Sabemos que el futbol no solo es un juego, y en varias narrativas históricas hemos entendido que el balón puede transmitir mensajes de oposición, como los catalanes en el Camp Nou en contra del gobierno de Franco. En sociedades como Libia, Irán, y antes, el Irak de Sadam Hussein, ante la nula libertad de prensa, el balompié y los estadios se convirtieron en la voz crítica del pueblo. La importancia de las pasiones y libertad que moviliza el futbol pueden generar pilares fundamentales en la identidad patriótica de los Estados.
Con Kosovo, ocurre algo bastante peculiar, pues gracias al apoyo de la UEFA, podrán ver participación en las eliminatorias rumbo a Catar 2022, pero enfrentarán rivales que aún no los reconocen como un país independiente.
Un poco de historia
A decir verdad, el territorio de Kosovo es una región que ha sufrido muchísimo, y ahora tratan de borrar la memoria herida de las guerras con futbol. Miguel Roán, politólogo y escritor define a la sociedad independista de esta manera: “Es una sociedad efervescente, que remonta después de un periodo pasado difícil”. Se trata de reconstruir el presente con ilusión, pese a que el duro recuerdo de las guerras permanece.
La República de Kosovo fue declarada un Estado Independiente de Serbia el 17 de febrero de 2008. El tema despierta bastante controversia, pues Kosovo es reconocido por 90 de los 193 miembros de las Naciones Unidas. Está ubicado en la península balcánica al sureste de Europa, cuenta con apenas 11000 kilómetro cuadrados de superficie y no rebasa las dos millones de personas en población.
Infancias de violencia y futbol
Sin embargo, antes los retos de una nueva nación, darle la importancia que se merece al futbol en una sociedad que creció en medio de hambre y guerra no fue una de ellas. Gran parte de los futbolistas que hoy defienden los colores de Kosovar crecieron escuchando bombas, comiendo migajas de pan pero, también, pateando una pelota.
Como lo cuenta Vedat Muriqui, el nueve de la Lazio y de la selección de Kosovo.
“Con cuatro años conocí el ruido de un kalashnikov o de un cohete. Y el de los gritos de desesperación. recuerdo huyendo de su casa, recluido en una taberna junto a más de 50 personas, durmiendo sobre cajas de botellas y con dos litros de leche para todos”.
Un nuevo comienzo
Mientras que los jugadores de Kosovo recorrían la ciudad de Sevilla, su entrenador Bernand Challandes que les dio la mañana libre, se tomó un té con sus colegas, en el hotel de concentración. Se encontraba muy relajado para preparar el juego frente a la Selección Española referente a las eliminatorias de Catar en marzo de 2021.
Tranquilidad en lo absoluto comparada a la que vivió la federación en 2016, en su lucha para ser reconocidos por la FIFA y la UEFA, para participar en eliminatorias europeas y mundialistas.
Después de duras controversias, Kosovo logró ser reconocida como país independiente por los máximos rectores del futbol europeo. Su primer encuentro oficial y permitido por la FIFA fue contra Haití, no era la Brasil de Pelé, ni la Argentina de Maradona, pero ese día se vivió como si Haití fuera un rival de renombre.
El estadio Olímpico de Mitrovica fue testigo de celebración, pues los hinchas de Kosovo abarrotaron el inmueble con dieciséis mil personas, clara evidencia de la importancia del futbol en el país y la meritocracia para poder competir con las grandes potencias.
En cuanto a espectáculo, el partido quedó a deber muchísimo, pero la acometida de ponerse en el plano futbolístico y mediante a eso construir afinidad hacia la patria, fue más que lograda.
Seleccionados desconocidos
No fue hasta 2016, donde participaron en las eliminatorias rumbo a Rusia 2018. Finlandia fue el rival, todo era celebración e ilusión por ganarse un boleto a tierras mundialistas; pero a apenas 8 años de su independencia y problemas sociales y políticos, el conjunto apenas completaba 11 jugadores antes del partido.
Los seleccionados kosovares fueron testigos de la Guerra entre Serbia y Kosovo a inicios de la década de los noventa, varios de ellos fueron obligados a emigrar y refugiarse en países aledaños. Por esta razón, algunos hicieron su carrera deportiva con otros combinados nacionales. Sin embargo, ante esta disyuntiva, la UEFA decidió apoyar a Kosovo y permitirles convocar jugadores que ya habían participado con otra selección. Decisión que fue muy criticada.
“Al principio fue complicado convencer a futbolistas que estaban convocados con otras selecciones y ya habían jugado para ellas. Faltaba poco para el partido y no sabíamos si tendríamos jugadores para empezar”, recuerda Bajram Shala, delegado de la expedición kosovar. “Aunque hayan nacido fuera tienen mucho arraigo con nuestro país. Sus padres le han transmitido los sentimientos y han mantenido nuestras tradiciones y nuestra cultura en sus casas”, añade Shala.
Poco a poco las distintas federaciones han aceptado a Kosovo como un equipo de futbol, aunque incluso siguen existiendo Estados que no los reconocen como un país. Sin embargo, la UEFA entendió que pese a las cuestiones políticas, todos tenemos el derecho a sentirnos representados por 11 individuos en pantaloncillos. El balón no entiende de independencias, conflictos, ni revoluciones; a él solo le importa la pasión y felicidad que puede regalar.
Cuando se cometen errores hay que señalarlos, pero cuando se acierta hay que aplaudirlo; y la postura de la UEFA con Kosovo se tiene que celebrar. La actualidad del combinado balcánico es ilusionante, pues fueron incluidos en el sorteo de grupos para las eliminatorias europeas rumbo al Mundial que se celebrará en invierno de 2022.
Para sorpresa de todos, la mano de Rafael Van der Vaart en el sorteo, emparejó a Kosovo con España. Lo curioso es que el gobierno de Pedro Sánchez no reconoce a Kosovo como Estado Independiente. Se generó mucha expectativa alrededor del encuentro. El juego terminó por disputarse y España accedió a poner el himno de su rival en la Cartuja.
Kosovo perdió aquel partido, pero a eso no se le dio tanta importancia, pues el hecho de escuchar el himno en Sevilla fue un avance bastante importante para el futbol de Kosovo y su sociedad. De esta manera la selección desconocida del país desconocido, poco a poco empieza a avanzar y ocupar el lugar que se merece, como un equipo con una hinchada excepcional y un país totalmente autónomo.
Leer más: San Marino: resiliencia ante la derrota
Síguenos en Google News
Por: Diego Albarrán / @diego_cuba08