó al Súper Ratón durante sus años de gloria no están presentes. Fue hace menos de dos años que lo anunciaron como director técnico, y ahora, en el camino rumbo a la Copa del Mundo Corea-Japón 2002, la máquina no funciona del todo bien.
En la cancha, de los mejores aspectos del inglés era su increíble habilidad para encontrar los puntos débiles en la defensa. Sabía dónde posicionarse, a dónde tirar, en qué momento el portero era más vulnerable. Prácticamente podía olfatear en que instante el defensa iba a fallar y, después de eso, partir la portería por la mitad.
Sus aportaciones para el Liverpool fueron enormes. Fue una pieza vital durante su etapa con Bill Shankly, pues juntos llevaron al equipo al campeonato de Inglaterra. Su rendimiento constante fue suficiente para ser llamado al conjunto nacional el 15 de noviembre de 1972.
Pero ya no son esos días. Ahora Inglaterra, escuadra con la que Kevin Keegan celebró tantos goles y glorias, se veía débil frente al marco teutón. No había una manera de lograr que el equipo pudiera sostener su ideología, su capacidad, su instinto goleador.
El combinado nacional no logra dominar en el terreno de juego. No es como en 1976, el año en el que comenzó el dominio inglés en la Copa de Europa. En aquella temporada, el Liverpool regresó con sed de revancha. Ya habían logrado entrar antes a la competición, pero fueron eliminados por el Estrella Roja del Belgrado.
En aquella temporada, Kevin Keegan fue el hombre clave. Tan solo por mencionar un caso: el Súper Ratón se perdió la ida de los cuartos de final por lesión, el partido terminó 1-0 a favor de Saint-Etienne. Para la vuelta, Keegan, a pocos metros del tiro de esquina, disparó hacia el arco y la incrustó en la red, en lo que fue el principio de la remontada.
En la final, Kevin fue la mejor arma de los ingleses. El delantero atacaba por todos lados y. en el segundo tiempo, cuando el marcador estaba 1-1, dió lo mejor de sí para poner la balanza a su favor. Con un estupendo saque de esquina logró una asistencia para el 2-1, y después de entrar directo al área rival causó el penal para el 3-1 final. El Liverpool, de la mano de Kevin Keegan, lograba su primer campeonato de Europa.
Desde entonces su rendimiento fue constante. Gracias a ello logró tres campeonatos de liga, dos Copa de la UEFA, una Copa de Europa, una FA Cup, cuatro Englischer Superpokalsieger y una Englischer Pokalsieger. Incluso se llevó el reconocimiento a mejor futbolista de la temporada en Inglaterra en 1976. Todo ello con el Liverpool.
De hecho, gracias a su rendimiento tanto con el equipo de Anfield como con el combinado nacional, Kevin Keegan fue reconocido con el Balón de Oro en 1978 y 1979. Fue el mejor de los mejores en aquellos años.
Pero todo eso parece no importar en estos 90 minutos. Dentro del terreno de juego el equipo no responde, no lucha, no puede batir a los alemanes, a esos a los que los clubes ingleses tanto dominaron durante su sextete en la Copa de Europa.
Después de su glorioso paso por Inglaterra, Kevin Keegan partió a Alemania, al mismo país con el que ahora sufre. Su camino siguió con el Hamburgo, equipo con el que no logró un campeonato hasta 1979. Un año después regresó a su patria, ahora bajo las órdenes del Southampton, equipo con el que salió campeón de nuevo. La misma historia se repitió con el Newcastle unos años después.
Los éxitos parecían ir con él, sin embargo, esa racha terminó después de su regreso a Inglaterra. Durante su tiempo con el Tigers Kuala Lumpur y el Blacktown City no ganó ningún premio más.
El retiro y su etapa como director técnico parecían una etapa más de gloria, pero no se compara con sus años de oro. Ahora el partido ha terminado. Wembley se despide con una derrota ante Alemania, y junto con el estadio se va el puesto de Keegan con el combinado nacional.
Kevin Keegan tiene ahora 71 años. Su camino aún no termina, pero parece que no tendrá un retorno como entrenador. Lo que sí es seguro es que la leyenda viviente del Súper Ratón aún tiene que ofrecer, y quién sabe, tal vez algún día, regrese por la revancha.
Por: Miguel Bustamante